La lucha por el futuro de la comarca continúa a cincuenta metros bajo tierra en el corazón de Almadén un día después de movilizar a 5.000 personas en las calles. Hace diez días, once vecinos de Almadén y Chillón convirtieron en grito las demandas de esta tierra vapuleada en los últimos años por el cese de la actividad extractiva ligada al mercurio, el desempleo, las deficiencias en infraestructuras y el envejecimiento de la población.
La grabación de un documental inspirado en el encierro que protagonizaron once mineros en 1984 ha roto con el desaliento entre la población, ante el cierre de comercios, las hileras de casas con carteles de “se vende” y la huida de los jóvenes en busca de trabajo. Pilló por sorpresa al vecindario, aunque el cabreo generalizado lo cocinaba a fuego lento. Hoy los vecinos de Almadén manifiestan su temor al olvido, aunque sienten una chispa de esperanza ante la adversidad, porque dicen estar “unidos”.
El “azogue” en la sangre de los vecinos de Almadén
“Que siga la lucha”, dicen el grupo de encerrados en la mina capitaneados por el almadenense Chico Pereira, director del documental que ha encendido la llama de la movilización. El encierro terminará este viernes, a las once de la mañana aproximadamente, pero todo indica que la protesta continuará. “Aquí decimos que la gente de la mina y los familiares tienen el azogue en la sangre, y en los últimos días hemos respirado esperanza”.
Madre de una de las jóvenes encerradas e hija de uno de los mineros de 1984, Mari Fé Marjalizo confiesa que el encierro ha supuesto un reencuentro de sentimientos. Tristeza, nostalgia, emoción: las once personas que permanecen encerradas en la planta número uno, en la oscuridad de las galerías, han conectado con uno de los símbolos del pueblo. En el décimo día ya han alcanzado el estatus de “héroes” y todo el mundo dicen que son unos “valientes”.
Entre las gentes de Almadén todavía pervive el recuerdo del encierro sindical en la planta 23 para equiparar los sueldos a la minería del carbón y la metálica, de las 5.000 personas que recorrieron la localidad por mejores condiciones laborales y de la movilización de familiares en el exterior de la mina, de las cestas con comida y de la acampada. Entonces eran reivindicaciones laborales, en la actualidad son otras, pero el motor de la movilización es el mismo: una vida con “dignidad”.
Arturo Delgado, padre de Chico Pereira, confiesa que “era necesario que alguien se atreviera y moviera los hilos, porque Almadén tiene derecho a ser atendido y escuchado”. Ha sido necesario que un cineasta que vive en Finlandia volviera a su tierra para vertebrar el desencanto, pues como dice Arturo, “estamos por recuperar cerebros, pero, sin embargo, están viniendo muy bien al extranjero”. Acumulan “veinte años de desgaste, de cabreo”, y la desesperación está presente en sus rostros.
“¿A ver qué le espera a esta criatura?”
En los últimos cincuenta años, Almadén ha pasado de tener más de 13.000 habitantes a rozar los 5.400 en 2018. La caída poblacional, compartida en el resto de municipios de la comarca –Chillón, Almadenejos, Saceruela, Alamillo, Guadalmez y Valdemanco del Esteras-, ha sido acusada en los últimos años, y todo pese a que el aumento de la esperanza de vida ha frenado la mortalidad y al efecto de la generación del “baby boom”. Más de 1.200 habitantes tienen “más de 70 años” en la localidad.
Cuentan los mayores que hace veinte años “los lunes en la calle Mayor no se podía andar de la cantidad de gente que estaba paseando”. Jubilado tras trabajar de tractorista en la Dehesa Castilseras y en el sondeo de la mina, Emilio Hidalgo dice que ahora vas un sábado y todo parece “un desierto”. Entonces la mina garantizaba la prosperidad de Almadén y toda la comarca: llegó a tener “3.000 trabajadores” y había “mucho trabajo, comercios, bares”. Ahora, solo quedan personas mayores y los jóvenes tienen que marchar. “Sin industria, sin empresas, ¿a ver qué le espera a esta criatura? ¿qué me dice a eso?”, pregunta Emilio mientras que mira a su nieto.
Sin trabajo no hay futuro
La falta de un plan de reconversión industrial que hubiera mantenido el empleo que desapareció con el cierre de la mina está detrás del “desastre”. A las cuatro de la tarde, varios camareros y cocineros intercambian opiniones en el restaurante El Cordobés, una referencia en Almadén. José Luis Murillo señala que en Almadén solo queda “la gente joven que trabaja en el sector servicios, bares y poco más”. Una compañera suya añade que, “la gente que tiene formación, si quiere vivir aquí, tiene que dedicarse a la hostelería”.
Sin industria, sin construcción, ni infraestructuras, “año tras año cae la población”. José Luis, que reconoce que el tema está muy presente en las conversaciones vecinales y que no ha surgido a raíz del encierro, destaca que lo único que piden es “poder trabajar y tener un futuro aquí”. Lo mismo dice Cristina Zamora, de veintiséis años, la única de entre sus amigas que resiste en Almadén. “El resto han estudiado o buscado trabajo fuera”, confiesa.
Sin empleo, la población huye y para ello hacen falta empresas. El presidente de la asociación de empresarios, José Manuel Sánchez, confiesa que “la problemática que sufren las empresas es muy grande”, según explica, “por la situación geográfica, la falta de subvenciones y de infraestructuras”. Cualquier viaje desde Almadén es de “larga distancia”, carreteras llenas de curvas y con doble sentido, y todo sin tener en cuenta los puntos negros sin cobertura móvil.
De veraneo en Almadén, como lo hace desde que hace 56 años salió a trabajar fuera de su tierra, Manuel Delgado comparte con su mujer, Adoración Fernández, que las vías de comunicación son la “clave” y la construcción de la opción sur de la autovía A-43 también. De paso aprovecha para lanzar unos cuantos dardos a los diferentes Gobiernos, al igual que Emilio Hidalgo, que ironiza con que “cada vez que hay elecciones nos prometen una autovía, por lo que, si se hubieran hecho, ya tendríamos varias”.
La mirada al pasado
En la cabecera de la manifestación que recorrió Almadén este miércoles, los familiares de los encerrados llevaban una pancarta que decía “por respeto a nuestro pasado, luchemos por nuestro futuro”. En la misma línea, Manuel Delgado destaca que Almadén es un pueblo con historia, que ha entregado a las arcas del Estado millones y millones, hasta su vida, por lo lesivo que era el mercurio para la población, y no ha recibido ninguna compensación por ello”.
La despoblación no es un problema único de Almadén, ni la falta de alternativas laborales en la España rural. Eso sí, el cambio que ha experimentado este pueblo en “apenas veinte años” ha sido vertiginoso. Hasta los años 90, en las minas trabajaban cerca de 1.000 personas, hoy solo llegan a 60 en el parque minero, la mayoría empleados con puestos reasignados.
Así lo recuerda José Miguel Acebedo, guía del parque minero, que entró en 1995 “cuando todavía había 950 trabajadores: funcionaban los talleres, la zona de metalurgia y la mina recibía el mineral de otras, como El Entredicho y Las Cuevas”. El panorama en el parque minero es hoy muy diferente, aunque quizás es el único motor económico que tiene la ciudad, por turismo. Transformada en mina visitable por la empresa Minas de Almadén y Arrayanes S. A (Mayasa), el año pasado cerró con más de 15.000 vistas, un 12 por ciento más que el anterior.
Al parque de las minas de Almadén llegan excursiones de colegios, institutos, de la universidad, asociaciones y agencias de viajes, pero los vecinos tampoco consideran que hayan tenido una suficiente promoción, a pesar del reconocimiento por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad de ‘La ruta del mercurio: Almadén e Idria’, compartida con Eslovenia.
“Una respuesta que no llegue tarde”
En cincuenta años, Chillón ha perdido la mitad de su población y aún más Guadalmez. Alamillo tenía 2.600 habitantes en los años 50 y 2018 lo cerró con 507. Juan Segador e Isabel Mata, vecinos de Chillón que viven en Irún y Puertollano, respectivamente, destacan que el problema es de toda la comarca. Piden medidas que contribuyan a la generación de empleo de calidad, pero también aluden al tema asistencial. “Cada vez existen menos especialistas pese al aumento de la población mayor”, señalan.
Los vecinos de Almadén han clamado al unísono por medidas que reviertan la dramática situación, con características propias, pero con muchos rasgos comunes a otras comarcas mineras y al resto de la ‘España vaciada’. No existen voces discrepantes, están unidos, y “orgullosos” de la movilización surgida en tan solo diez días a raíz de un documental.
Este viernes, las once personas encerradas saldrán a la superficie, pero esperan seguir con las reivindicaciones relacionadas con la promoción económica, las infraestructuras, la sanidad y el turismo, porque subrayan que, “este pueblo terminará muriendo si no hay lucha”. Saben que “es difícil que den fruto”, pero de momento “ilusión” no les falta. Solo esperan que las Administraciones competentes los escuchen y desean “una respuesta que no llegue tarde”.
