El cultivo de la camelina (Camelina sativa), una oleaginosa con grandes beneficios, se está imponiendo entre los productores de la provincia de Ciudad Real como alternativa rentable a los cereales de invierno o al barbecho
Se trata de una planta muy rústica que se siembra en otoño de manera somera sobre la tierra, con raíces capaces de llegar a grandes profundidades, y que se desarrolla en primavera con el brotado de sus características flores amarillas.
A año a año, la camelina tiene más presencia en Ciudad Real, en la actual campaña con 20% más respecto a las más de 200 hectáreas cultivadas el año pasado, sobre todo en núcleos del centro de la provincia como son las comarcas de Calatrava y La Mancha.
Desde Camelina Company España, la única empresa en España dedicada a la promoción y producción, almacenamiento, transformación y comercialización de esta oleaginosa, su director técnico del área de Agro, Aníbal Capuano, destaca la buena acogida del cultivo en Ciudad Real, con crecimientos medios del 20%, al igual que en el resto de España.
“Cada vez tiene mejor aceptación en la diversificación”, indica Capuano, debido a los mayores beneficios que da a los productores en concepto de rotación de cultivos, frente al monocultivo del cereal con “una gran volatilidad en sus precios”.
“Es un cultivo distinto, explica, con una nutrición específica, y una raíz pivotante con gran estructura en el suelo”, que también permite un control eficiente de las malas hierbas.
Está de moda
Estos días quienes apuestan por la camelina están en pleno cultivo y destacan la buena tolerancia que tiene a la sequía y a las heladas, además de unos costes de producción controlados, que garantiza más rentabilidad.
Es el caso de Diego García-Maroto, productor daimieleño de 28 años, uno de los agricultores que ha introducido y “ha puesto de moda” la camelina en la rotación de los cultivos herbáceos de invierno.
La actual será su quinta campaña de siembra otoñal de la Brassicaceae, con 4,5 hectáreas, que utiliza para alternar con cebada en sus fincas, por ser una opción “muy rentable”, cada vez “con mayor presencia” en los campos castellano-manchegos.
A su juicio, convence a los más reacios porque es un producto “rústico”, que se defiende en tierras áridas “de secano rabioso”, y que cuenta con un precio digno. Clave es, según García-Maroto, la “nascencia”, pues bien cuajada representa “una ventaja” que garantiza el 50% de la producción, así como valora “que no se conozcan enfermedades y plagas en ella”.
El periodo de siembra de la camelina es muy abierto para los productores, “con un margen desde últimos de octubre hasta diciembre”, y está indicada en parcelas con fertilidad y humedad previa, aunque “es menos delicada que la colza, con la que se la suele confundir”.
A la hora de sembrar, según el joven agricultor, recomiendan dosis de ocho kilos de semilla por hectárea y una profundidad “somera” en torno a un centímetro, lo que representa menos laboreo y menos uso de herramientas de producción.
El rendimiento es de entre 1.800 y 2.000 kilos por hectárea (García-Maroto ha llegado a alcanzar 4.200 k/h) y su precio de comercialización es otro de los atractivos, pues el año pasado fue “del doble (hubo zonas en las que se pagó a 320 y 340 euros por tonelada) que la cebada”.
“La contra” de esta apreciada oleaginosa son los daños en primavera que puede recibir “simplemente con unas lluvias fuertes”.
El joven agricultor comenta “el año ruinoso” para todos los cultivos agrícolas por el ciclo de sequía y las tormentas veraniegas, especialmente para la patata, ahora a 9 céntimos el kilo, la cebolla “que lleva muchos costes de producción”. Incluso la uva, a su juicio, tampoco ha tenido precios rentables, a pesar de la menor cosecha y la alta calidad de la materia prima.
Pionero
José Ricardo Sáez es otro de los pioneros en el cultivo de la camelina en la provincia de Ciudad Real, que fue introducida por “dos productores en Daimiel y otro de Carrión de Calatrava”.
Cuando encara su sexta campaña, este agricultor también daimieleño destaca la rentabilidad de una planta que no es nueva, pues ya estaba presente en la Edad de Bronce y del Hierro, y que tiene cabida en las tierras ciudarrealeñas, con cada vez menos presencia de lluvias.
Con 51 años, Sáez también explota otros cultivos, como viña, olivar, cebolla o almendros, para diversificar, aunque también coincidie “con el mal año”, en la mayoría de ellos por la falta de agua y por la caída de los mercados.