El paso del caminante que atraviesa la tierra del destartalado hidalgo Alonso Quijano llega a Manzanares dispuesto a sumergir su curiosidad en el pasado trashumante, las andanzas medievales de la orden de Calatrava y los surcos que ha dejado el radiante sol de la llanura en la piel de vendimiadores y artesanos queseros. Calles empedradas y casas solariegas marcan el recorrido por la calle Carmen y Doctor Fleming, donde un elemento singular ha empezado a motear las fachadas de esta población manchega que reivindica su patrimonio y su historia.
Fuera de luces de Navidad o alguna bandera de España en tiempo de fútbol, los manchegos en pocas ocasiones hacen alarde de devociones, ideas o celebraciones en los exteriores de sus hogares. Algo ha pasado en esta ciudad para que gran parte de las viviendas del centro y más de una de fuera hayan decidido colgar unos lazos azules, que nada tienen que ver con la versión manchega del rechazo al encarcelamiento de parte del Govern catalán y de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Desde la Plaza de Alfonso XIII, María, una vecina de 60 años y trabajadora en una oficina, elimina cualquier duda: “los lazos azules que cuelgan de los balcones son en apoyo al convento de las monjas de clausura”. Fundado en 1592 y con una vinculación estrecha con la población, el monasterio de las Concepcionistas Franciscanas Descalzas de Manzanares podría echar el cierre este mes de junio por la falta de vocaciones.
Respaldo mayoritario a las monjas
En estos momentos, sólo tres monjas de clausura habitan el convento de la Orden de la Inmaculada Concepción, de Santa Beatriz de Silva, y según ha podido conocer este medio, sería necesario sumar al menos dos religiosas para que el histórico edificio continuara abierto.
El movimiento en apoyo a las monjas empezó hace dos meses, encabezado por la Mesa Pro Convento, y desde entonces los lazos de gomaeva y raso decoran las fachadas, ha habido una recogida de cerca de 8.000 firmas -5.400 a mano y 2.500 a través de la plantaforma change.org- y alguna concentración casi espontánea convocada a través de las redes sociales.
En esta época de crisis de valores religiosos y agnosticismo, la defensa de la supervivencia de un convento con monjas de clausura resulta paradójica y hace aún más llamativa la opinión generalizada en Manzanares de este fenómeno ciudadano. Quizás tengan que ver los cuatro siglos de historia del convento, la puesta en valor del patrimonio y la relación tradicional que han tenido estas monjas con la ciudad, a nivel religioso, pero también en el ámbito educativo y en otro tipo de menesteres.
Del rezo a la defensa del patrimonio histórico
Con una vinculación directa con las monjas, primero con Sor Asunción y ahora con Sor Mercedes, desde hace muchos años, María habla de la relación “tan cercana” que mantienen con el pueblo, “la clausura ya no es lo de antes, que no se les veía nunca, ellas están abiertas a la gente y hacen una buena labor”. La vecina explica que “su principal misión es rezar” y servir de apoyo a aquellos que buscan “consuelo”, aunque hacen muchas otras cosas, tienen servicio de lavandería y hacen dulces.
Decenas de personas acuden a diario al rosario de la aurora del convento, y luego están las misas dominicales o las sabatinas a la Virgen, pero las reivindicaciones de Manzanares van mucho más allá del ámbito religioso. Luciano, un joven de 33 años vecino de la calle Doctor Fleming que prepara en la actualidad unas oposiciones, reflexiona sobre la gran preocupación que existe en el barrio sobre la conservación del patrimonio histórico.
“El pueblo sufriría una gran pérdida si cierra este convento y si en definitiva las monjas tienen que marchar habría que hacer todo lo posible por conservarlo desde un punto de vista público o privado”, explica al mismo tiempo que admite sus dudas sobre el mantenimiento que tendrá el edificio en caso de que las reivindicaciones no den sus frutos. Sin abordar la cuestión religiosa, aunque reconoce que “las monjas son parte del barrio y de la ciudad”, Luciano añade que “Manzanares no se puede permitir perder este edificio desde el punto de vista turístico”.
La solidaridad del pueblo de Manzanares hacia las Concepcionistas Franciscanas Descalzas de Manzanares viene de lejos y Luciano hace referencia al apoyo que han prestado familias del pueblo en los últimos años conscientes de la mala situación económica del convento, razón que podría estar detrás del cierre.
Situaciones similares en la provincia
Frente a la parroquia de la Asunción, Dori, una vecina de Manzanares que combina el lazo azul que ha colgado en su casa con otro marrón que lleva en la camisa para defender un sistema público de pensiones dignas, confirma que la recaudación de las últimas actuaciones del grupo de teatro de la Universidad Popular también ha ido para el convento.
“El convento es un símbolo para el pueblo que se debe respetar, independientemente de que sea eclesiástico o no, y no debemos consentir esta situación, porque si cierra en Manzanares perderemos todos”, afirma con rotundidad Dori, tras destacar que no es necesario que una persona sea creyente para apoyar esta causa.
Visibilidad y apoyo con cada lazo en balcón o en solapa, porque “todo el mundo tenemos que tener derecho a permanecer en el sito que llevamos tiempo ubicados”. Así lo expresa Gonzalo, desempleado de 43 años, tras participar en una concentración en la Plaza de la Constitución, no por las monjas, sino por las pensiones, que es lo que más le afecta, aunque tampoco descartaría acudir a alguna movilización en favor de la continuidad de las tres religiosas de origen indio y unos cuarenta años que aún permanecen en Manzanares.
La Diócesis de Ciudad Real confirma que 134 monjas de clausura viven en la actualidad en toda la provincia, pertenecientes a trece comunidades y nueve congregaciones diferentes, abocadas en parte a la desaparición si prosigue la crisis de vocaciones y el normal envejecimiento de residentes.
Hace diez años cerraron las Concepcionistas Inmaculadas de Ciudad Real, hace cinco las Dominicas también de la capital, y bajo mínimos también está el convento de las Dominicas de Almagro con cuatro religiosas y las Clarisas de Villarrubia de los Ojos con cinco, por lo que si la tendencia prosigue es probable que el independentismo catalán deje de ser el único motivo para colgar lazos solidarios en los balcones de media península. La despoblación ha tocado a puerta de la Iglesia.