Juan L.M., el conocido empresario de Piedrabuena condenado a siete años de cárcel por abusar de una mujer que trabajó en su fábrica en 2017, ha ingresado en prisión para cumplir una sentencia del año 2019, que se ha resistido a aceptar hasta el último momento. De hecho y aunque está en Herrera de La Mancha desde finales del año pasado, ni siquiera ha pagado la indemnización mínima de 18.000 euros que le impuso el tribunal por daños morales que alivien algo el calvario personal de la víctima.
“Sabemos que vendió la empresa, tiene dinero, pero ni así ha asumido su responsabilidad, mientras que ella ha sido incapaz de encontrar otro empleo, o mantener un trabajo mucho tiempo seguido por las secuelas que arrastra”, explica Luis del Valle, el abogado de la mujer.
El caso, similar al del psicólogo infantil condenado a penas todavía más abultadas por abusar de varias niñas y que sigue en libertad (con sentencias de 2019, unos meses después de esta), refleja lo complejo que es para una víctima de delitos sexuales, no ya demostrar la acusación, sino ser resarcida y que los responsables paguen.
En estos delitos no se acuerda prisión preventiva
“Es lo habitual, quien se lo puede permitir agota todas la vías de recurso, en este caso ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha y el Tribunal Supremo, y retrasa los trámites en su lógico derecho de defensa. Lo extraño es que en este tipo de delitos tan graves, como sí ocurre con el tráfico de drogas, no se acuerde al principio la prisión provisional o se entregue alguna cantidad en concepto de responsabilidad civil”.
Propietario de una conocida fábrica de conservas en Piedrabuena que ya ha vendido, a Juan L.M. la sección primera de la Audiencia Provincial le dio en mayo de 2021 cinco días para ingresar de forma voluntaria en prisión, pero logró retrasar ese trámite alegando problemas de salud. Se fijó fecha para que lo viera un forense “pero luego ni se presentó”, asegura Del Valle.
La mujer ha renunciado a reclamar por otro quebrantamiento
Con la cárcel no se cierra el caso, “hemos pedido que se reactive la ejecutoria para intentar cobrar la indemnización”. En estos años la justicia ha dado otra vez la razón a la víctima, el acusado volvió a ser condenado por un incumplir la orden de alejamiento. “Y teníamos otra pendiente pero hemos renunciado porque mi defendida está agotada, quiere pasar página”.
Sensación de impunidad
Que haya ingresado en prisión tampoco supone mucho alivio para ella en estos momentos. Al final fue ella la que se tuvo que marchar de Piedrabuena e intenta rehacer su vida en otro lugar. “Al final te queda una pequeña sensación de impunidad, la justicia tiene los medios que tiene, por mucho que estos asuntos generen oleadas de indignación”.