Los cultivos leñosos juegan un papel importante en la lucha contra el calentamiento global por sus largos ciclos vegetativos que hacen efecto sumidero al absorber CO2 durante más tiempo. Castilla-La Mancha, con unas 450.000 hectáreas de viña y alrededor de 420.000 h de olivar, se alza como un perfecto aliado contra el cambio climático. Desde el Gobierno regional, el consejero de Agricultura, Francisco Martínez, “ha sacado pecho” por su contribución a la mitigación de dicho fenómeno, que pretende liderar a través de diversas acciones. Diversas fuentes consultadas por este diario ponen de manifiesto el imparable y perjudicial avance del efecto invernadero en las prácticas agroganaderas que ya están influyendo en una disminución de su productividad, por lo que es preciso tomar conciencia y actuar para frenar una atmósfera que “influye directamente en los actuales modelos de vida”.
J. Y.
Ciudad Real
José Ángel Amorós, profesor de Viticultura de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de Ciudad Real, defiende prácticas para los cultivos leñosos como las cubiertas vegetales para la reducción del CO2 y hacer más competitivas y rentables las cosechas.
Explica que frente a las herbáceas, las plantas leñosas como el olivo, la viña, el pistachero, el almendro o las encinas fijan por más tiempo el CO2, un secuestro que es capaz de frenar la escalada de emisiones de este gas, tal y como están evidenciando en el hemisfero norte con el incremento de bosques y con la propia acción de los océanos.
Por ello, frente a la que sería la única alternativa de usar sólo energías no fósiles, Amorós apuesta por el aporte adicional en la lucha contra el calentamiento global de las cubiertas vegetales, ya presentes en viñas de algunas bodegas y fincas de Ciudad Real (Pago del Vicario), Luciana, Retuerta del Bullaque (Valle García y Dehesa del Carrizal), y Porzuna.
Estos sistemas vegetales que se introducen en cultivos extensivos para proteger el suelo, incrementar la materia orgánica y para controlar plagas y enfermedades “llevan implantados en climas húmedos desde hace tiempo”, mientras que las consecuencias en climas cálidos están menos estudiadas.
Precisa que hay productores de la provincia y la región que rechazan las cubiertas y prefieren los suelos desnudos porque “la hierba compite con el cultivo, fundamentalmente en agua y en nutrientes”, una dinámica “con ventajas e inconvenientes”, en la que el profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) profundizará dentro de un proyecto que abordará el funcionamiento de dichos agrosistemas en leñosos de climas áridos o secos.
Pero Amorós ya cuenta con algunas evidencias beneficiosas para la biodiversidad como resultado de estas prácticas en olivares y viñedos cerca de Ciudad Real, en los que, al parecer, se ha duplicado la materia orgánica en la primera capa de 20 centímetros de superficie por “el importante secuestro de CO2”, teniendo en cuenta “la pobreza de nuestros suelos agrícolas, con sólo el 1,5% de esta materia”.
“Si mantenemos el nivel en el 3%, las cubiertas serán interesantes por las ventajas que aportan al paisaje y a la biodiversidad”, frente a “posibles mermas de cosecha” que podrían compensarse a través de subvenciones de la política de Desarrollo Rural.
Otros de los aprovechamientos agrícolas de las cubiertas en viñedos de Castilla-La Mancha y Ciudad Real, según el investigador, van desde el favorecimiento de la infiltración del agua (procedente de las escasas precipitaciones de los territorios secos), a la prevención de la erosión y al enraizamiento superficial de las plantas.
Así, serán estos aspectos los que centrarán el proyecto que el equipo de Amorós ha solicitado a la Fundación Biodiversidad y que se ejecutará en tres o cuatro explotaciones ya localizadas “para medir la diferencia con el cultivo convencional, a través de la influencia de la capa verde en las propias plantas, y en las poblaciones de artrópodos, y de aves y mamíferos (macrofauna)”.
Explica que una fauna equilibrada es útil para el ecosistema y para el control de las plagas y las enfermedades, y perjudicial porque las capas verdes en los espacios entre el cultivo podrían convertirse en correa de transmisión de epidemias a altas temperaturas.
“Estamos seguros de que las cubiertas son beneficiosas” dentro de la lucha contra el cambio climático, pues representan un modelo más sostenible porque, según dice, evita emisiones y previene efectos perniciosos sobre la fauna, la flora y las personas.
El potencial del olivar para reducir los gases efecto invernadero
La Interprofesional del Aceite de Oliva lidera desde hace año y medio el proyecto europeo PEF Olive Oil Pilot, centrado en definir la huella ambiental de los aceites de oliva y su participación en la disminución de gases de efecto invernadero.
Con el estudio, según la gerente de la entidad, Teresa Pérez, contribuyen a “poner en valor la extensión del olivar en España” y su potencial como sumidero de CO2 en la lucha contra el cambio climático.
Detalló que el cálculo de la huella ambiental del aceite de oliva se realizará dentro de un proceso técnico muy extenso que incluye análisis “de todos los impactos” en el proceso productivo y en la elaboración del aceite, además de “estudios prácticos” con los consumidores”.
En este sentido, recordó que el el consumo de alimentos está muy vinculado a los modelos sostenibles de producción, una actividad influenciada por los efectos del cambio climático en el medio ambiente, por lo que en el caso del olivar, el sector ha apostado por la necesidad de ofrecer información ambiental de este tradicional alimento en toda la cadena de elaboración.
Señaló que “además de calcular la huella”, el proyecto pionero en Europa contempla también reflejar toda la información en el etiquetado.
Indicó que se analizarán unos datos primarios y otros secundarios a lo largo del ciclo de la vida del olivo y el aceite, con el fin de diseñar su ADN y poder evaluar los principales impactos ambientales potenciales del aceite
De manera más clara, Pérez, sostuvo que con el PEF Olive Oil Pilot trasladarán a la opinión pública “el valor que aporta el olivar en el ambiente” dentro de una iniciativa que seguirá su desarrollo hasta el próximo mes de julio, una vez se validen los resultados.
En opinión de la gerente de la Interprofesional, esta “valorización medioambiental del aceite de oliva” será una garantía de autenticidad y calidad frente a otros aceites vegetales, además de representar un “nuevo atractivo para un consumidor que quiere un producto de calidad y sostenible”.
Fundación Bio Nature: Almendros, arbustos y cítricos para fomentar la sostenibilidad agraria
Fundación Global Nature está inmersa en diversos proyectos de restauración de ecosistemas y de agricultura sostenible en Castilla-La Mancha y Valencia. Vanesa Sánchez y Jordi Domingo, coordinadora de proyectos y técnico de la entidad, respectivamente, explicaron a Lanza que el objetivo es mejorar las explotaciones agrícolas y acoger más biodiversidad en la producción de alimentos, cada vez más ligada a procesos de producción respetuosos con el entorno.
En el proyecto regional, centrado en La Mancha Húmeda toledana (Lillo, Madridejos y Villacañas), persiguen “evitar el monocultivo” con la plantación de más 3.300 almendros en ecológico y 3.300 arbustos, mientras que en la costa mediterránea están intercalando también setos en explotaciones de cítricos.
La metodología se centra en la colaboración con los agricultores, a los que entregan las plantas como en el caso de Valencia donde se han plantado 3.500 en el primer año.
Las ventajas son “enriquecer los hábitats con diversas especies de plantas autóctonas, controlar las plagas, crear un reservorio de fauna útil al tener alimento y refugio, hacer barrera con los productos químicos de las parcelas vecinas y mitigar los efectos del clima, además de la erosión.
Ambos portavoces se mostraron “sorprendidos” por la acogida e involucración de los productores manchegos y valencianos “en la oportunidad de diversificar cultivos y aumentar la biodiversidad en sus fincas agrarias”. Otros aspectos a favor son el precio de la almendra ecológica como “valor añadido” y la creación de una cooperativa en Villacañas (Toledo) dentro un proyecto, que estos técnicos complementan con seguimientos y asesoramiento.
Informaron de que a la creación de la sociedad cooperativa, la Fundación ha implementado otras iniciativas para fomentar la innovación, competitividad y sostenibilidad ambiental del sector agrario manchego, entre las que se encuentra un proyecto de producción, envasado y comercialización de legumbre ecológica.