Las Ventas supone, a día de hoy, el único resquicio por el que el 95% de los matadores de toros y el 99% de los novilleros (no se tomen estos porcentajes como exactos sino como orientativos) pueden deslizar sus ilusiones a la hora de medrar en sus respectivos escalafones.
Uno de esos novilleros es Carlos Aranda.
Nos consta que el daimieleño lleva intentando verse anunciado en Las Ventas un tiempo; siempre con su conocida corrección en las formas aunque sin un “contacto” fuerte que apoye su pretensión.
Carlos tenía fundadas esperanzas de ver su nombre dentro de las combinaciones dadas a conocer hoy, dentro del ciclo de novilladas nocturnas “Cénate Las Ventas”. Pero una vez más se ha quedado fuera.
Atrás quedan muchas llamadas, no pocos viajes a Madrid para dejarse ver, 38 novilladas picadas y cuatro cornadas. Ni así ha sido posible.
Mucho nos tenemos que Carlos Aranda no será el único novillero que hoy tenga ese sentimiento de frustración. A buen seguro. Pero a nosotros nos toca clamar por lo nuestro. En este caso Carlos Aranda. Otro admirable chaval (dicho esto con el mayor de los respetos) que un día decidió hipotecar su niñez y adolescencia en pos de un sueño que, en ocasiones, se torna cercano a la pesadilla.