La Cooperativa El Progreso se encuentra en uno de los mejores momentos de su historia ya centenaria, tras alcanzar 21 millones de euros de resultados en el último ejercicio, haber liderado una integración comercial y mantener una cartera de proyectos a corto y medio plazo para ampliar sus infraestructuras, tanto en la bodega como en la almazara. La sociedad villarrubiera nació un 1 de maro de 1917 presidida por Francisco Fontecha, un cuerpo social de 40 socios y un capital de 365 acciones a 100 pesetas. Hoy tiene 2.300 socios, más de la mitad mujeres, una sede con 100.000 metros cuadrados, una treintena de empleados fijos y una actividad comercial, nacional e internacional, de sus más de 20 marcas de vino y sus tres de aceite. En el año del centenario, con un amplio programa de actos, ha elaborado un aceite en verde llamado “Cosecha Temprana” y va a lanzar tres nuevas referencias vinícolas. Su presidente número 14, Cesáreo Cabrera, que ya lleva 21 años al frente de la cooperativa, habla de la celebración como un hito que tiene una senda marcada, la del crecimiento.
J. Yébenes
Villarrubia de los Ojos
El Progreso nació en la época del sindicalismo agrario católico de principios de siglo XX, en el marco de la Ley de Sindicatos Agrícolas de 30 de enero de 1906, impulsada por el ministro de Fomento Rafael Gasset, un político que en la provincia no sólo favoreció el movimiento asociativo y solidario para los agricultores, sino que promovió importantes infraestructuras hidráulicas y urbanas.
Pero la entidad villarrubiera no fue denominada con titulares de santos, cristos o vírgenes, sino que recibió un nombre con un sentido de mejora, tal y como supieron ver los dirigentes en el ecuador de su vida, en 1967, al fusionarse con las otras dos cooperativas del pueblo, La Manchega y La Labradora. Esta operación, encabezada por Clemencio del Prado (La Manchega, tuvo cuatro presidentes), Augusto Jerez (La Labradora, que fue gestionada por seis presidentes) y José Zamora, (El Progreso) ya marcó en su ADN un carácter industrial, a la hora de tomar más dimensión en la elaboración y comercialización de vinos, mostos y aceites, en contra de los localismos atávicos del sector en el territorio manchego.
Curiosamente, a los 50 años de aquella integración, acaban de cerrar otra integración en forma de cooperativa de segundo grado, ‘Vidasol’, con Los Pozos, de Daimiel.
El primer acta reza con una letra elegante de pluma del 22 de febrero de 1917, y está firmada por Francisco Fontecha como presidente y Ciriaco Rodríguez, como secretario. El resto del órgano directivo lo componían Ignacio Vallejo, Lorenzo Murat, Cesáreo García de la Plaza (abuelo del actual presidente), Domingo Gil-Ortega, Álvaro Díaz-Miguel, Isidoro Villalobos, Juan Beamud, Fernando Marchán y Francisco Mena.
La actual cabeza de la entidad, el emblemático Cesáreo Cabrera, muy conocido en los medios por su sencillez y accesibilidad, reitera el buen momento de la entidad y su legado como cooperativa más antigua de España “que no ha cesado en su actividad”, pues “siempre ha estado funcionamiento, incluso en la Guerra civil”. En este triste periodo de la historia española tuvo dos épocas señaladas, “al principio de la guerra, hubo un presidente de izquierdas porque el pueblo estaba la zona roja, y cuando llegó el otro bando, nombraron a uno de derechas”.
Donde se asienta la sociedad vinícola y oleícola existió, rememora Cabrera, el primer campo de fútbol del pueblo, y las primeras instalaciones de la cooperativa fueron una nave con tinajas de cemento y capacidad para 300 litros y una bodeguilla subterránea. Ahora presiden la industria unos depósitos para cuatro y cinco millones de litros donde almacenan el mosto en una finca de 100.000 metros cuadrados, que han ido sumando al comprar fincas anejas, como una de 40.000 m2 y otra de 7.000 m2. Los terrenos de las otras dos cooperativas villarrubieras los vendieron.
Cabrera dice que ha sido en los últimos tres lustros cuando la entidad ha tomado una dimensión productora y elaboradora similar a las de Cristo de la Vega, de Socuéllamos, o Jesús del Perdón, de Manzanares, además de adoptar una política para crecer y ganar competitividad que les ha llevado a estar negociando una gran operación con estas dos empresas provinciales y la de Virgen de las Viñas, de Tomelloso, la cooperativa más grande de Europa. La unión de cuatro “no ha sido posible, porque era muy difícil definir un modelo”, explica. Han empezado por Vidasol, en la que estaba prevista la entrada de Santa Catalina, de La Solana, pendiente de cambios en su consejo rector, y que en pocos días decidirán si se suman a la flamante cooperativa de segundo grado.
Cesáreo Cabrera lleva 21 años como presidente y está ligado en lo profesional y personal a El Progreso, pues “mi abuelo fundador de la cooperativa y los miembros de mi familia eran socios de una u otra bodegas”. En 2019 “dejaré el paso a los más jóvenes”, avanza.
Pero mientras tanto, “para mí es un honor presidir el centenario”, una efemérides en la que cree que aporta mucho porque “en el sector me conocen tanto compradores, como vendedores, suministradores y políticos, y eso se puede aprovechar para dar el mayor auge”. Apunta a su favor que “yo no he cambiado nada, soy sencillo y no me doy aire”.
Explica que la cooperativa mejoró sus expectativas y su negocio a raíz de entrar la Comunidad Europea. “Cambiaron las circunstancias y el cooperativismo no se podía quedar atrás”. Por ello, a medida que se han ido reestructurando los viñedos “hemos ido actualizando las instalaciones y haciendo vinos de más calidad porque los mercados son más exigentes, con menos vino de segunda, con el fin además de que el agricultor pueda cobrar más al final”.
Cabrera asegura que durante la crisis, “tuvimos una temporada buena porque no ha habido cosechas grandes y los precios han sido buenos y rentables”.
En los actos conmemorativos que han iniciado en febrero con una Jornada sobre Viña y Olivar, darán protagonismo, como no puede ser de otra manera, a los socios y también a la cooperativa y a su papel institucional en la sociedad local y provincial., el 10 presentarán el programa, y también contemplan un libro sobre los cien años de cooperativismo y una conferencia, entre otras actividades.
En el acto central, el 26 de mayo, al que está invitado hasta el propio presidente del Gobierno, “que nos ha contestado y nos ha dicho que si puede, vendrá”, homenajearán a los tres presidentes (o sus descendientes) que lideraron la primera fusión local, además de al socio más joven y al más veterano.
Vinícola
A la línea de actividad vinícola, la mayor parte del negocio de El Progreso, tienen vinculadas 12.000 hectáreas, la mitad de regadío, ubicadas en Villarrubia y en los términos colindantes de Fuente el Fresno, Daimiel o Arenas de San Juan. Han cerrado la última campaña con una producción de 70 millones de kilos de uva de distintas variedades, dentro de una cosecha media de 100 millones, un potencial en crecimiento por la transformación de los viñedos a regadío y la reestructuración a espaldera.
En sus instalaciones elaboran entre 56 y 60 millones de litros entre vino y mosto, este último en alza, con una partida importante destinada a zumo de uva, concentrados y como azúcar.
En la sección comercial, la cooperativa cuenta con tres técnicos para vender vino en el extranjero, y otro para el mercado nacional, dado que están presentes en países como China, Japón, Corea, Alemania, Canadá, y EEUU, “donde estamos aumentando poco a poco y ya estamos en ocho grandes superficies”. El embotellado supone el 10% en exportación (el resto lo venden a granel, que “es nuestro fuerte, aunque esperamos cambiar la tortilla”) y del total de su volumen, comercializan a nivel internacional entre el 40 y el 50%.
Cabrera destaca que la variada gama de sus vinos, como las arcas ya consolidadas ‘Ojos del Guadiana’, ‘Viña Xétar’, ‘Huertos de Palacio’, ‘Jijones”, ‘Astrum’, ‘Azareño’, ‘Mi chupito’ o el ecológico ‘Medianiles’. Para el centenario incorporarán tres vinos con la etiqueta del centenario, uno en serie limitada de 10.000 botellas con merlot y petit verdot, y 1917 con dos variedades, el tinto roble, coupage de merlot y tempranillo; y el 1917 blanco, coupage de chardonay con airén envejecido en roble.
Oleícola
La almazara de El Progreso es una de las instalaciones más antiguas de la sociedad. Actualmente está ubicada en una de las alas de la entidad, cerca de los descargaderos de uva, y con muchas necesidades de ampliación. Cabrera refiere que están creciendo como la espuma y que están negando la entrada a productores que quieren llevar su aceituna por falta de espacio. Hace cuatro años procesaron nueve millones de kilos de aceituna, el año pasado, casi 8, y en la última recolección, más corta, 4,6 millones y cerca de un millón de kilos de aceite. “Hay muchas olivas nuevas, y de aquí a unos años, nos situaremos en 10 millones de kilos de fruto”, estima el presidente.
Con rendimientos medios del 20%, la campaña oleícola va viento en popa, tanto por las ventas a Italia (hay poca producción en países de tradición aceitunera como Grecia, Túnez, Argelia y Marruecos) y por los precios, a cerca de cuatro euros el litro de virgen extra y 4,50 el ecológico.
Cuenta con una superficie de 3.500 hectáreas de olivar “y se va poniendo nuevo”, de variedades de cornicabra, sobre todo, picual, arbequina y ecológico.
En aceites, comercializan aceite de oliva virgen extra ‘Olirrubia’, acogido a la Denominación de Origen Montes de Toledo, y otros como ‘El Progreso’ y el ecológico ‘Los Medianiles’.
Cabrera señala que su primera inversión como presidente fue la adaptación de la almazara para cuatro millones de kilos, que se queda muy corta para los volúmenes de aceituna que recibe y el aceite que elaboran. Así, a corto plazo pretenden levantar en una finca anexa al complejo un nuevo circuito para la almazara con más depósitos, tolvas y depósitos para la decantación del aceite. “Estamos trabajando en un proyecto y trasladarlo a los terrenos que tenemos, y que esté listo para la próxima campaña o para la siguiente”.
Otros proyectos que tienen a medio plazo es ampliar la embotelladora de vinos (la actual registra 1.500 botellas a la hora), y la nave de almacenamiento para envases vacíos y llenos. Estas obras se podrían realizar dentro del proyecto común de Vidasol, cuya sede social todavía no está fijada, aunque El Progreso “es la que tiene más medios”. En plena actividad, la transformación también llegará a sus órganos de gestión, con la incorporación desde este domingo de dos mujeres.
Calendario de actividades
Los actos del centenario empezaron a concebirse, según Cesáreo Cabrera, la pasada primavera con “ilusión y trabajo”. Están contando con la colaboración, según dice, del Ayuntamiento villarrubiero, la Universidad de Castilla-La Mancha y otras organizaciones sociales. Además del acto institucional de mayo, presentará en la Feria Nacional del Vino (FENAVIN) sus caldos del centenario. Esta feria ha marco la historia y el futuro de la empresa, según Cabrera, pues “supuso un antes y un después en nuestra proyección internacional, que se suma a las acciones de la DO La Mancha”. Comenta que hace 17 años “estábamos en el 10% de exportaciones y hoy vendemos fuera más de la mitad”. Tras la presentación del avance de actos en Fitur, en enero en Madrid, en febrero desarrollaron una Jornada técnica sobre Viña y Olivar, y el próximo día 9 se presenta el proyecto conmemorativo a los medios. También habrá plantación de árboles en los centros educativos en abril con motivo de la conmemoración y patrocinios de rutas ciclistas y de senderismo. En mayo, tras pasar por Fenavin para afianzar y ampliar sus contactos comerciales y celebrar el acto institucional, llegará junio con los 12 Premios Nacionales Vinos Ojos del Guadiana, al igual que la cooperativa formará parte de un curso de verano de la UCLM. En verano estará presente en un festival de cortos, en una master class de cine y música, en colonias de música, cine y danza, en un festival de música y vino, en un concurso de escaparates de comercios y en una jornada de exaltación de sus vinos (en septiembre). También apadrinará el trofeo de fútbol ‘Ojos del Guadiana’ donde pretende reunir a los veteranos el Real Madrid, así como en el último tramo del año celebrarán jornadas de tapas, otras con la Escuela de Gastronomía de Toledo, una conferencia del periodista especializado César Lumbreras y un concurso de escaparates en Navidad.
Candelas y Eugenio
Candelas Rincón Rodríguez, de 88 años, formó parte durante 30 años del Consejo Rector de El Progreso. Este productor de tradición familiar trabajó codo con codo con el padre del actual presidente como protagonistas de la fusión en 1967. Tiene muchos recuerdos de cuando de chico empezó a llevar la uva en grandes serillos de esparto en carros tirado por mulas hasta la llegada de los tractores, las lonas y los remolques. Es consciente de que habría que vender más embotellado pero “siempre nos hemos resistido a gastar en inversiones”. Opina que los grandes grupos “son necesarios”, como está demostrando la sociedad tras las integraciones porque “hace unos años era ruina y ahora tiene mucho volumen”. Es uno de los socios más veteranos, aunque ya no es agricultor activo, un legado que siguen sus hijos.
Eugenio Úbeda-Portugués Ramírez, 86 años, también es (lo será toda la vida) agricultor de viñas, cereal y olivos. Huérfano de padre desde los seis meses, se incorporó al Progreso de la mano de su suegro y ahora sus hijos siguen la actividad agrícola “desde que les di el trajín”. Ve, igualmente, muy positivo “el funcionamiento de la cooperativa para la economía familiar” pues “mejor o peor, siempre hemos cogido los dineros”. Cuando la integración de 1967 ya era cooperativista, una operación que valora porque “cuanta más dimensión y más grande sea, será todo más rentable, se pondrán defender mejor los frutos. Además de los tiempos del hambre, en “los que unos se comían las patatas y otros las peladuras”, ambos reconocen momentos duros en la cooperativa, por los bajos precios en origen de la uva y el vino. Pero ha sido la forma más óptima para poder llevar adelante sus explotaciones, con las que han mantenido a sus familias.
