S.Ruipérez
Ciudad Real
“… Lo que se vive es diferente de lo que se recuerda, y lo que se recuerda es distinto también de lo que se cuenta”, escribe Paula Farias en su libro ‘Dejarse llover’. Y así es cuando las costaleras de Santa María del Perdón tratan de trasmitir sus sentimientos antes, durante y después de ponerse bajo la trabajadera del palio de su Señora, la “Niña de los ojos verdes”, como se conoce en Ciudad Real a Santa María del Perdón, la Virgen que sale el Domingo de Ramos, por la tarde, detrás del Cristo Ultrajado y Coronado de Espinas, de la Iglesia de la Merced.
Desde el grito de “¡Todas por igual valientes!”, al “¡Ahí quedó!”, pasan cinco horas de estación de penitencia, en la que 35 mujeres, con edades comprendidas entre los 20 a los más de 50 años, pasean con orgullo, fe y mucho esfuerzo a su “Señora”.
El de Santa María del Perdón es el único paso de palio de la capital que está compuesto de manera íntegra por mujeres, explica la hermana mayor de la Hermandad del Cristo Ultrajado y Coronado de Espinas y Santa María del Perdón, Ana Isabel Martín Hidalgo, que nos atiende arropada por la vice hermana mayor Pura Muñoz de Morales. Esta Hermandad, que nació en el año 1992, cuenta en la actualidad con 47 costaleras aunque debajo del palio van 35.
Su “gran día” es el Domingo de Ramos cuando a eso de las 17,30 horas se abren las puertas de la Merced y, tras el Cristo, sale, portada por mujeres que la sacan de rodillas, Santa María del Perdón.
Ana Isabel y Pura entran en detalle y apuntan que la Virgen lleva cada año una flor distinta, siempre en tonos pastel o blancos. Este año, adelantan, serán claveles blancos, casi con toda certeza.
Para que la talla simule el andar, el trabajo de las costaleras no es cosa baladí. Se trata de un esfuerzo arduo e incluso dañino para la columna vertebral, de ahí que se recomiende fortalecer la espalda y el cuello a lo largo del año, o al menos en los previos a la Semana Santa. También es importante estirar y calentar antes de que comience la estación de penitencia para evitar lesiones.
El esfuerzo
Precisamente para prevenir problemas posteriores y para que el palio luzca bonito, se lleva a cabo, por parte de la capataz, la denominada “igualá”, el proceso por el que se mide a las mujeres la altura de la séptima vertebra, -donde cae el peso- de tal modo que se produzca un reparto equitativo. Las más alta delante, las más bajas detrás.
La comida del día de la procesión es importante, a base de hidratos de carbono, como también lo es el atuendo: deportivas blancas porque “son más cómodas a la hora de rachear”, explican; la fajas: una de tela y otra de velcro, y el costal: un trozo de tela que envuelve lo que se denomina la “morcilla”, una especie de almohadilla donde reposará la trabajadera.
La unidad del equipo es importante dice Isabel al tiempo que asegura, “si no hay una cuadrilla unida el trabajo no sirve de nada”.
También son muy importantes las marchas. A este palio le acompaña la banda de música de Aldea del Rey, que el año pasado tocó para la salida “Y en Triana la O” del maestro Jesús Joaquín Espinosa de los Monteros Pérez. Cada año el arranque es una sorpresa.
El paso de palio de Santa María del Perdón lleva debajo siete trabajaderas. “El recorrido se controla paso a paso, conoces el suelo y la capataz hace las veces de tus ojos” apunta Pura al tiempo que Ana Isabel advierte que también les sirven de orientación los saludos, giros del paso que hacen a las monjas de la Cruz, a las Carmelitas y las Inmaculadas.
Tras los ensayos que comenzaron el 16 de enero, y continúan a día de hoy, la siguiente cita más relevante es el 19 de marzo, víspera de Ramos, cuando se arreglan los pasos en la iglesia de la Merced a partir de las 21,00 horas. Tras esa noche el momento cumbre comienza a las 15,30 horas del día de la procesión cuando el bullicio de costaleros y costaleras abarrota la Plaza de la Merced y se preparan hasta que llegan las 17,30 horas y arranca la marcha con la conocida “petalá”, lanzamiento de petálos desde los blacones a la Virgen.
Dicen que Santa María del Perdón va llena de fotos por dentro con rogativas de personas enfermas, dicen que “la Señora” las cumple, también dicen que no se puede explicar lo que sienten al grito de “¡todas por igual valientes!” y empieza el paseo por las calles de Ciudad Real. Dicen que no es cuestión de fuerza, si no de fe.