Plaza de toros de Daimiel. Menos de media entrada. Festejo mixto.
Se lidiaron dos toros de Loreto Charro, y un utrero de El Cotillo. Noble y de gran clase el primero, y más bronco aunque encastado el segundo. El novillo de El Cotillo, encastado, no tuvo ritmo.
El Cid: ovación con saludos.
Emilio de Justo: silencio tras aviso.
El novillero Carlos Aranda: oreja.
Actuó como sobresaliente de matador Enrique Martínez”Chapurra”, y de novillero Rafael Reyes.
Saludó tras banderillear Morenito de Arlés en el segundo. El festejo quedó suspendido a la muerte del tercero.
Que falta hace la lluvia, al menos por estos lares, pero bien podría haber aguantado ésta una horita más y haber dejado que se celebrase un festejo que despertó interés en el aficionado manchego – a pesar de que la entrada fue menos numerosa que la del año pasado-, al ser la única ocasión en la que se podría ver en directo a Emilio de Justo. Pero solo pudo ser a medias por la forzada suspensión justo a mitad de festejo.
Pinchó una muy templada faena El Cid a un toro que tuvo mucha clase y fue a más. Hubo verónicas mecidas, que fueron el prólogo de una faena de muleta reposada, de trazo largo y gusto por el pitón izquierdo, fundamentalmente. El de Loreto Charro se asentó en la arena en el segundo tramo de faena, una vez que el trato del torero fue más suave y no tan exigente. Una vez más El Cid anduvo sin Tizona.
El toro de Emilio de Justo tuvo un tipo más espeso, con menos cuello, y embistió acorde a tal conformación. Sin embargo, cuando De Justo, con una colocación y compromiso exquisito, toreándolo como si fuera bueno, se puso delante y tiró de él por el derecho, el de Charro respondió y persiguió la tela con emoción, al menos las tres primeras arrancadas, porque a continuación se paraba y se lo pensaba. Falló con la espada, con la lluvia ya cayendo fuertemente, desluciendo ambos extremo los un trasteo realmente meritorio.
Con la lluvia ya desatada y la gente en desbandada, saltó al ruedo un novillo gacho de cuerna, de acometidas inciertas y faltas de entrega por rebrincadas. Carlos se puso delante con más garra que ajuste al principio, y más acoplado y gustoso después, dejando una muy buena estocada de ejecución aunque no tanto de colocación, después de pinchar por partida doble, lo que no evitó que se le concediera una oreja.
Tras la vuelta al ruedo con el trofeo paseado por Aranda, el festejo quedó suspendido por la intensa lluvia y el mal estado del piso plaza. Bendita lluvia, pero eso, una horita más tarde…