Hace más de cuatrocientos años que Don Quijote cabalga por los campos de La Mancha, lanza en ristre, en pos de una justicia imposible. Su figura —medio cómica, medio heroica— ha sido reinterpretada por generaciones de lectores, artistas y pensadores. Pero hay un escenario donde su espíritu errante e idealista ha encontrado un eco inesperado: el del jazz. A partir de una investigación pionera dirigida por el profesor Christian Hagedorn, descubrimos que el hidalgo más famoso de la literatura universal también ha dejado una profunda huella en los acordes sincopados del siglo XX y XXI.
“Todo arrancó de una doble pasión personal”, explica Hagedorn, profesor de la Facultad de Letras de la Universidad de Castilla-La Mancha. “Desde la carrera estoy ligado al Quijote, y al mismo tiempo soy músico, con una gran afición por el jazz”. En 2004 comenzó un ambicioso proyecto académico sobre la huella del Quijote en la literatura y la cultura universales, pero fue con el tiempo cuando percibió una laguna sorprendente: apenas había estudios sobre la recepción del Quijote en la música popular.
Aquel hallazgo fue el detonante. “Me di cuenta de que había muchas obras inspiradas en el Quijote dentro del jazz y sin embargo casi nadie hablaba de ello. Empecé a recopilar ejemplos y pronto la cosa creció: el tema era mucho más amplio de lo que pensaba”, recuerda.
Artículo tras años de investigación
El resultado fue la publicación en 2022 de un artículo de más de 70 páginas en Anales Cervantinos titulado Don Quixote’s Adventures in the World of Jazz: 200 Examples and a Few Remarks. Se trata del primer gran compendio sobre el tema: un catálogo detallado de 200 composiciones jazzísticas o con influencias del jazz, inspiradas directa o indirectamente por el Quijote, entre 1925 y 2022.
A lo largo de su investigación, Hagedorn distingue varios niveles de relación entre texto y música. Por un lado, están las composiciones que simplemente se inspiran en el título o en un personaje, pero sin una conexión musical profunda. Sin embargo, muchas otras van más allá: “Hay músicos que logran establecer relaciones muy ricas entre música y texto, ya sea mediante el uso de formas musicales que evocan la caballería —como la fanfarria— o mediante suites conceptuales que adaptan episodios completos de la novela”, señala.

Entre las obras más ambiciosas destaca la suite Windmill Tilter (1969) del trompetista Kenny Wheeler, o Chivalrous Misdemeanors (2005), del trombonista Ron Westray y la Jazz at Lincoln Center Orchestra, una suite de más de dos horas que narra las aventuras del hidalgo desde una perspectiva jazzística contemporánea.
Desde los orígenes al jazz electrónico
El estudio de Hagedorn revela que el interés por el Quijote en el jazz trasciende países, estilos y generaciones. Aunque la mayoría de las 200 obras identificadas proceden de Estados Unidos (56), hay una presencia notable en Francia (26), Alemania y Austria (23), Reino Unido (22), Italia (14) o Brasil (15). Sorprende, sin embargo, la escasa representación española: apenas ocho ejemplos, y muchos de ellos grabados en el extranjero o por músicos no españoles.
“En España, el eco ha sido mucho menor. Puede deberse a la represión cultural durante el franquismo, que dificultó la difusión del jazz, y también a una cierta ruptura cultural de los músicos de jazz españoles con la tradición literaria nacional”, apunta el profesor.
El idealismo jazzístico
Una de las hipótesis más sugerentes que plantea Hagedorn en su investigación es que muchos músicos se sienten identificados con el carácter quijotesco. “El jazzista también es un idealista. Lucha contra los molinos de viento de la industria musical, de la comercialización, de la estandarización sonora. En ese sentido, hay una afinidad simbólica”, dice. Así, el Quijote se convierte en un arquetipo del creador contracorriente, libre, resistente.
Entre los compositores que se mencionan en el trabajo destacan grandes nombres del género como Egberto Gismonti, Tom Harrell, Krzysztof Komeda, Michel Legrand, Vince Mendoza o Kenny Wheeler. Además, en la lista de los músicos que participaron en las grabaciones de estas piezas sobresalen célebres figuras del jazz como Bill Evans, Art Farmer, Dizzy Gillespie, Charlie Haden, Herbie Hancock, Dave Holland, Wynton Marsalis, Charles Mingus, Oscar Peterson, Wayne Shorter, Horace Silver, Tomasz Stańko o Sonny Stitt.
Más allá del jazz
Aunque el foco principal del estudio está en el jazz, Hagedorn no pierde de vista otros géneros populares. La influencia cervantina se extiende al rock progresivo, el pop, la música electrónica e incluso el hip hop. “Hay miles de obras musicales con referencias al Quijote, desde Coldplay hasta grupos de techno. El problema es que apenas han sido estudiadas”, lamenta.
Por eso, además de seguir ampliando el catálogo jazzístico, Hagedorn proyecta la publicación de un libro en colaboración con la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades de Castilla-La Mancha que abarcará también estos otros géneros.

¿Qué escuchar para iniciarse?
A quienes quieran sumergirse por primera vez en este fascinante cruce de caminos entre jazz y literatura, el profesor recomienda comenzar por algunas de las piezas más accesibles: Sancho Panza de Sonny Stitt, Don Quixote de Oscar Peterson o Don Quichotte de Michel Legrand. Y para quienes busquen una experiencia más ambiciosa, las suites conceptuales de Kenny Wheeler o Ron Westray ofrecen un verdadero viaje musical por las páginas del Quijote.
Una historia aún por escribirse
En su conclusión, Hagedorn invita a ampliar la mirada. “Lo que hemos hecho con el Quijote puede hacerse con otras grandes obras de la literatura. Hamlet, Moby Dick, Poe, incluso Murakami han inspirado álbumes de jazz. El campo es inmenso y está casi inexplorado”.
Quizá lo más revelador de este estudio es que demuestra cómo la literatura y la música no sólo dialogan, sino que se reescriben mutuamente. Que Don Quijote no es sólo un personaje del siglo XVII, sino un símbolo que sigue improvisando, transformándose y soñando —como el jazz— con lo imposible.