Dos años de pandemia han dejado un escenario complicado al que se suman la crisis del transporte, la guerra de Ucrania, el reto de la huella de carbono, el embotellado en destino, las nuevas necesidades de los consumidores… Un entorno que esta semana se ha analizado a fondo en el marco de la WBWE y ha dejado una cosa clara: el sector del vino necesita verse.
Había expectación y emoción por lo que pasaría al abrir las puertas de una de las grandes ferias internacionales, y la más enfocada al negocio: la WBWE. Productores, compradores, brokers, embotelladoras, transportistas, han vuelto a encontrarse y a marcar los pasos de lo que será esta campaña y los próximos meses del sector.
WBWE es la feria del negocio porque aquí se cierran contratos comerciales, se acuerdan grandes operaciones trasatlánticas, se encuentran nuevos clientes y se descubren nuevos modelos de negocio.
La WBWE es la feria de los grandes volúmenes de vino, pero desde hace unos años también es la feria del futuro del sector. Si algo se ha debatido este año es la importancia de empezar a exportar en granel por diversos motivos: el precio, la sostenibilidad del planeta, etc.
Exportar a granel nos permite abaratar costes a quienes quieren enviar grandes cantidades de vino, pero también una imagen más verde y acorde con los que los consumidores están reclamando,
El granel es el negocio del vino y el negocio del vino está en Ámsterdam.