Soledad Ruipérez/ Ciudad Real
“Los profesionales sanitarios que atiendan a casos confirmados o sospechosos de EVE (ébola) corren mayor riesgo de infectarse que otros grupos”. Esta es una de las máximas que recoge la Organización Mundial de la Salud, OMS, en la Nota descriptiva n.°103 de abril de 2014.
A este respecto, y en alusión a la auxiliar de enfermería que ha contraído el virus del ébola en un hospital de Madrid, se pronunció ayer, en declaraciones a Lanza, el médico epidemiólogo, Juan Castell Monsalve, al advertir que el virus del ébola no se transmite por vía respiratoria y que, todo parece indicar, que tampoco por vía cutánea, aunque esta última posibilidad no es certera al 100%.
Castell Monsalve, que es máster en Epidemiología de Campo por el Centro para el Control de Enfermedades de la Universidad de Atlanta en Estados Unidos, se mostró convencido de que el contagio del que estos días se hace eco todo el país se debe, en gran medida, “a un fallo motivado por la falta de entrenamiento y experiencia en el tratamiento de pacientes infectados”. En este orden de cosas recordó, como ejemplo que son muchos los profesionales sanitarios de la ONG Médicos Sin Fronteras que llevan tratando años con este virus en África y se ha detectado un caso de contagio entre ellos.
Convencido de que “las cosas no se han hecho bien”, Castell asegura que con un buen protocolo de actuación, “como el que se está llevando a cabo en Estados Unidos, el riesgo de contagio es bajo”.
Del mismo modo, este epidemiólogo considera que no debería haber alarma social máxime si se tiene en cuenta que el brote ha quedado controlado en Nigeria, por lo que en un país como España, con un sistema sanitario mucho más avanzado, debería resultar más factible evitar la propagación del virus y conseguir el control.
“Todo ello pasa por lograr una buena organización, un máximo control de seguimiento y observación y una persona al mando”, explica el epidemiólogo al tiempo que asegura que en España hay muchos estudios de intervenciones en situación de crisis, aunque lamentablemente “en el sistema sanitario, el campo de la epidemiología ha quedado abandonado”, apuntó.
A su juicio no debe haber motivos para el miedo ya que hay medios para que no se desencadene un brote del virus.
Por último y tras subrayar que derecho colectivo de la ciudadanía debe primar sobre el individual, aseguró estar de acuerdo con la repatriación llevada a cabo con los dos enfermos españoles de ébola que fueron contagiados en África, y aseguró que siempre que haya esperanza hay que hacer lo posible por salvarlos.
Protocolo en Castilla-La Mancha
El SESCAM garantiza que los hospitales de Castilla-La Mancha están preparados para abordar un potencial caso de ébola, tanto con medios humanos como materiales. Todos los centros tienen activado y actualizado el protocolo nacional, que ya ha demostrado su eficacia.
En un comunicado emitido por el Ejecutivo autonómico el pasado mes de septiembre el consejero de Sanidad y Asuntos Sociales, José Ignacio Echániz, aseguró que los pacientes de Castilla-La Mancha pueden estar tranquilos porque los profesionales del Sescam saben cómo gestionar situaciones de alerta y cómo atender a los pacientes”.
¿Qué es el ébola?
El virus del ébola causa en el ser humano la enfermedad homónima (antes conocida como fiebre hemorrágica del Ebola).
Los brotes de enfermedad por el virus del ébola (EVE) tienen una tasa de letalidad que puede llegar al 90%.
Es transmitido al ser humano por animales salvajes y se propaga en las poblaciones humanas por transmisión de persona a persona.
No hay tratamiento específico ni vacuna para las personas ni los animales.
La infección se produce por contacto directo, a través de las membranas mucosas o de soluciones de continuidad de la piel, con la sangre u otros líquidos o secreciones corporales (heces, orina, saliva, semen) de personas infectadas.
También se han producido casos de transmisión en la comunidad durante funerales y entierros.
Durante un brote, quienes mayor riesgo de infección corren son: el personal sanitario; los familiares u otras personas que hayan estado en contacto estrecho con personas infectadas; los integrantes del cortejo fúnebre que hayan tenido contacto directo con el cuerpo del difunto como parte de las ceremonias de inhumación.
La enfermedad se suele manifestar con la aparición súbita de fiebre, debilidad intensa, dolores musculares, de cabeza y de garganta, síntomas que van seguidos de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas.
El período de incubación oscila entre 2 y 21 días. Los pacientes son contagiosos desde el momento en que empiezan a manifestarse los síntomas. No son contagiosos durante el período de incubación.
Los pacientes necesitan sueros intravenosos o rehidratación por vía oral con soluciones que contengan electrólitos.
Fuente: Organización Mundial de la Salud, OMS.