Lo cierto es que, para documentarnos ampliamente sobre el origen del Belén, hemos manejado abundante y variada bibliografía. Pero hemos encontrado una obra especialmente atractiva en su presentación, y completa en su tratamiento textual, literario y gráfico. Nos estamos refiriendo a la obra ‘El Belén’, publicada hace unos años por ‘Lunwerg’, una de las editoriales españolas de libros de mayor prestigio a nivel mundial, si no la que más. Que edita obras individualizadas de gran formato y calidad.
Este ‘Belén’ que comentamos, cuenta con casi un centenar de fotos en color, muchas de ellas a toda página, y algunas desplegables. Pero no es sólo importante en su confección la naturaleza de las piezas que se nos muestran, especialmente del ‘Belén napolitano’, sino también la forma en que han sido realizadas y reproducidas, todo un prodigio de sensibilidad y delicadeza.
Santiago Alcolea i Gil realiza un recorrido por AEl Belén como expresión de un arte colectivo@, y los belenes anteriores al siglo XVIII, la gran época del XVIII, los focos peninsulares más destacados, el foco de Murcia, Portugal, el núcleo de Cataluña, y los belenes en la época contemporánea. Alcolea es al mismo tiempo el comentarista de las ilustraciones. Por su parte, el estudio específico de ‘El Belén napolitano’ es de la responsabilidad de Carmelo y Emilio García de Castro Márquez, que se detienen en la causa, la historia, las primeras representaciones del nacimiento de Cristo, la cueva de Greccio, el belén corpóreo, el belén en el hogar y el belén napolitano. Y dentro de este último, los autores del libro se detienen sobre los pastores, los vestidos, los animales, los complementos, el decorado y su paisaje, autores de belenes y colecciones notables.
BELÉN NAPOLITANO
La penúltima parte se compone de una muestra fotográfica del ‘Belén napolitano’, en el que las figuras alcanzan un grado de verosimilitud y realismo increíbles. Se repite el texto en lengua inglesa a cargo de Martin Moore, y se acompaña de una extensa bibliografía en español e inglés. Y conviene aquí expresar que las fotos han sido especialmente seleccionadas por el Archivo Lunwerg, García de Castro, Francisco Ontañón, Donald G. Murray, y entidades e instituciones tan importantes como el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Instituto Portugués de Museus, Foto Scala, de Florencia, Fundación Bartolomé March, The Metropolitan Museum of Art, Museo de la Garrotxa, Museo del Prado, Museu Frederic Marés y el Patrimonio Nacional.
Es de destacar la extraordinaria calidad de edición de la obra, en gran formato, exquisita maquetación y primorosa fotomecánica, que vino a enriquecer la bibliografía existente sobre el Belén, y que puede constituir en estos días una excelente obra de consulta.
También Ediciones del Prado publicó hace algunos años una excelente obra, compuesta por fascículos semanales encuadernados en tres volúmenes. Cada fascículo venía acompañado por una figura realizada en resina, por uno de los maestros actuales de la imaginería belenística, José Luis Mayo Lebrija (Toledo, 1941). Mayo está considerado internacionalmente como uno de los mejores escultores costumbristas en la creación de figuras de Belén, por la sencillez en el modelado, y también por el realismo que ofrecen al espectador.
Origen del belenismo:
El belenismo es un fenómeno profundamente popular, que se ha desarrollado partiendo de diversas raíces. Ya en el siglo II se adoptaron temas del Nacimiento de Cristo, y podemos apreciar algunas muestras de estas representaciones en la Catacumba de Priscila, en la que aparece por primera vez la Virgen con el Niño en brazos y, a su lado, el profeta Isaías apuntando con el dedo hacia una estrella (180 o 200 D.c.). Pero es en el siglo XVI, cuando empiezan a construirse belenes domésticos y se implantan tímidamente, siendo en un principio un privilegio de la nobleza, y hasta el siglo XVIII poco populares.
En los países con gran cantidad de bosque y madera, se empezaron a tallar figuras considerablemente más pequeñas y a colorearlas. Después del siglo XVII aparecieron los belenes de papel, que eran más baratos que los usados hasta entonces y por ello tuvieron una mayor difusión. Con la aparición de la imprenta se hicieron más asequibles, y se han venido realizando hasta nuestros días. Pero en otros países se mantuvieron las figuras vestidas, como en Nápoles, donde se han producido los mejores belenes conocidos hasta hoy.
En lo que concierne al paisaje que rodea a las figuras y a las obras de arquitectura, también experimentaron un gran desarrollo a finales del siglo XVIII, con la popularización del belén. Desde el principio se intentó imitar el paisaje tal como se presumía que era en Belén, pero es a partir de este momento, cuando se incrementa el interés por crear una ambientación lo más similar posible. Esto dio pie a la organización de peregrinaciones a Tierra Santa. Pintores de iglesias y artistas creaban magníficos fondos, en los que se apreciaba la magia de aquellas tierras. Así, los constructores hicieron casas orientales con cúpulas y arcos, pozos y cisternas en mini formato, y también el belén oriental alcanzó entonces su máximo apogeo.
A finales del siglo XVIII, el belén sufre un gran declive, debido a las modernas formas de pensar enfrentadas a la barroca y a las costumbres religiosas. Pero el belén experimenta su renacimiento a partir del siglo XIX, especialmente en Alemania con el grupo de pintores de los ‘Nazarenos’. Realizaban belenes de papel, que luego pintaban cada uno siguiendo su propio estilo, lo que supuso un gran impulso para el resurgimiento del belén. Entonces empezaron a fabricarse figuras en serie, y la industria del juguete se apoderó de todo lo relacionado con los belenes, lanzando al mercado miles de figuras de yeso, arcilla y papel maché. Baratas de fabricar, y a menudo pintadas a destajo, siguieron una marcha triunfal y desbancaron a la confección artesanal, de calidad infinitamente superior. Para ello se fundaron las asociaciones de belenistas, dirigidas a la diferenciación de productos, y la expansión y mejora del belenismo.
San Franciso de Asís
La realización de belenes vivientes en los lugares santos, influyó fuertemente en San Francisco de Asís, con lo que en 1223 empezó a promover aquel original Belén viviente, que le ha hecho acreedor del título de ‘primer belenista’, y que las asociaciones le consideren su Patrón. Se sabe que pidió licencia al Papa, para que su montaje fuese posible en el bosque de Greccio. Y aunque tal celebración puede considerarse como una representación sacra, hoy se considera aquel hecho como el verdadero origen del ‘Belén’.
En España, desde sus principios, la ejecución material de las figurillas tiene una tendencia especial, la policromía. A esa finalidad de poder colorearlas se atribuye la preferencia por la madera y el barro, y el que incluso en el Renacimiento, al introducirse la escultura en piedra, mármol, alabastro y bronce, o escultura monocroma, los belenistas sigan fieles a la policromía.
El renacimiento de las figuras hechas con tierra de España se señala en los linderos del barroco. Una de sus precursoras fue la imaginera Sevillana Luisa Roldán “La Roldana” (1636-1704). Hija de discípulos del gran imaginero Montañés, cuya tradición llega a perdurar en los retablos sevillanos, como el famoso del Hospital de la Caridad, en el que colaboraron Valdés Leal y Murillo. Luisa Roldán modeló figuras de Nacimiento, de las cuales se han conservado varios grupos en la colección del Conde Güell, en la Hispanic Society, de Nueva York, y en el Convento de Santa Isabel, de Madrid.
Una vez instalado en Madrid el rey Carlos III, construye una sala especial en el Palacio Real para la construcción de belenes. Con el rey, el padre Rocco, gran amigo suyo, se convierte en un verdadero apóstol del belén, que Carlos III no tarda en propagar. Entonces el monarca encarga a los artistas valencianos José Esteve Bonet y José Ginés, y al gran imaginero murciano Salzillo, que construyan figuras para unas de sus creaciones más queridas: el ‘Belén del Príncipe”, para su hijo Carlos IV. Este belén, se caracteriza por tener figuras de diferentes tamaños, capaces de ofrecer una acertada perspectiva para el espectador.
Concluiremos diciendo que han sido los impulsores y artesanos más importantes de la historia del belenismo en España, Fray Eugenio de Torices, La Roldana, Carlos III, Francisco Salzillo, los hermanos Griñán, la escuela de Olot, Martín Castells Martí, y José Luis Mayo Lebrija, entre otros. Gracias a la publicación del libro de Editorial Lunwerg, bien puede considerase a sus autores, como propagadores de este arte belenístico al más alto nivel.