La sección segunda de la Audiencia Provincial ha dejado visto para sentencia este jueves el primer caso de presunto abuso sexual que llega a la Audiencia de Ciudad Real en el que la víctima, una mujer joven de Ciudad Real, sostiene que le dieron una droga de sumisión química, escopolamina, la famosa ‘burundanga’, para aturdirla y abusar de ella.
Los análisis a los que se sometió horas después de la presunta agresión no detectaron nada de eso en su cuerpo, pero tampoco es determinante (según los forenses esa sustancia se elimina muy deprisa), y para la acusación particular que ha ejercido en el caso la abogada María Rico no hay duda: el acusado abusó de ella anulando su voluntad.
La víctima pide 7 años de cárcel
La abogada de la víctima ha pedido siete años de cárcel para el acusado, un inmigrante senegalés al que la joven conoció en un bar la noche del supuesto abuso sexual, “por las consecuencias nefastas para su vida” que ha tenido el caso. Desde lo que pasó esto, hace más de dos años, sigue en tratamiento psicológico y tenido graves problemas de conciencia puesto que lo que denuncia la ha removido en sus convicciones más profundas.
A diferencia de la fiscal, que pide cinco años de prisión, sustituibles por la expulsión de España del acusado, Rico ha solicitado que cumpla parte de la condena de cárcel en España.
La ‘burundanga’ es un mito, según la defensa
La defensa de P.N., un hombre de 42 años, que lleva dieciséis años en España y está en trámites de conseguir el permiso de residencia, mantiene que estamos ante un caso de “denuncia falsa”, que la ‘burundanga’ forma más parte del mito que la realidad, y que las relaciones sexuales entre la joven y el investigado fueron consentidas.
José Manuel Lumbreras, el abogado de P.N, ha ilustrado al tribunal sobre la situación personal de este hombre, que vive en Aranda de Duero (Burgos), está en trámites de regularizar su situación en España (vive en pareja) y una sentencia condenatoria lo expone a dejar la vida que se ha labrado con mucho esfuerzo aquí.
Lo confundió con otra persona en un bar
La joven y P.N. se conocieron en un pub del Torreón en diciembre de 2018. Había vuelto a Ciudad Real después de vivir un tiempo fuera, salió a cenar con su hermana y unas amigas y acabó tomando algo en ese bar en el que ha reconocido que fue ella la que se dirigió primero al acusado, porque lo confundió con otra persona (ella es trabajadora social en una ONG).
La invitó a una cerveza
En el pub charlaron unos diez minutos en los que el acusado la invitó a una cerveza y es en ese momento en el que cree que le echó algo que la aturdió hasta doblegar su voluntad un rato después.
Pero los efectos de la droga no fueron inmediatos. La joven se quedó un poco más con unas amigas del instituto que se encontró allí (su hermana y sus primeras acompañantes se fueron antes) y sobre las tres de la mañana salió para coger un taxi y volver a casa.
A partir de aquí el relato de víctima y acusado difieren, ella dice que empezó a perder la consciencia en el taxi, ni siquiera recuerda quién lo pagó y porqué subieron juntos (supone que él la siguió). De las horas siguientes solo tiene pequeños momentos de consciencia, recuerda la pared del hotel Almanzor en el que él hombre estaba alojado y momentos puntuales de las relaciones sexuales que ha insistido tuvo contra su voluntad.
El acusado por su parte asegura que se fueron juntos a su hotel voluntariamente y que ella se quitó la ropa sin que él apenas la tocara.
Este jueves han declarado tanto el taxista que los llevó al hotel como el recepcionista. El primero ha dicho que no los recordaba bien, pero que montaron en su vehículo y fueron en silencio todo el camino, mientras que el recepcionista dice que les abrió al entrar, sobre las tres de la mañana. No notó que la chica estuviera mal, solo que estaba “algo tímida” y que el hombre la llevaba cogida del hombro.