“Estábamos deseando venir, es la primera vez que salimos al campo desde el confinamiento”. Lo dice Mar, una vecina de Daimiel que pasea por las Tablas este domingo de mediados de junio con su marido Eloy y sus hijos Daniel y Alberto. Son de los primeros en este fin de semana de recuperación de la normalidad en el parque nacional, y están contentos.
“Nos gustaría que hubiera más agua, pero están verdes, que eso es importante para que no se quemen”, interviene Eloy, que reconoce que no han hecho planes para comer en el humedal, como otras veces, porque no sabían lo que se iban a encontrar. Lo que han visto les ha gustado, en este primer fin de semana de apertura del centro de visitantes (el paseo se permite desde el sábado pasado), no han encontrado aglomeraciones y los niños lo están pasando genial, “aunque no hemos visto patos”, se quejan ellos.
Las nuevas normas les parecen acertadas
Se enteraron hace unos días de que los parques estaban abiertos y han aprovechado para disfrutar de la naturaleza, aunque sea con mascarilla y con nuevas normas que les parecen acertadas, como la de cortar el acceso a ciertos sitios para evitar que la gente se cruce en las pasarelas.
A Vicente, un visitantes de Manzanares y el grupo familiar que le acompaña, les encantan las Tablas de Daimiel. “Es un sitio muy bonito, venimos siempre que podemos, las hemos visto en momentos peores y mejores, la verdad es que con casi 300 hectáreas encharcadas no están tan mal”, explica mientras observa las aves en la laguna permanente, abierta con aforo limitado a ocho personas a la vez.
No habían salido al campo en meses y han aprovechado este fin de semana para hacer dos salidas distintas, el sábado fueron a Ruidera, “las lagunas están espectaculares”, dicen, aunque todavía con el baño y el paseo restringido al ámbito provincial, mientras que de las Tablas opinan “que no están en plenitud, pero es un parque que siempre está bien visitar”.
Como la familia de Eloy, Vicente y los suyos han llamado antes para asegurarse de que el parque estaba abierto. No ha sido el caso de María Ángeles, de Ciudad Real. En su primera salida a la naturaleza desde el estado de alarma ha elegido las Tablas para dar una vuelta de domingo con una amiga. “Las hemos visto en todos los momentos de su vida, con poca agua, con mucha, cuando están llenas son fantásticas. Nos hemos decidido a venir por el buen día que hace”.
También residentes en Ciudad Real, aunque madrileños de origen, Pablo, Jana y la pequeña Alma, han elegido las Tablas de Daimiel para estrenar el contacto con la naturaleza tras el confinamiento. “A mi me encantan, es supertranquilo, y la niña venía como loca a ver los patos, así que lo primero que hemos hecho es pasar a la laguna de aclimatación”, comenta Jana. Pensaban que llegar a las doce de la mañana no era la mejor hora pero no se han encontrado con ningún problema de acceso y lo celebran.
30 coches como máximo en el aparcamiento
El parque nacional de las Tablas de Daimiel, abierto a los paseos por libre o guiados desde el sábado pasado, ha empezado a recibir público (solo de la provincia por ahora) en cierta cantidad desde el jueves festivo, el día de más visitas. El viernes flojearon un poco más y este fin de semana, coincidiendo con la apertura del centro de intepretación, han vuelto un número de público asumible.
Para evitar aglomeraciones el parque ha limitado a treinta vehículos a la vez el aparcamiento en la zona exterior, “si se supera se le pide a la gente que espere a que salgan otros”, indica Mariano Pérez, agente medioambiental de las Tablas.
La senda principal se ha señalizado de tal forma que solo se permite caminar en una dirección para evitar que la gente se cruce o confluya en la pasarelas. A los visitantes se les recomienda llevar mascarilla y no juntarse con grupos ajenos.
No se reparten mapas o folletos de manos y para acceder al centro de visitantes hay que desinfectarse las manos.
Los baños solo están abiertos hasta las dos y media y el museo del Molino de Molemocho por el momento permanece cerrado, igual que el único restaurante en la carretera de las Tablas (La Duquesa). El centro de interpretación está abierto de diez de la mañana a dos de la tarde, y de tres a nueve de la noche.
Las empresas de las visitas guiadas ya trabajan
Esta semana también han retomado la actividad las empresas que ofrecen visitas guiadas a pie o en todoterreno por el parque nacional. Una de las más veteranas es Ecodestinos, la empresa de Jesús Pozuelo que lleva veinte años operando en Tablas de Daimiel (también tienen la concesión de las visitas en Cabañeros y ofertan recorridos por Ruidera).
“Nosotros nos estamos ofreciendo pero la realidad es que en las Tablas todavía no tenemos público. Es lo que esperábamos, el turista de la provincia, que es el único que puede venir, no suele hacer la visita guiada, cuando en mi opinión merece la pena”. “No tiene nada que ver el parque por libre que hacerlo con un guía que te lo explique o interprete, con mi empresa o cualquier otra”, refiere Pozuelo, que también preside la Asociación de Turismo Tablas de Daimiel.
Y más en un parque nacional en el que tan importante es lo que se ve a simple vista como lo que no: la problemática del agua, el acuífero, las aguas subterráneas, o las especies únicas.
Pozuelo confía en que las visitas interpretadas se reactiven a partir del 21 de junio, cuando cesen los límites de movilidad en España. “De todas formas el verano no es la época alta aquí en las Tablas. Julio y agosto no son meses fuertes para nuestras actividades, aunque si es posible que se reactive el alojamiento rural, con las Tablas, Navaseca, la Motilla y la cercanía a Almagro Daimiel tiene muchos atractivos turísticos”, dice.
Un buen año para el turismo de interior
Cree que este será un buen año para el turismo de interior, “las limitaciones de viajar al extranjero y el temor a la masificación de playas, nos permiten pensar que somos un buen destino. Está por ver cómo se va a comportar la gente y si ese turismo familiar que pueda alojarse en la comarca quiere hacer visitas guiadas en la naturaleza, sabiendo que tenemos el problema del calor, o hacer las visitas a primera hora del día o al final”.
Con todo, Pozuelo reconoce que su momento puede ser el otoño si no hay rebrote de la pandemia y el parque recupera agua, algo que ve imposible si no se autoriza algún trasvase en otoño.
La inundación de urgencia que se hizo en marzo, con los pozos de recarga de 2009, ha permitido encharcar la zona de turberas para evitar incendios, pero Pozuelo entiende que el parque necesita más agua y en cantidad, “si en otoño sigue sin haber agua habrá que recurrir al trasvase del Tajo por la Tubería Manchega”, opina.