La recogida del pistacho en la provincia de Ciudad Real se ha iniciado con buenas perspectivas en sus 16.500 hectáreas (no todas en producción), el 31,5% de las 53.500 ha regfionales. Se trata de uno de los cultivos más rentables de este 2022, al apenas haber estado afectado por anomalías meteorológicas y haber tolerado mejor los rigores del calor del verano.
Los primeros granos tienen buen calibre, dependiendo de la variedad, y gozan de calidad y un óptimo estado sanitario, confirma desde ‘el corte’ el joven agricultor miguelturreño Justo Fernández, quien habla de las potencialidades y debilidades del leñoso ante la nueva temporada de comercialización.
Las capacidades se dan por la sucesiva entrada en producción cada año de más número hectáreas de un cultivo adaptado a los extremos climáticos, mientras que las flaquezas vienen, según Fernández, del viciado fiel de una balanza que históricamente recorta beneficios a los productores de alimentos en origen.
Más en concreto y desde su finca de 6.700 árboles de la vigorosa y fértil Larnaka en el término de Ciudad Real, Fernández confirma la bajada de precios de este demandado fruto seco denunciada por las organizaciones agrarias en los primeros compases de la campaña. La solución, en su opinión, es “constituirnos en cooperativas para defender nuestro producto, como en el caso del vino”.
Más días de campaña
Justo Fernández, de 37 años, y su cuadrilla -en total 10 personas- han abierto la recogida en una parcela de jóvenes y precoces árboles, que inician su producción adulta con los chochos envueltos en vainas de tonos rosados y de fácil desprendimiento. Son evidencias del punto óptimo para iniciar la recolección.
La labor es rápida, aunque esté poco mecanizada, pues cuatro de los trabajadores jóvenes mueven con agilidad las mantas que colocan al pie de cada árbol los segundos suficientes para que el vibrador portátil que maneja otro empleado abrace y mueva el tronco del pistachero. También mueven, si es necesario, alguna rama con mucho grano.
Los trabajos durarán varias semanas y, según la estimación de Fernández, estarán por encima de los 20 días de su pasada campaña, dada la mayor extensión a recorrer con las nuevas hectáreas productivas tras el largo proceso de crecimiento.
Cuando llenan las lonas del fruto del pistachero las vacían en un depósito que traslada el tractor en la explotación y tras la jornada de ocho horas, de 8 a 14 y de 15 a 17,30 horas, Fernández lleva la cosecha diaria a Pistachos El Sol, en Torralba de Calatrava, una de las industrias de la provincia dedicada a procesar y limpiar este producto. “Separan las hojas, apartan los vanos, les quitan las vainas y los secan”, explica.
El agricultor se muestra “contento” porque el resultado de sus pistacheros es “mejor de lo que esperaba, con buen calibre y textura, y buena calidad”.
Cuenta con un total de 37 hectáreas de pistacho -de las variedades Larnaka -con portainjerto cornicabra-, Kerman -la más antigua de sus explotaciones-, Sirora -la más nueva- y Avdat.
El objetivo es planificar la campaña “y no solapar las recogidas” porque sin diversidad varietal “viene un temporal y te hunde el negocio”.
Para el desarrollo de estos campos de Pistacia vera utiliza el riego –“es necesario el alimento”- de manera, puntaliza, sostenible y controlada desde sus dos pozos con los sondeos declarados.
Con estos cuidados, Fernández habla del buen estado de sus árboles, a pesar de las lluvias durante la polinización y los altos valores de los termómetros, que han provocado “un poco de estrés”. Es uno de los cultivos más rentables a pesar de la sequía y otros fenómenos, como sí ha ocurrido con los almendros, que se helaron en abril, y que suman “otro año que no sabemos lo que es coger almendras”.
También han tenido consecuencias adversas otros cultivos que produce el joven miguelturreño, como olivos, cereales y vides, en el caso de las uvas todavía pendiente de vendimia las de la variedad airén, a la espera de alcanzar más grado.
El espectáculo de la polinización
Fernández habla con admiración de las propiedades del ciclo vegetal del pistachero, que va cambiando el color del fruto conforme avanza su maduración, y que comienza “como un espectáculo” en primavera cuando “el macho empieza a soltar las bolas coloradas para polinizar a las hembras (unas ocho)”.
“Es precioso ver esto y cómo se conforman las yemas”, evoca el joven agricultor, mientras destaca el Campo de Calatrava “como una zona muy buena” para el cultivo de este leñoso en expansión. Con todo, aconseja seleccionar las variedades adecuadas -cada vez más tempranas- para evitar males mayores con la llegada de inesperadas heladas o lluvias anómalas y copiosas.
El productor, igualmente, celebra la visión de futuro para su negocio agrario que tuvo hace años “cuando no se conocía el pistacho y nos decían que éramos unos locos y que teníamos muchos pájaros en la cabeza”.
“Estoy muy agradecido”, asegura en un momento en el que está empezando a recoger la rentabilidad de la inversión a largo plazo que implica este cultivo, con una media de seis años para su entrada en producción. En concreto, la producción de una hectárea puede alcanzar los 1.000 euros, entre labores de cuidado, abonados, y riego, además del mantenimiento del largo periodo de crecimiento.
Muchos gastos y bajada de precios
Los pistachos dan beneficios “para cubrir gastos y obtener ingresos”, señala el agricultor, aunque los costes son muchos y al alza, tras las subidas en el último año de los combustibles, la energía, los abonos y la mano de obra.
Por su parte, los precios en origen han bajado. ¿Las causas? Para Fernández, son variadas porque los expertos achacan “a la crisis, a la pandemia o a Ucrania”, aunque también podría entrar en juego la cada vez mayor oferta.
Este factor, a juicio del productor, no sería excusa porque, por ahora, hay equilibrio en los mercados, “con mucha más demanda”. Fernández cuestiona la distorsión de los precios y las diferencias entre los que recoge la lonja de Albacete y los que marcan las procesadoras.
Por ello, se suma a las críticas de las organizaciones agrarias que cuestionan los pagos a menor precio por parte de las grandes operadoras, al margen de la Ley de la Cadena, y que ha implicado que, por ejemplo, el pistacho en ecológico haya disminuido su valor por kilo en dos euros, de 6 a 4 euros.
“Pasa como en la uva, señala Fernández, y está bien que todos se lleven su margen, pero siempre somos nosotros los que pagamos los platos rotos”. La solución, en su opinión, es “organizarnos en cooperativas para defender nuestro producto” porque “quienes tenemos más superficie tenemos de alguna manera las espaldas cubiertas”, frente a los que cultivan pocas hectáreas, que tienen “menos beneficios y oportunidades”.
Por ello, insiste y hace un llamamiento a los productores del leñoso para “juntarnos y asociarnos”, ya que “merece la pena, pero para su cultivo hay que tener paciencia y, sobre todo, riñones”. De seguir trabajando con el modelo actual, el ‘oro verde’ “seguirá bajando los precios y pasará lo mismo que en otros cultivos”.
Es también el consejo que dan Cooperativas Agroalimentarias Castilla-La Mancha para gestionar el crecimiento exponencial de la producción de pistacho en la región. Hace mes y medio, tras una reunión de análisis del sector, instó a los productores a crear o utilizar entidades asociativas (SAT o cooperativas) para hacer una planificación adecuada de la superficie del cultivo. Así, recomendó a las sociedades cooperativas que ya funcionan habilitar instalaciones, máquinas de lavado y secado, para garantizar el procesado de la producción entre las 24 y 36 horas después de la recolección.
Para abaratar costes, Justo Fernández también está valorando ampliar sus instalaciones de placas solares para el riego (ya cuenta con dos) en otras dos parcelas, aunque implique cambiar la metodología y “en vez de regar de noche, regar de día”. “Es una maravilla”, apunta, porque “no pago nada, no necesito baterías, y la energía de las placas ponen la bomba en marcha”. El único inconveniente es la inversión inicial que, después y, sobre todo en el caso de los pistachos, rentabilizará en pocos años.
En la misma línea, Fernández está valorando mecanizar la recogida de pistachos con un recolector de paraguas, una vez que los árboles de sus diferentes plantaciones estén enraizados y fortalecidos sus pies leñosos, aunque por ahora mantiene los trabajos de manera manual.
Es de los pocos productores que apenas ha tenido problemas para encontrar temporeros y, de hecho, ha iniciado la recolección con dos cuadrillas de cinco personas cada una, la mayoría jóvenes.
En su caso, además, cuenta con la colaboración de otros productores, que “nos ayudamos” (de manera recíproca), para sumar fuerzas, rentabilizar la maquinaria y compartir gastos.
Mano de obra: jóvenes estudiantes españoles
Entre el personal, tan solo hay un joven de origen foráneo, procedente de Marruecos, frente a chicos de estudiantes de la zona, que recogen pistachos para tener ahorros propios y hacer frente a sus gastos.
Uno es Carlos Romero, de 22 años, aspirante a policía nacional. Explica que mientras se prepara las oposiciones para este cuerpo de seguridad, que se convocarán en diciembre, realiza “trabajos puntuales” en el campo -también va a la campaña de aceituna- como la recogida de pistachos.
Es una labor, sostiene el joven pozoleño, “bastante llevadera”, ya que está familiarizado con este tipo de tareas agrícolas, y para él “es más dura la vendimia”.
Carlos Piedrabuena, de la misma edad y también de Pozuelo de Calatrava, está recogiendo pistachos en la plantación de Justo Fernández, mientras espera iniciar un grado superior de electromecánica. Tampoco ve muy fatigosa la recogida de los pistachos, dice mientras mueve las mantas de un árbol a otro, porque ya lo ha hecho otros años. Comenta igualmente, la disposición de otros jóvenes conocidos en el pueblo, que también para “ganarse un dinerillo” se animan a trabajar en las recolecciones del campo de la zona. Piedrabuena las conoce desde pequeño, por su padre y su abuelo, y por ello se muestra animoso con las tareas de recogida del vibrante pistacho de la variedad Larnaka.
El imparable ascenso de producción
El pistacho es un cultivo en imparable ascenso de producción en Castilla-La Mancha en general, y en la provincia de Ciudad Real en particular.
La superficie no ha parado de crecer en las últimas tres décadas, y si en 1990 no había presencia de este cultivo en la comunidad, en la actualidad alberga más de 53.500 hectáreas, el 90 por ciento de la extensión nacional -unas 60.000 hectáreas-, con unos 800 productores. Del total, Ciudad Real copa el 31,5% -16.500 hectáreas-, tras crecer casi un 1.000% en la última década respecto a las 1.500 ha que contabilizaba en 2012.
Es un cultivo con buenas condiciones para adaptarse al cambio climático y, por tanto, su rentabilidad es atractiva: 1.000 kilos por hectárea en secano y alrededor del doble en regadío, con un precio de entre 6 y 12 euros por kilo.
El potencial alcanzado se debe en buena parte al impulso en innovación vegetal y en la evaluación de nuevas variedades y patrones del árbol realizadas desde hace más de 30 años por personal del Centro Agrario el Chaparrillo (CAC) en Ciudad Real. Son análisis experimentales encabezados por el investigador José Francisco Couceiro, que han permitido adaptar y ordenar este cultivo, cada vez más arraigado en La Mancha, con el objetivo de conseguir un pistacho de alta calidad.
El futuro rentable está garantizado si no hay interferencias de los operadores, opinan los productores.
Por ello, la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV), perteneciente al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, ha derivado los trabajos técnicos sobre potencial de identificación varietal del pistacho a dicho centro, perteneciente al Instituto de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (IRIAF) de Castilla-La Mancha.
La Consejería de Agricultura destaca los frutos de estas numerosas y prácticas investigaciones como es la colección de casi 60 variedades de pistachero inscrita en el sistema de Organización para la Agricultura y la Alimentación de Naciones Unidas (FAO) para la conservación de recursos fitogenéticos. Se completa con decenas de patrones de distintas especies, incluyendo híbridos interespecíficos y muestras de poblaciones silvestres, que avalan la diversidad vegetal de este leñoso.
