La llamada del Ministerio fue el miércoles 25 de agosto por la tarde. “Mañana, a las 11, tenéis que estar en el campamento de Torrejón de Ardoz”. Las familias afganas habían despegado de Kabul en uno de los aviones del Ejército del Aire en dirección a España. Cepaim de Ciudad Real iba a participar en la “acogida exprés” de refugiados más importante de la historia reciente de este país.
Con los pies en el suelo después de días frenéticos, el coordinador de la fundación en Ciudad Real, Ignacio Gómez, comparte con tres trabajadoras, Pilar López, Nuria Bejarana y Rosa María Casero, las experiencias vividas y las evidencias que reflejan el éxito de la acogida. También describen el recorrido que tendrán que superar todos los que han huido del terror talibán dentro del sistema de acogida e integración para solicitantes y beneficiarios de protección internacional. Y hablan de sus preguntas, que son muchas.
34 refugiados en menos de 24 horas
Los 34 solicitantes de asilo internacional que están en Ciudad Real, 18 hombres, 12 mujeres y 4 menores, desembarcaron en el campamento temporal dispuesto por el Ejército. Cepaim ya había estado otras veces en la base, también en Barajas y en el puerto de Algeciras, pero “la principal diferencia era que en menos de 48 horas iban a estar los servicios montados y las personas en una vivienda normalizada”. “Ese fue el gran logro”, admite Ignacio.
España recibió 2.181 refugiados, llegados en 17 vuelos en nueve días de rescate. En la Operación Antígona participó el Ejército con la evacuación, el Ministerio del Interior que se ocupa de la solicitud de asilo, y el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, que es el encargado de detectar la “vulnerabilidad”. También estaban las organizaciones que trabajan dentro del sistema de acogida, que en el caso de Ciudad Real son Cepaim, Cruz Roja y Movimiento por la Paz.
“El wifi es casi tan importante como la alimentación”
Los 13 refugiados que ha acogido Cepaim en 3 pisos diferentes pararon a las nueve de la noche del jueves en Ciudad Real, “con lo puesto”. Cuenta Ignacio Gómez que “en los primeros días se lavaban la ropa por la noche para ponérsela al día siguiente”. En condiciones normales la entrada de un refugiado en el sistema de acogida puede durar hasta un mes.
En Castilla-La Mancha, Accem es la entidad de “primera acogida”, que se encarga de que se recuperen, que consigan muda. Pero, “esa primera fase la saltamos”. “Es como si directamente desde Kabul llegaran a Ciudad Real”, añade Pilar López. De no haber existido el Covid, ni haber tenido que pasar las pruebas PCR, “en menos de 24 horas podían haber estado aquí”.
¿Dónde puedo conseguir una tarjeta de teléfono? Aquella jornada fue la frase más repetida. En el mundo de las comunicaciones, Ignacio reconoce que “el wifi es casi tan importante como la alimentación”. La principal preocupación de los refugiados era comunicarse con sus familias. Llevaban tres días sin contactar con Afganistán, “con muchas situaciones que no sabemos y un atentado de por medio”. Conseguirlas, les liberó.
El perfil: trabajaban con entidades españolas y tenían “una posición acomodada”
Los refugiados que han llegado a Ciudad Real, como el resto, son colaboradores, “personas que tuvieron algún tipo de vinculación con entidades españolas” en las últimas dos décadas en Afganistán y que además “tenían una posición muy acomodada”. Ignacio Gómez señala que la mayoría “se dedicaban al comercio, funcionaban bien y tenían una situación socioeconómica privilegiada”.
Aquí está el primer choque: las pérdidas económicas y de estatus. Ignacio reflexiona que con la rapidez de la huida “creo que hasta el momento apenas han sido conscientes de que han salvado la vida” y su mirada está puesta más “en lo que han perdido en el camino”. Rosa María Casero explica que “a nivel emocional van a pasar desde la euforia de estar seguros y tranquilos aquí, a la preocupación, que va a ser prácticamente constante”.
De la noche a la mañana en un lugar desconocido
Por la experiencia de otras acogidas, en concreto de las familias sirias e iraquíes que tuvieron a partir de 2016, año de inicio del sistema actual, a estas personas las espera un auténtico “tobogán emocional” hasta llegar a comprender “la situación que tienen en el presente y que les espera de cara al futuro”. ¿Cuándo me voy a poder mover? ¿Cuándo podré volver a mi país? ¿Cuándo voy a tener dinero de manera independiente? ¿Cuánto tiempo voy a tener que estar en el piso? Son otras de las preguntas que lanzan al aire en estos días.
“De la noche a la mañana se han encontrado en un sitio donde no conocen ni la lengua, ni la cultura, ni absolutamente nada”. Rosa María, que es trabajadora social, comenta que lo que más les preocupa es “su futuro”, qué posibilidades les ofrece este país que de momento los ha acogido con los brazos abiertos. La segunda inquietud es “la familia que ha quedado allí” mientras que los talibanes consolidan su gobierno.
El esfuerzo que realizarán los refugiados afganos será “sobrehumano”. “Trabajar con ellos es darte un choque de realidad, porque nosotros tenemos problemas de primer mundo, si se pueden llamar problemas”, dice Pilar. Los trabajadores de la entidad son desde ahora su “familia”. De hecho, hasta el momento apenas recuerdan algo más que el recorrido entre su piso y Cepaim, que es “su refugio”.
De España conocían “las cuatro cosas básicas”, Madrid, Barcelona, el Real Madrid, Messi y Ronaldo. De Ciudad Real nunca habían oído hablar. El clima tan caluroso y su tranquilidad fue lo primero que les llamó la atención, incluso les preocupó. ¿Aquí que vamos a hacer?, decían. Cuenta Ignacio Gómez que “ya les hemos dicho que el frío llegará” y que habrá más actividad cuando terminen las vacaciones y empiecen los colegios.
Testimonios y visados: esta semana formalizarán la solicitud de protección internacional
Todos firmaron el Torrejón de Ardoz un documento por el que manifestaron su voluntad de solicitar protección internacional, aunque a lo largo de esta semana van a formalizar la solicitud ante la Brigada de Extranjería de la Comisaría de la Policía Nacional de Ciudad Real. Tienen que hacerlo antes de 45 días, pero no quieren perder tiempo. Pilar López, abogada especializada, ya tiene “línea directa” con la brigada, a la que les ha proporcionado el listado de personas.
A la hora de tramitar estas solicitudes hay que tener en cuenta, según explica Pilar, que “aquí no nos encontramos con personas que viajan a otro país para tener una vida mejor, por un sistema económico mejor, porque eso se llamaría migrante”, sino que “han tenido que salir huyendo perseguidos por motivos de género, etnia, raza, religión o condición sexual”, y tendrán que demostrarlo para conseguir el estatus de refugiado.
En el transcurso de esta semana van a aportar sus testimonios y la documentación que demuestre que han sido perseguidos, por ejemplo, pasaportes, visados, certificados de nacimiento, papeles que indiquen en qué trabajaban, dónde y con quién, fotografías, recortes de prensa, audios. Hay documentos que no tienen porque no existen en su país, como el libro de familia, y “no todos tienen papeles, hay gente que sí y gente que no”, explica Pilar.
Desde entonces recibirán su resguardo de solicitud de protección internacional y su NIE, un número de identificación “que les abrirá los servicios de la ciudad”, como es el empadronamiento. A su vez, éste les permitirá obtener la tarjeta sanitaria, según señala Pilar, “algo muy importante, porque cada persona viene con sus dolencias”. A partir de entonces también podrán abrir una cuenta bancaria y escolarizar a los menores.
Formalizada la solicitud tendrán un plazo de seis meses para poder empezar a trabajar, a no ser que antes el Ministerio, que es el que valora y resuelve el caso, les conceda el estatuto de refugiado y por lo tanto la tarjeta de residencia, que será su “documento de identidad” y les dotará de “los derechos que puede tener cualquier ciudadano de España”. Si no llega antes, a los seis meses obtendrán la “tarjeta roja”, como personas que han solicitado asilo y que siguen en estudio, pero que aún no tienen contestación ni positiva ni negativa.
Las resoluciones positivas de asilo “apenas llegan al 5 por ciento”
Dado que existe “un conflicto claro y manifiesto, que lo hemos visto todos, y que encima ha tenido que intervenir el Ejército”, Ignacio Gómez entiende que habrá resolución positiva y que será “rápida”, en unos meses, como ocurrió con los refugiados sirios. El coordinador de Cepaim destaca que las personas que proceden Oriente Medio “son de las que obtienen más resoluciones positivas”, y eso es muy relevante, pues según añade Pilar López, “apenas llegan al 5 por ciento”.
“Que nadie se piense que todas las personas que llegan obtienen el estatuto. Para nada, porque es un sistema probatorio”. Pilar afirma que es cierto que muchas familias sirias e iraquíes en los últimos años han obtenido resoluciones positivas, “porque las personas que vienen de guerras en las que han tenido que intervenir autoridades de otros países poco tienen que demostrar”. Pero eso no ocurre con los que vienen del gran continente africano, de países como Ucrania y Georgia, o de Latinoamérica, como Honduras, El Salvador o Colombia.
Existen muchas diferencias entre nacionalidades. De hecho, en los últimos años ha habido miles de personas venezolanas que han obtenido la residencia por razones humanitarias, que dura un año, pero a las que se les ha denegado la protección internacional, que dura cinco. El Gobierno también es sensible ante “los casos de trata, matrimonio forzoso o persecución LGTBi”.
El sistema de acogida dura entre 18 y 24 meses, 6 de residencia en pisos tutelados, pero si la denegación de la solicitud de asilo llega antes las personas se quedan fuera, sin protección y sin documentos, “de forma irregular” y encima “nadie les pueden contratar”. Hasta los 3 años no pueden regularizarse por arraigo social.
Seis meses para aprender castellano y encontrar un empleo
Aprender castellano para luego conseguir trabajo. Es el “primer objetivo” que tienen por delante las familias afganas, que en apenas seis meses tendrán que dejar todo atrás, partir de cero e integrarse en La Mancha. Entre las 13 personas que tiene en acogida Cepaim solo dos saben “un poquito de castellano”, aunque todos asisten diariamente a clases con una formadora, que se ayuda del teléfono móvil, pues aquí no existen traductores de persa ni darí, su dialecto.
Antes de empezar a buscar empleo, Nuria Bejarana, orientadora laboral, explica que tienen una entrevista previa, “para saber su nivel de formación, de idiomas y expectativas”. A través de los programas ‘Actúa’ y ‘Empléate’ diseñan un itinerario con formación específica. En Cepaim también los ayudan a homologar sus estudios, pues entre los refugiados que llegan a la fundación “hay universitarios, médicos, ingenieros, enfermeras o diseñadores gráficos”.
Luchan para que estas personas no acaben siempre en los sectores más precarizados, en el hogar o en el campo. “Todavía tenemos que superar muchas cosas en la sociedad de acogida, pues no estamos abiertos a ver un juez marroquí o a que en una tienda nos atienda una mujer con un velo”, explica Nuria. Son personas en las que el Estado no ha invertido dinero y, sin embargo, la sociedad se puede beneficiar de sus conocimientos.
Los niños en edad escolar se incorporarán en unos días a los centros educativos, que “afortunadamente ya cuentan con la experiencia de otros años”. “Los críos son los que van a aprender español enseguida y les van a traducir a los adultos”, dice Ignacio, que recuerda con alegría el premio de excelencia académica que recibió hace unos años un niño refugiado sirio en el colegio Miguel de Cervantes.
El éxito de la acogida revela la necesidad tener “vías seguras y legales”
Si algo ha puesto de manifiesto este histórico rescate de refugiados afganos es “la importancia de tener vías seguras y legales”. El coordinador de Cepaim destaca que “esa ha sido la principal diferencia y ha revelado la necesidad de este tipo de vías”. “Estas familias tuvieron que pasar los peores días de su vida hasta llegar a Kabul, pero la evacuación en avión por parte del Estado les evitó los sufrimientos que aguantan las personas que vienen por Ceuta o la vía canaria”, expresa.
En estos días se acuerda mucho de “la primera familia iraquí que acogimos, que huyó del conflicto provocado por el Estado Islámico, y que tuvo que pasar de Turquía a Grecia y luego a España, a través de cuarenta sobornos”. Ignacio apunta que los refugiados que optan por atravesar el Mediterráneo se ven obligados a pagar “cantidades astronómicas que les hacen estar endeudados de por vida con las mafias”. Lo mismo ocurre con los que cogen la vía canaria, “y que se juegan la vida en un cayuco”. “Tenemos una realidad bastante preocupante”, añade.
Con el aeropuerto de Kabul cerrado, en Cepaim preocupa que no se puedan mantener vías seguras para que haya reunificaciones familiares. La abogada señala que “la Ley de Asilo reconoce el derecho a la reunificación familiar”, como ya ocurrió con el conflicto sirio, pero la única opción que tienen ahora es buscar rutas alternativas por otras fronteras.
Existen “decenas de ejemplos” de personas que han logrado la integración
Desde la sede de Cepaim, delante de un gran mapa del mundo, el coordinador aprovecha para poner en valor el sistema nacional de acogida, que a su juicio “ha dado respuesta muy rápida a este problema” y que “de manera paralela está dando respuesta a la gente que llega por Ceuta y por Canarias”. En Cepaim gestionan 42 plazas en 7 pisos, y tienen plazas libres. Experiencias de éxito existen e Ignacio García recalca en que “hay decenas de ejemplos de personas que han decidido seguir su camino en España y que han logrado la integración”.