El Palacio de los marqueses de Torremejía de Almagro, una joya arquitectónica del siglo XV, se convertirá en un novedoso espacio artístico y gastronómico, que se sumará a la oferta turística de la bella ciudad encajera.
Será dentro de año y medio cuando concluyan los trabajos de acondicionamiento que ha impulsado el nuevo dueño del histórico edificio, el empresario y político mexicano Mauricio Fernández, con la intención de ofrecer al público un patrimonio pictórico único en el mundo.
Se trata de un cuidado proyecto de rehabilitación, dirigido por el restaurador mexicano Manuel Serrano Sanz, en cuyos trabajos “estamos descubriendo verdaderos tesoros”, señala a El Semanario de Lanzadigital el propio Fernández a pie de obra, en las primeras declaraciones a un medio de comunicación español tras adquirir el palacio, que ha concebido como un nuevo atractivo a sumar al acervo cultural de Almagro y su comarca.
No en vano, los elementos artísticos que el recinto ocultaba, emergidos en los sondeos y catas realizadas, no dejan de sorprender tanto a técnicos como a su flamante propietario, coleccionista de monedas, fósiles y arte de origen español, que guarda su casa-museo La Milarca del municipio de San Pedro Garza García, donde ha sido alcalde en hasta tres ocasiones.
Es en esta localidad del estado de Nuevo León desde donde Fernández mantiene conexión permanente con el proceso de recuperación del inmueble almagreño, que tendrá tres áreas diferenciadas: la residencial, la museística y la hostelera.
Los Dominicos
El Palacio de los Torremejía ha sido objeto de varias intervenciones, una de las más importantes en el siglo XVIII, aunque la vivienda se conserva tal y como la ocuparon sus últimos nobles moradores a finales del XIX y principios del XX, con su conjunto de enseres y mobiliario.
Precisamente, el marqués último del linaje dejó en herencia todas sus propiedades, incluido este caserón, a la denominada Orden de Predicadores (frailes dominicos), cuyos responsables la acondicionaron para que acogiera la escuela hogar de niñas ‘Nuestra Señora del Rosario’, en una adaptación clave para la preservación del rico patrimonio ahora rescatado. Al parecer, los tapiales de adobe instalados en las paredes, y los falsos techos de escayola y yeso han servido para conservar con todas sus propiedades la valiosa estructura palaciega.
El colegio y residencia de las monjas para jóvenes (hasta finales del siglo XX) fue una de las últimas manifestaciones de esta congregación en Almagro, tras varios siglos de presencia, y fue la antesala de la partida definitiva en 2017 de los dos últimos frailes del convento de la Asunción de Calatrava por falta de vocaciones.
Tras esta marcha, los dominicos pusieron en venta el emblemático edificio con el que el mecenas mexicano se hizo hace sólo unos meses.
A cuatro calles
El palacio ocupa más de 2.000 metros cuadrados de superficie entre sus dos plantas y está ubicado en una de las zonas más históricas y emblemáticas del centro del pueblo, enfrente del Palacio de Valdeparaíso y al lado de la Casa del Capellán de las Bernardas. Es una finca entera que ocupa una manzana entre cuatro calles: Nuestra Señora de las Nieves, Callejón de Ánimas, Plazuela del Conde de Valdeparaíso y Plaza de Santo Domingo (donde se encuentra la fachada delantera y sus accesos).
Cuenta con dos zonas diferenciadas: el conjunto de habitaciones en torno al patio balaustrado de origen árabe, a la derecha de la puerta principal, sobre la que se habilitaron las celdas de las monjas del colegio, las clases y otras estancias domésticas, y el núcleo de las caballerizas, a la izquierda, alrededor de un gran corral, que fue sede en el siglo XVIII de un hospital de pobres transeúntes de la Cofradía de las Ánimas.
Las obras de acondicionamiento de todos los espacios se iniciaron a mediados de junio y en su primera fase se han centrado en la retirada de revestimientos, falsos techos, pavimentos e instalaciones adicionales más recientes -han sacado más de 120 contenedores de desechos de obra y cascotes-. La evacuación de estos escombros y las tareas de limpieza permitirán que la estructura de los aristócratas brille con luz propia.
Algunas de las habitaciones lucen suelos originales del siglo XVI, así como la mayoría de las estancias superiores y de los corredores del patio más antiguo están coronados por unos artesonados del siglo XVI de madera de pino sin sangrar, hasta ahora ocultos sobre los techos falsos que interpusieron los monjes para bajar alturas y hacer más habitable el convento.
“Están en un estado de conservación estupendo”, reitera el propietario.
El patio
El bello patio del siglo XV (1400) que ha recuperado el trazo de sus jardines árabes es protagonista en la planta baja de esta zona y tras ser empedrado, “ya veremos si instalamos fuentes o plantas”.
Sus nueve columnas de bellos capiteles y escudos serán visibles (se instalará una cristalera) a la parte ‘noble’ anexa, donde el empresario habilitará sus dependencias privadas, cinco habitaciones y una sala comedor, además de la zona de servicio en el interior del ala, que incluirá una despensa y una lavandería.
También remozarán una cueva, que estaba cegada, que ahondarán (mide 1,70 metros de altura) y que formará parte de las dependencias personales de Fernández. Albergará una cava de vinos y un espacio para la realización de catas de queso y jamón.
Zona museística
La planta de arriba de este mismo flanco será una de las más atractivas del palacio y que más ilusión hace al empresario, porque acogerá la zona museística en torno a unos murales únicos que se podrán admirar en el contexto en el que se instalaron como ornamento de la familia noble.
Son cuatro habitaciones y albergan verdaderas obras de arte: una acoge en toda la dimensión de su pared composiciones con motivos coloniales, otra exhibe una imagen de un puerto y barcos portugueses, típica del siglo XVI, una tercera es de estilo pompeyano, mientras que la joya de la corona es la estancia adornada con escenas chinescas en papel de arroz.
El mecenas escruta con ojos orgullosos este tesoro mientras resalta su valor, a la vez que comenta la compleja tarea restauradora que llevan a cabo, en base a determinadas dosis de humedad para eliminar el papel superpuesto, y los cuidados que necesita para ser preservado y mostrado al público.
“Es una joya, indica, de las pocas que hay en el mundo, como una que hay en el Escorial”.
Al conjunto de frescos se sumarán fondos que Fernández trasladará desde México procedentes de algunas de sus colecciones, como las de arte popular o de paleontología.
Restaurante
En la parte de la izquierda, circunscrito al chaflán que bordean tres calles, abrirá un restaurante de alta cocina, dirigido por el chef donostiarra Bruno Oteiza, para ofrecer creaciones culinarias de fusión entre platos españoles y mexicanos.
“Es una oferta inédita aquí, y va a quedar muy fino”, apunta el coleccionista.
Esta zona, en torno al gran patio o corralón, podría acoger un hotel con encanto de 12 habitaciones, aunque esta es todavía una línea sin concretar.
También arreglarán el escudo de la Casa de Torremejía situado en lo alto de la portada, para reponer algunos elementos del escudo de la familia como una corona, un águila y un pino.
Riqueza y empleo
Fernández destaca el ambicioso proyecto de remodelación global del Palacio de Torremejía, que cuenta con la dirección técnica de un estudio de arquitectura provincial, Pérez Parada Arquitectos, el asesoramiento arqueológico de Isidro Gregorio Hidalgo Herreros, y el trabajo de media docena de empleados de la constructora de Francisco Barba, y artesanos de la zona como la empresa regentada por Santos Romero, maestro carpintero y ebanista del Almagro.
La elección de estas empresas da idea de la apuesta del empresario mexicano por favorecer “la riqueza y empleo en el territorio ciudarrealeño”.
De hecho, la inversión totalmente privada para adquirir y remodelar el histórico edificio no han pasado desapercibidas a las autoridades municipales, y el propio alcalde, Daniel Reina, se ha interesado personalmente por la evolución de las obras.
El interés de Fernández se despertó tras conocer por sus amigos Luis Arroyo Zapatero, ex rector de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y Enrique Herrera Maldonado, profesor de Historia del Arte de la UCLM, que el importante inmueble se vendía.
El mecenas comenta su gusto por las manifestaciones artísticas y la oportunidad que ha tenido a su alcance a la hora de comprar el conjunto arquitectónico palaciego de los Torremejía en Almagro, una localidad con la tiene una vinculación preferente y que inició hace más de 40 años al adquirir en una subasta del artesonado mudéjar del siglo XVI de la antigua Universidad Renacentista de Almagro (Aurea), que luce en su casa particular. Por esta iniciativa fue reconocido en 2014 por parte del entonces alcalde Luis Maldonado en un acto donde recibió una placa.
Ahora seguirá practicando esta filantropía con los almagreños y su comarca a través de iniciativas como la que celebrará el próximo 28 de septiembre con la invitación a las ex alumnas del colegio de las dominicas que funcionó en el palacio de su propiedad.
Será un encuentro social que Fernández Garza encabezará en el recinto sobre mesa y mantel y que, con toda seguridad, resultará muy emotivo entre las antiguas estudiantes y residentes, porque podrán compartir recuerdos y fotografías.
Trayectoria coleccionista que se plasmará en cinco museos
El interés por el coleccionismo y el arte del empresario “es de toda mi vida”, tal y como le avala una trayectoria con la que ha recorrido el mundo y que se encuentra en el punto más álgido en su México natal.
Todo el patrimonio que ha ido reuniendo con ojo de experimentado experto, según explica, será catalogado y dará contenido a los cinco museos que está impulsando en una zona de gran expansión urbanística en la localidad de San Pedro Garza García, tres ya en construcción y los otros dos, con el proyecto iniciado, que tendrán un desarrollo posterior.
Una de las pinacotecas albergará los cuatro artesonados mudéjares españoles que ha atesorado a lo largo de los años: el procedente de la universidad renacentista de Almagro; un segundo, originario de Palencia del año 1300 con un policromado del rey Alfonso XI; el tercero, de cerámica, elaborado en Sevilla en 1505; y el cuarto es un diseño en media naranja de mediados del siglo XIV, con arcos góticos franceses, de raíces imprecisas pero probablemente procedente de Granada.
Este espacio reproducirá también, palmo a palmo, su casa La Milarca, y algunas de sus estancias albergarán la colección de numismática, el segundo museo, donde catalogará las 6.000 monedas que ha adquirido en diferentes compras o subastas y que también incluirá metales acuñados en distintos periodos históricos, como el colonial, el de la independencia y la revolución.
El Gabinete de Coleccionista es la denominación de otro de los centros culturales de Fernández Garza, a donde irán “mis colecciones personales de diversas áreas” en unas modernas y espaciosas instalaciones. Entre otros fondos de este espacio está la espada que le entregó Carlos I de España y V de Alemania a Hernán Cortés por sus misiones.
El cuarto espacio museístico que proyecta el mecenas estará dedicado a la paleontología y mostrará fósiles de primer orden mundial, como la cabeza de un Tyrannosaurus rex, el cérvido más grande que existe en la tierra.
Contendrá piezas de animales del Cretácico, con 93 millones de años de antigüedad, y ejemplares de esa época de animales marinos únicos en el mundo, “de la más extraordinaria calidad porque se fosilizaron de manera natural y por ello están en perfecto estado”.
“Son los eslabones perdidos entre la época del Jurásico y lo actual”, apunta con satisfacción el coleccionista, dado que “hay muchos restos jurásicos pero no cretácicos”.
Unas de las piezas más emblemáticas es un plesiosaurio encontrado en el yacimiento fosilífero de Vallecillo en Nuevo León, bautizado por la comunidad científica como Mauriciosarus fernandezi, en honor al empresario por su dedicación a la investigación paleontológica
El quinto museo lo dedicará a una colección de arte popular, entre ellas algunas creadas para el Mundial de Fútbol México de 1986, protagonizadas por los ricos colores de la cultura del país de Moctezuma y por el uso de distintos materiales que han caracterizado la evolución de un pueblo de reconocidas expresiones artísticas.