J. Y.
Ciudad Real
M. Q., un vecino de la aldea Las Islas perteneciente a la localidad de El Robledo, se declaró este martes amante de los animales y lamentó el “doloroso accidente” que acabó con la vida de dos gatos de su prima tras comer de unos cuencos que él preparó con atún y un potente plaguicida hace casi tres años y medio.
El joven se enfrenta a un año de cárcel como presunto autor de un delito de maltrato animal, por haber envenenado supuestamente a los felinos, un caso que se dirimió en el juicio celebrado ayer en el Juzgado número 1 de lo Penal de Ciudad Real y que quedó visto para sentencia
Para la fiscal quedó probado que el imputado mezcló uno de los alimentos que más gusta a los gatos, el atún, con un agroquímico de alta toxicidad (está prohibido desde el año 2000), con la intención de provocar el fallecimiento de los animales, dado que días antes había advertido a su prima de que iba a actuar de esta manera si le seguían molestando.
En su informe, el Ministerio Público dio como seguro que el procesado obró con “eventual dolo” al colocar en el porche de su casa los recipientes con “el reclamo del pescado” y al que los felinos accedieron fácilmente porque vive en una casa colindante a la de la denunciante.
Por ello, pidió una sentencia condenatoria para el imputado por el trato “injustificado” a los animales domésticos.
Por su parte, el abogado de la defensa, solicitó la absolución porque, a su juicio, hubo una “intromisón ilícita” de la dueña de los gatos en casa del imputado, lo que, según argumentó, invalida el resto de pruebas y de los hechos a valorar.
El letrado explicó que la prima invadió el domicilio de M. Q. cuando fue a casa de éste y se llevó los recipientes sin su permiso, tras comprobar que dos de sus cinco gatos (otros dos estuvieron afectados pero en menor medida) estaban convulsionando y vomitando sangre.
Igualmente, se hizo eco de jusrisprudencia para argumentar que la parte delantera de la casa es una dependencia propia del domicilio, “al que no llamó” y, por tanto, “cometió una violación del derecho, total y flagrante, que no tiene amparo judicial ni policial”.
“La obtención ilícita (de los cuencos) afecta a toda la prueba”, reiteró, a la vez que cuestionó que hubiera habido amenazas por parte de su patrocinado. Sí aseguró que “existía inquina” contra el acusado, así como que la única intencionalidad que tuvo fue “acabar con las alimañas”, que colaboró con la Guardia Civil y que, por tanto, “no hubo dolo eventual”.
Para las alimañas
El acusado, en el interrogatorio, reconoció que el 20 de octubre de 2013, instaló la comida ‘envenenada’ “sin intención de matar a los gatos”, sino para “las alimañas”. Explicó que el producto químico, “unas bolitas azules”, lo guardaba su padre en un armario, y que él mismo desconocía las indicaciones y dosis para su uso.
Señaló que las relaciones con sus familiares “eran malas”, aunque el cerrojo de la puerta directa entre ambas casas estaba abierto.
“Lo iba a denunciar”
Por su parte, la denunciante y prima del acusado, dijo que no se llevaban del todo mal, si bien semanas antes del suceso, M. Q. la había “amenazado” con hacer daño a los gatos porque le molestaban. “Le dije que se esperara al invierno para meterlos en mi habitación, y que si cumplía sus amenazas, lo iba a denunciar”.
Según relató la joven, los hechos “ocurrieron en 15 ó 20 minutos mientras me duchaba”. Al parecer, estaba en su dormitorio junto a dos cachorros con la ventana abierta y cuando llegaron los felinos afectados en estado grave “sabía que había sido él”, indicó. “La gata estaba temblando, con vómitos de sangre, no podía subir el escalón, estaba tan mal que me causó un trauma que no me lo quita nadie y no pude ir dos días a clase”, declaró. Señaló, además, que avisaron a un veterinario, que les dijo que no había solución porque el veneno era muy potente, y a los efectivos del Seprona de la Guardia Civil para que investigaran el caso.
La joven reconoció que entró a la casa de su primo “sin llamar” por la puerta común y recogió los recipientes con los restos de comida, y que a partir de ahí ha tenido que instalar una jaula en su porche “para que mis gatos puedan vivir”.
Su madre ratificó esta versión, pues, aunque en esos momentos vivía en otra finca, fue informada vía telefónica por su hija de todo lo ocurrido. “Había alguna desavenencia por una deuda económica pero nada grave entre las familias”, manifestó y agregó que “mi hija me contó lo de las amenazas y lo que pasó después que a ella le provocó un sock”.
De hecho, la mujer acudió al día siguiente a la vivienda familiar “y había restos de sangre porque se reventaron por dentro”, recordó y sostuvo “que fue inhumano como murieron”.
También testificaron dos agentes de la Guardia Civil que corroboraron los cuencos tenían restos de atún y del veneno y que quien lo usa “sabe la potencia que tiene”.