Tres cuartos de siglo se cumplen de la llegada a Ciudad Real de la actual imagen del Santísimo Cristo de La Caridad, obra del escultor imaginero barcelonés, Claudio Rius Garrich, datada en 1945, aunque la hermandad, que procesiona cada Jueves Santo por la tarde, siempre que la meteorología lo permite, formando parte de la llamada «Pasionaria de Santiago», fue fundada en los albores del siglo XVII, concretamente en 1612 .

75 años de historia
Indudablemente están celebrando sus cofrades, y su junta de gobierno, estos setenta y cinco años de historia. Con tal motivo, y dentro del programa de actos, ayer mismo comenzaba un solemne triduo, -que se prolongará hoy y mañana-, presidiendo la eucaristía y predicando la homilía el sacerdote salesiano, hijo de nuestra capital, Joaquín Torres Campos, que actualmente reside en Madrid y que fue director, en su momento del colegio «Hermano Gárate», así cómo pregonero de nuestra Semana Santa en el año 2012.

Vía Crucis
Tras la celebración eucarística, y una vez realizadas las maniobras oportunas, daba comienzo, -hacia las nueve de la noche-, el ejercicio del santo Vía Crucis, que se desarrolló por las calles de Calatrava, Corazón de María, Progreso, Cañas, Paseo del Santísimo Cristo de La Caridad, Plaza de la Inmaculada Concepción, Lirio, Norte, Ángel, Plaza de Agustín Salido, Jacinto, Luz y Calatrava, para entrar de nuevo, al filo de las veintitrés horas, a la capilla del Colegio de San José.

Recogimiento
Durante el recorrido, como acompañamiento musical, tan sólo rompía el silencio la música de un terceto compuesto por oboe, fagot y clarinete, y el canto de la Coral «Santa Teresa de Jesús», de Malagón que, además de hacerlo en los días del triduo, interpretó distintas composiciones a la salida, en la Plaza de la Inmaculada Concepcón, en la Plaza de Santiago, y en el momento de la entrada.

Cruz de Guía
Abría el cortejo la Cruz de Guía, acompañada por dos faroles, precediendo el transcurrir de dos filas de hermanas, con indumentaria oscura y portando cirios naturales, además de la medalla identificativa.
Ocupaba su espacio, al final de ellas, el trío de música de viento, a quien sucedía un grupo de acólitos, que prologaba el paso al Santísimo Cristo, marchando tras él un numeroso grupo de personas.

Meditaciones
El Cristo fue portado por distintos hermanos, y las meditaciones de las catorce estaciones del Víacrucis, -de acuerdo con el que en su momento redactó San Juan Pablo II-, fueron leídas por los sacerdotes de la parroquia, por miembros de la cofradía, y por personas ligadas a la comunidad parroquial.
