La Confederación Hidrográfica del Guadiana no tolerará invasiones efectivas del dominio público hidráulico en los 13,5 kilómetros que considera cauce del Guadiana entre los molinos de Molemocho y Zuacorta, en el parque nacional de las Tablas de Daimiel (zonas de parque y preparque), que ha tratado de incorporar, sin éxito, a propiedad pública.
“Aunque el deslinde esté anulado el organismo de cuenca seguirá ejerciendo sus facultades de protección del dominio público hidráulico”, asegura Samuel Moraleda, presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que lleva años impulsando deslindes para proteger de los excesos agrarios el cauce del río en la zona más delicada: los Ojos del Guadiana y las Tablas de Damiel.
El varapalo judicial de la semana pasada, que anula el deslinde impulsado en 2016 por el organismo de cuenca relativo a unas quinientas hectáreas de terrenos que se utilizan como explotaciones agrícolas y ganaderas, no es óbice según Moraleda para actuar en base a la Ley de Aguas, “con independencia de que en otro momento iniciemos un nuevo deslinde”, afirma.
¿Pero por qué los tribunales no le han dado la razón a la Confederación Hidrográfica del Guadiana en esto? Moraleda lo explica: “Lo que cuestiona la justicia es cómo hemos calculado el cauce de terreno cubierto por máximas crecidas ordinarias. Para calcular la cifra recurrimos a un estudio hidrológico de 2011 incluido en la estrategia de restauración de ríos”.
El presidente de la CHG insiste en que “se ha hecho de la forma más profesional posible, pero los tribunales han visto otros informes periciales y llegan a la conclusión del que el deslinde no reúne los requisitos y condiciones para hacerlo fehaciente”.
“Lo volveremos a intentar”
A la Confederación del Guadiana no le queda, por ahora, más que acatar la sentencia, pero advierte: “En cualquier momento lo volveremos a intentar”.
El denominado dominio público hidráulico “persigue hacer un seguimiento del estado de las aguas superficiales continentales, las aguas subterráneas, las aguas de transición y las aguas costeras para alcanzar su buen estado desde un punto de vista ecosistémico”, explica el Ministerio para la Transición Ecológica en su página web. El buen estado implica que tanto el estado ecológico como el estado químico y, en el caso de las masas de agua subterráneas, el estado cuantitativo, deben ser buenos.