Isidro Doral, el hombre que mató a leñazos al novio de su exmujer en El Robledo, acaba de ser declarado culpable del delito de homicidio en el que concurre la circunstancia atenuante de “arrebato u obcecación”.
Doral, que se enfrentaba a una pena de hasta 23 años de prisión de prosperar la versión del asesinato de la acusación particular, no podrá ser condenado a más de 10 años en base a este veredicto, que se le ha leído hace una hora en la Audiencia Provincial.
El fallo del tribunal no profesional supone una atenuación respecto de lo que pedía el propio fiscal, aunque tampoco es exactamente lo que solicitaba la defensa. No obstante, y pese al veredicto, el fiscal de Violencia sobre la Mujer Jesús Gil que entiende que no concurre ninguna atenuante, ha pedido a la magistrada que dictará la sentencia que sólo rebaje un grado la pena y tenga en cuenta que el homicidio de Gregorio Chamorro, la víctima, ocurrió en la calle y en presencia de la hija menor del acusado.
Gil ha reclamado “la máxima contundencia” de la magistrada y que se prive a este hombre de la patria potestad de sus dos hijas (además de la que presenció el crimen otra mayor con una grave discapacidad).
En libertad provisional
Para José Antonio Cano Plaza, el abogado de Doral, que calificó los hechos de lesiones dolosas en concurso con homicidio por imprudencia, la pena a imponer debe oscilar entre los dos años y medio y los cinco. Además ha reclamado a la jueza que ponga en libertad provisional a Doral, hasta que la sentencia sea firme, puesto que lleva ya en la cárcel más de dos años.
Santiago Ballesteros, abogado de la acusación particular en representación de la todavía mujer del acusado (el divorcio se sigue tramitando desde 2014), no ha tenido más remedio que adherirse a lo que ha pedido el fiscal y no ha aclarado si recurrirá la sentencia, que emitirá la magistrada que ha presidido el juicio en los próximos días.
En el intercambio semanal de una hija
El homicidio de Gregorio Chamorro, gaditano de 50 años, ocurrió el 13 de diciembre de 2015 sobre las ocho y media de la tarde en la puerta de la vivienda del acusado, en El Robledo. Esa tarde de domingo la exmujer, que había dejado a Doral dos años antes, acudió a su casa para entregarle a la hija de 11 años de ambos, que había pasado el fin de semana con ella y su nueva pareja.
Como siempre, según han reconocido todas las partes, incluso la menor, los tres empezaron a discutir y al ver que tardaban Gregorio, Goyo, como era conocido el fallecido, se acercó a la puerta de la casa, una vivienda unifamiliar de dos plantas con un jardincillo en la entrada, para ver que ocurría (en principio no estaba previsto que fuera).
Se supone que intercambió unas breves palabras con Doral, al que le recriminó que insultara a una mujer mayor (la exsuegra), suficiente para que Isidro, que según los forenses desde que lo dejó su mujer padecía un trastorno ansioso depresivo y no se medicaba, agarrara lo primero que encontró en el patio: un leño de olivo, y le diera tres golpes en la cabeza. Sólo con el primero, en la base del cráneo, habría bastado para matarle, pero incluso con el fallecido desplomado en el suelo y bocabajo le dio propinó dos golpes más.