Desde que era monaguillo, desde que tenía nueve años, tira cohetes. Vamos “toda la vida”, aseguró ‘Cuchillas’, mientras aproximaba la mecha a los cohetes abriendo paso, junto a otros veinte coheteros y coheteras, la procesión de la Patrona de Corral de Calatrava por el municipio en su Día Grande.

Los corraleños lo han “mamado” desde muy pequeños y está claro que les encanta tirar cohetes en honor a su Patrona: “El olorcillo a pólvora, sentirse vivo, con peligro, yo qué sé…”, describió Cuchillas en unos momentos de mucha adrenalina, con los puntos álgidos de la salida de la Virgen de la parroquia de la Anunciación y, especialmente, a su regreso al templo.

Este año, en el que la afluencia de asistentes fue mucho mayor al caer en viernes el Día Grande, se dedicó a la salida de la parroquia un minuto de silencio y una traca a Enrique Segundo, cohetero fallecido el año pasado.

“De estreno” la Asociación de Coheteros y Coheteras, integrada por un centenar de personas de las que unas veinte son mujeres que precisamente se encuentran al frente del colectivo, iluminó el cielo de Corral con cerca de diez mil cohetes lanzados desde la plaza de la iglesia, en un amplio apartado delimitado con vallas, y a lo largo del recorrido como avanzadilla del cortejo procesional, ambientado por la Agrupación Musical de Corral de Calatrava y alumbrado por cientos de fieles.

El manto brocado en hilo de oro lució la imagen, de 1940, de la Virgen de la Paz, bajo el templete de 1886, con la bandera de 1915 en la mano y el bastón de mando del pueblo como alcaldesa perpetua en una carroza adornada con lilium blanco y astromelia rosa, exorno floral aportado como promesa por fieles.

“Como el incienso en Sevilla, pues aquí es el olor a pólvora para la Virgen”, apreció Flor, secretaria de la Asociación de Coheteros y Coheteras, que aseguró que todo corraleño, aunque resida fuera, hace lo posible por vivir en su localidad el 24 de enero. “Aparte de una cuestión religiosa, es una cuestión de identidad cultural y social del pueblo”, comentó otro cohetero, cuyo lanzamiento zigzagueó en la noche en un veloz ‘fffiufff’ para culminar en un ‘puff’ y competir con el repicar de campanas.
“Los de Corral, vayamos o no a misa, somos de la Virgen de la Paz”, apuntó la presidenta de la Asociación, Carolina Acosta, en relación con una festividad que busca ser declarada de Interés Turístico Regional.

“Tiramos pocos, teníamos que tirar más”, agregó otro cohetero, que comparó esta tradición con salir al ruedo: “Te das un beso con los compañeros y te deseas suerte”. Sólo los coheteros acreditados, tras realizar un curso de seguridad y uso de material pirotécnico, prendieron cohetes “por y para la paz tan deseada” y fue asomar la imagen de la Virgen a la plaza, en su regreso a la parroquia, e iniciarse la apoteosis al prenderse al unísono dos docenas de cohetes en cada uno de los cuarenta y dos tubos dispuestos para la ocasión.

Deslumbrante luz entre el humo de la pólvora, y cielo e infierno parecieron juntarse en la “espectacular” entrada de la Virgen. “Es lo más emotivo para los corraleños y corraleñas. Pese al ruido de los cohetes, es el momento también de silencio que tenemos con nuestra Patrona, nos sentimos protegidos por ella. Es el momento más bonito. El silencio en el estruendo”, estimó la diputada nacional y corraleña, Cristina López Zamora.

También las alcaldesas de Los Pozuelos, Laura Flores; Agudo, Maribel Mansilla; y Torralba de Calatrava, María Antonia Álvaro; así como el presidente del Consorcio Contra Incendios y Salvamento, Julián Triguero, asistieron a la procesión de la Virgen de la Paz con su colosal traca de cohetes.

Lo que no faltaron “en ninguna casa corraleña” fueron “albóndigas rellenas, huevos rellenos, ensaladilla rusa, rosquillos y arroz con leche”, que se dejan hechos para, después de los actos festivos, regresar y, “tipo buffet, comer lo que quieras”.