Los recortes en la educación han empujado a los investigadores manchegos a universidades de toda Europa. Sonia Gil forma parte de la red de investigadores españoles repartida en países de todo el mundo que han sabido aprovechar su potencial.
Después de cinco años de carrera y tres y medio de doctorado, la ciudarrealeña tuvo que trasladarse a Lyon si quería terminar sus estudios, porque su contrato con la UCLM terminaba. Así, “aterrorizada”, acabó en 2012, con 27 años, en uno de los institutos de catálisis más prestigiosos de Francia, el Institut de Recherches Sur la Catalyse et L’Environnement de Lyon.
La verdad es que Sonia no ha podido tener más fortuna con su marcha. Actualmente es profesora asociada en la Universidad de Claude Bernard Lyon 1, distribuye sus horas entre la docencia y la investigación, es ingeniera química y doctora en catálisis y materiales por la Universidad de Castilla-La Mancha. Su trabajo es “exigente”, pero “reconfortante”.
Los españoles “valemos” en investigación
Las comidas caseras de su madre fue lo primero que echó de menos. Después de dos días de comidas cocinadas con mantequilla su estómago dijo que “no podía más”. También a su familia y el calor de España y de los españoles, “no sólo por los -10ºC que vivíamos en febrero de 2012”. Ahora también echa de menos las salidas nocturnas y los precios, “¿cómo es posible que una cerveza cueste 6 o 7 euros?”.
Aunque las mayores penurias las pasó al preparar la oposición para el puesto que ocupa ahora. “Los días incansables de trabajo, las comparaciones absurdas, las mil y una entrevistas y pruebas para averiguar si los españoles valemos lo mismo que los franceses. Y sí señores, ¡lo valemos!”, afirma.
Un laboratorio que parece la Torre de Babel
El idioma también fue “muy difícil al principio”, aunque a diario habla también inglés, porque su laboratorio es como la Torre de Babel. Franceses, libaneses, chinos, griegos y “una simpática comunidad española” rodean a la ciudarrealeña. Sonia comenta que en cada primera clase siempre sobrevuela la pregunta de si es italiana o española, pero sigue fiel a su acento, porque muestra sus “verdaderas raíces”.
De nuevo, las ciudades receptoras de migrantes españoles destacan por la multiculturalidad. La joven comenta que lo que más le gusta de Lyon es “la mezcla de culturas, de nacionalidades, de costumbres”, en un ambiente de “respeto y dignidad”. También alude a la “enorme riqueza cultural y de entretenimiento”, de la que disfruta con sus amigos más cercanos, la mayoría franceses, aunque la comunidad española es emergente.
Seis años fuera y “por suerte o por desgracia”, Sonia no cree que volverá a Ciudad Real “ni a corto ni a medio plazo”, al margen de la “obligada y reconfortante vuelta a casa por Navidad y vacaciones de verano”. Valora la situación en España mejor, sus amigos “han logrado hacerse paso en el mundo académico e industrial en los últimos años”, aunque cree que su país de adopción tendrá que soportarla “por muchos años más”.