La caza del corzo, prevista a partir del 1 de abril en Castilla-La Mancha, según la orden de vedas del Gobierno autonómico, tendrá un desarrollo casi normalizado, a pesar del escenario de pandemia y las medidas restrictivas que siguen vigentes para luchar contra el coronavirus.
El sector cinegético prevé una buena campaña ante el óptimo estado de las poblaciones de esta especie de caza mayor, mientras que desde la administración regional permitirán la presencia de cazadores de fuera en los recechos previa presentación de un permiso. Así, solventarán el cierre perimetral.
En concreto, los interesados en participar en esta actividad podrán tramitar un justificante de asistencia con la firma del titular del coto, cuyo modelo está en la web de la Junta de Comunidades (Gobierno de Castilla-La Mancha), tal y como han informado a este digital desde la Consejería de Desarrollo Sostenible.
El periodo de veda previsto para el corzo macho es del 1 de abril al 31 de julio, mientras que en la temporada pasada se amplió en 15 días por las circunstancias sanitarias.
Luis Fernando Villanueva, presidente de la Asociación de Propietarios Rurales para la Gestión Cinegética y Conservación del Medio Ambiente (Aproca), confirma el recorte del periodo anterior, en el que “se cazó muy poco”, solo “a partir de julio”.
Para la presente campaña prevén “un buen año” en las distintas provincias castellano-manchegas donde cría, como Guadalajara y Cuenca, con más densidad, y Toledo y Ciudad Real. En el territorio ciudarrealeño tiene principal presencia en la comarca de Cabañeros y en el Valle de Alcudia.
Villanueva considera necesario el control del pues “se mueven mucho porque marcan territorio”, y pueden provocar “accidentes de tráfico”.
De la misma manera, este portavoz celebra que la modalidad permitida, de rececho, garantiza «todavía más» el cumplimiento de los protocolos, ya que se practica de manera individual. «No hay agrupamientos de gente», subraya, y se pueden cumplir las medidas higiénicas.
Villanueva también recuerda «la riqueza» que supone para los pueblos de las comarcas de tradición cinegética, en el caso del corzo con más intensidad en las provincias de Cuenca y Guadalajara, a donde se desplazan «cazadores de Madrid».
Más afectadas por la Covid
Precisamente, la caza del corzo es una de las actividades cinegéticas más afectadas por el impacto de la Covid-19. Según los datos preliminares de un estudio que la Fundación Artemisan está realizando, los permisos de recechos, especialmente de esta especie y de cabra montés, son los que más bajaron en 2020.
La caída media de las expediciones autorizadas por las administraciones se situó entre el 20% y el 40%, mientras que la tramitación de permisos de caza en terrenos privados retrocedió cerca del 36 %.
Destacan, apunta Artemisan, los recechos, con una disminución del 44%, las monterías, con un 38% menos, y los permisos de daños, con una caída del 31%.
El estudio ya ha culminado la primera fase, de marzo a octubre, meses presididos por las primeras olas del confinamiento, y la limitación de la actividad, mientras que sus autores están inmersos en la segunda parte, centrada desde principios de noviembre hasta la actualidad, coincidiendo con las restricciones de movimiento en distintas comunidades.