El Tribunal Supremo ha ratificado la condena de 13 años y cuatro meses de cárcel por los delitos de malos tratos e inducción al aborto, que la Audiencia Provincial de Ciudad Real impuso a José Manuel M.C.N.A., en febrero del año pasado.
El fallo del Supremo avala punto por punto la sentencia de la sección segunda de la Audiencia que declaró probado que el tiempo que duró la relación del acusado y una chica joven con la que convivió apenas un año en Pozuelo de Calatrava y Torralba (de julio de 2011 a agosto de 2012) José Manuel la sometió a un trato que “alcanza el grado de tortura”, recoge textualmente esa sentencia.
Desestima todos los recursos de defensa y acusación
El alto tribunal desestima todos los motivos del recurso de casación planteados por el recurrente contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Ciudad Real que le impuso los trece años de cárcel por dos delitos de maltrato (uno sin lesiones y otro habitual cometido en domicilio común), dos delitos de lesiones y un delito de aborto, con la agravante de parentesco, y apreció en todos ellos la atenuante de dilaciones indebidas.
El Supremo también rechaza el recurso de la víctima, representada por el abogado Tomás Fernández Arroyo, que entendió que en el caso no había que aplicar las dilaciones indebidas, según ha hecho público este lunes en un comunicado.
Abusó de una niña después de esto
Se da la circunstancia de que este maltratador abuso de la hija de 11 años de otra mujer con la que estuvo conviviendo en 2015 en Argamasilla de Calatrava. Como no se lo detuvo en el momento de la denuncia de la víctima de Pozuelo, estuvo en busca y captura años hasta que fue localizado en prisión preventiva en 2016 y se le pudo juzgar por este caso.
La sala también rechaza el motivo de que se condenase a este hombre por un delito del artículo 149.1 del Código Penal (lesiones de grave enfermedad somática y psíquica causadas a la víctima) del que fue absuelto el acusado por la Audiencia.
Encerrada en su propia casa
José Manuel M.C.N.A., de 40 años en la actualidad, y la mujer ‘C’ se conocieron en el verano de 2011, cuando ella tenía 20 años y el once más. A las dos semanas ya estaban viviendo juntos en una vivienda de Pozuelo de Calatrava que en pocos meses se convirtió en la prisión de esta chica.
Insultos: “Eres una cerda”, “subnormal”
Primero empezaron las expresiones despectivas, “eres una cerda”, “subnormal”, “solo tienes una neurona”, “colombiana de mierda”, “te voy a hacer lo de los corderos”, etc. Ya en esos primeros meses José Manuel se convirtió en su sombra, la aisló de su familia, la acompañaba a todas partes y si se marchaba de casa la dejaba encerrada, incluso la vestía y maquillaba, “vivía prácticamente secuestrada”, relató la joven en el juicio.
Golpes y palizas a los pocos meses
Las “sutilezas” se acabaron unos meses después del inicio de la convivencia, y llegaron los golpes y las palizas, una de ellas el 30 de septiembre de 2011. El motivo que salió un momento a comprar aceite, cuando llegó le recriminó que había ido a ver a otro, y la golpeó con tanta saña que le provocó un traumatismo craneoencefálico (perdió la consciencia) y lesiones visibles en el rostro.
Fue al médico (la acompañó él) pero tan coaccionada que contó, como él le dijo, que se había golpeado con un columpio cuando fue examinada en urgencias del Hospital General de Ciudad Real. No denunció.
La obligó a abortar
Con su familia en La Solana, ajena a todo lo que pasaba, la joven se quedó embarazada y se ilusionó con ser madre. Pero a las trece semanas de gestación se supone que José Manuel lo organizó todo para que fuera abortar, como así hizo el 24 de mayo de 2012, aunque a la familia de ella le contaron después que había tenido un aborto espontáneo.
Perder a un hijo deseado fue el punto de inflexión en la relación, que siguió agravándose, después de eso ella estaba aterrorizada. “Quería dejarlo”, contó en el juicio, pero temía que la quemara con gasolina o morir en el intento. Volvió a sufrir otra paliza más grave de lo normal el 11 de agosto, esa vez la llevó al centro de salud de Daimiel, pero ella ocultó de nuevo que estaba siendo víctima de malos tratos.
Huyó ocultándose entre las viñas
Unos días después, el 15 de agosto, reunió el valor suficiente para huir, aprovechó un viaje en coche para tirar el móvil del acusado por la ventana, él se bajó a recogerlo y ella echó a correr campo a través. Eso le pasó cerca de Miguelturra, se ocultó en una viña, y cuando él dejó de buscarla llamó a un amigo de su hermano que vivía en esa localidad para pedir ayuda. Este hombre avisó después a su hermana, que fue a recogerla y se la llevó a La Solana. La denuncia la puso unos días después, y al poco se tuvo que refugiar en una casa de acogida para que no la encontrase.
Siete años después de estos hechos la víctima, que ha peregrinado por varias casas de acogida por miedo a que el acusado la encuentre, padece secuelas psicológicas graves que le impiden hacer una vida normal.