El incendio registrado este fin de semana en el cauce seco del Guadiana, en las proximidades del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, ha vuelto a poner de relieve la vulnerabilidad del ecosistema y la necesidad de actuar de manera inmediata sobre el río.
El geógrafo e historiador Alberto Celis, implicado en el proyecto ‘Resilvestrando el Guadiana’ y miembro de la Asociación Ojos del Guadiana Vivos, ha recordado que, «ante la desidia reinante sobre el cauce manchego», varios colectivos y ciudadanos han comenzado a actuar y han pedido que no se siga protegiendo el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel como si fuera una isla y que se considere que «su supervivencia depende del conjunto del sistema fluvial, de su entorno agrario y de su memoria ecológica».
Celis ha comentado que este año se han celebrado una serie de encuentros bajo el nombre de ‘Resilvestrando el Guadian’, que han reunido a propietarios, empresas, técnicos y asociaciones para analizar estrategias de recuperación del río.
De esos encuentros ha surgido un proyecto de custodia del territorio centrado en el tramo más cercano al Parque, entre Griñón y Molemocho, con medidas como la creación de un camino-cortafuegos ecológico, que sirva como vía de mantenimiento, espacio de observación y barrera natural contra incendios.
Además, se está estudiando la humidificación del cauce para prevenir futuros incendios.
Ha señalado que el fuego de este pasado fin de semana se inició en un barbecho entre la ribera del Guadiana y el camino de Moledores, a la altura del antiguo molino del Nuevo, y que la vegetación seca del cauce facilitó la propagación rápida de las llamas, que amenazaron con extenderse hacia Griñón y poner en riesgo la seguridad del Parque.
Sin embargo, la rápida actuación de los servicios de emergencia evitaron una tragedia mayor, pero lo ocurrido, ha dicho, «no puede considerarse un hecho aislado».
Transformación del Guadiana
«El Guadiana no ha desaparecido: se ha transformado. Hoy su cauce seco ha podido funcionar como un canal de fuego en ausencia de agua», ha advertido Celis, quien ha recordado los incendios de autocombustión de turba que se produjeron en 2009.
El geógrafo ha destacado que la vegetación acumulada en el cauce, sumada a las quemas de rastrojos mal controladas y el viento de Levante convirtió este fin de semana al río en «una amenaza latente para la biodiversidad y la seguridad del Parque Nacional».
Celis ha indicado que se ha dado la paradoja de que este mismo fin de semana se celebraba en Daimiel el Festival Folk ‘Tablas de Daimiel’, que defendía el agua y la vida en la región, mientras a menos de cinco kilómetros el cauce del Guadiana estaba ardiendo.
«Si no actuamos, el próximo incendio no será una sorpresa, será otra crónica de destrucción evitable», ha alertado tras recorrer el tramo afectado, documentar los daños y poner de manifiesto que el fuego no solo ha destruido vegetación, sino que ha liberado CO2, ha degradado el suelo y ha destruido refugios de biodiversidad.
Por ello, ha insistido en que la recuperación del río «no es una cuestión de nostalgia, sino de supervivencia ecológica» y en que la protección de las Tablas de Daimiel «requiere sin más dilación de un enfoque integral que incluya la memoria ecológica de los cauces fluviales y su entorno agrario».
