Isidro Doral, el hombre que mató a leñazos al novio de su exmujer en el año 2015 en El Robledo, ha sido condenado a diez años de cárcel como autor de un delito de homicidio con la atenuante de arrebato.
La condena se acaba de hacer pública este jueves, una semana después de que un jurado popular lo declarase culpable de homicidio con la circunstancia atenuante de “arrebato u obcecación” ante la Audiencia Provincial.
La magistrada que ha impuesto la pena le priva de la patria potestad de su hija menor (presenció el crimen cuando sólo tenía once años) durante el tiempo que dure la condena; le impone las costas de todo el proceso y que indemnice al hijo de Gregorio Chamorro, la víctima, con 50.000 euros.
Orden de alejamiento
También dicta una orden de alejamiento (a menos de 500 metros) con respecto de su exmujer y de su exsuegra, con las que tiene otro procedimiento judicial abierto por amenazas, que debe estar vigente quince años (cinco después de que cumpla la pena de cárcel).
La jueza también ha fijado una indemnización de 12.000 euros para la ex (en realidad todavía no están divorciados), que el abogado de la acusación particular Santiago Ballesteros valora por el hecho de que “ni siquiera lo había solicitado la fiscalía y nos parece una decisión muy acertada”.
Esta parte, que no ha decidido si va a recurrir, celebra también que “a la hora de la graduación de la pena ha pesado nuestra postura, puesto que la magistrada, aunque podía, sólo ha rebajado en un grado la pena y condena a este hombre por lo máximo que podía según el veredicto”.
¿No sale barato matar a garrotazos?
No obstante Santiago Ballesteros, que ha representado en el juicio a la exmujer de Doral, considera que la pena “es muy pequeña para la gravedad del asunto. Causa estupor que perpetrar un crimen tan brutal como este, delante de una niña, en plena calle y a un hombre completamente indefenso, se salde con diez años. Con todo respecto a la decisión del jurado creo que hay que preguntarse si no sale excesivamente barato matar a garrotazos”.
Por su parte José Antonio Cano Plaza, el abogado defensor de Doral, irá a verle la semana que viene a la prisión de Herrera de La Mancha -en la que permanece interno desde mediados de diciembre de 2015-, para estudiar con él la posibilidad de recurrir. “Después del veredicto me esperaba una pena algo menor, pero de todas formas era lo mínimo a lo que aspirabamos y está bastante bien teniendo en cuenta todas las circunstancias”.
En el intercambio de una hija
El homicidio de Gregorio Chamorro, gaditano de 50 años, ocurrió el 13 de diciembre de 2015 sobre las ocho y media de la tarde en la puerta de la vivienda del acusado, en El Robledo. Esa tarde de domingo la exmujer, que había dejado a Doral dos años antes, fue a su casa para entregarle a la hija de ambos de 11 años, que había pasado el fin de semana con ella y su nueva pareja.
Como siempre, según han reconocido todas las partes incluso la menor, los tres empezaron a discutir y al ver que tardaban Goyo, como era conocido el fallecido, se acercó a la puerta de la casa, una vivienda unifamiliar de dos plantas con un jardincillo en la entrada, para ver que ocurría (en principio no estaba previsto que fuera).
Trastorno ansioso depresivo desde que su mujer lo dejó
Se supone que intercambió unas breves palabras con Doral, al que le recriminó que insultara a una mujer mayor (la exsuegra), suficiente para que Isidro, que según los forenses desde que lo dejó su mujer padecía un trastorno ansioso depresivo y no se medicaba, agarrara un leño de olivo que tenía en el patio y le diera tres golpes en la cabeza. Sólo con el primero, en la base del cráneo, habría bastado para matarlo, pero incluso con el fallecido desplomado en el suelo y bocabajo Doral le propinó dos golpes más.