Varias personas esperan en una cola espaciada que recuerda a unos puntos suspensivos para pedir su café para llevar. Dentro está Diego Morales, empresario hostelero, uno de los chefs más reconocidos dentro de la hostelería de la capital y un recién llegado al entorno de la Escuela de Arte, con su nuevo bar El Señor Pérez. Es uno de los días previos al 10 de febrero, cuando el Gobierno regional decretó la apertura de la hostelería, con terrazas al 50 por ciento e interiores al 30.
En medio de una ampliación empresarial le pilló el Covid. Dado el éxito de su restaurante de la calle Mata, Latitud, decidió complementar su oferta con un nuevo espacio y modelo de negocio en la Avenida Rey Santo, que se sumaría también a su local de ocio nocturno en el Torreón, Labana.
“El Covid fue el determinante para cerrar Latitud el mismo día que decretaron el confinamiento y fue una decisión acertada. No podíamos mantener dos negocios abiertos con la que se venía encima. Latitud nació en la calle Mata y murió allí. Esto no es Latitud y ningún sitio lo será”. Diego Morales es tajante al hablar de este restaurante que fue una referencia de la “buena comida” durante 6 años en la capital.
Dudas para abrir el nuevo bar existieron, ralentizaron la obra en ciertos momentos, pero al final en otoño Diego Morales y su hermano, como socio, decidieron “meter madera y arrancar la máquina a todo tren”. En octubre estaban abiertos con 11 empleados y hasta primeros de diciembre sacaron partido al solecito de su terraza.
De innovar entre fogones a poner cafés en solitario: así ha sido su transición. Diego dice que “esto te hace despertarte cada mañana en el suelo, resetearte día a día, y te da humildad”. La hostelería, en todos sus ámbitos, es su pasión y reconoce que “está encantado con cada cliente que viene a por su café”, que es cien por cien natural.
El hostelero considera que “toda crisis es oportunidad” y confía en todo lo que le puede dar “este establecimiento, esta calle y esta ciudad”. Con la mayor parte de los establecimientos de la zona cerrados, Diego considera que el desayuno para llevar abre una ventana de oportunidad para clientes que aún no habían descubierto su casa.
La tristeza le embarga al hablar del cierre de locales, porque “si esta situación se prolonga en el tiempo, no sé si va a quedar algo abierto”. Junto a los gastos administrativos, los operativos, “la luz, los seguros, el internet, siguen al 100 por cien, y los ingresos son ninguno”.
“La oferta genera demanda”, dice Diego Morales, que lo considera una máxima y que subraya que “no es buena noticia que cierre nadie”. Por esa razón siempre confió en este lugar para su nuevo negocio, porque “la unión hace fuerte a la hostelería”.
Además, Diego advierte que “cuando cae la restauración hay un efecto dominó”, porque “es motor que ayuda y acompaña a otros sectores”, que da ambiente a las calles y genera poderosas sinergias. Destaca que la hostelería representa cerca de un 7 por ciento del PIB, e indirectamente asciende al 14 por ciento.
Un sector “seguro”
Con los paravientos recién montados recibieron la noticia de cerrar los interiores en diciembre. “Me consta que en cierto modo el Gobierno de Castilla-La Mancha sujetó la situación mucho tiempo” para mantener a la restauración, apunta Morales, que tacha de “crueles” las últimas restricciones.
En la ‘primera ola’ los créditos ICO fueron una solución, pero ahora con la tercera “la preocupación es mayor”. “No sabemos cuánto va a durar, ni las decisiones que se van a tomar”, añade. “En Ciudad Real no hay industrias, ni grandes empresas, es una ciudad de funcionariado y sector servicios, y se está poniendo en jaque a un sector de una importancia tremenda en la ciudad”.
Geles hidroalcohólicos, desinfección de mesas entre clientes, sistemas de vapor. Diego Morales afirma que la hostelería “es un sector seguro” y “no se nos puede criminalizar”, porque al final va a generar un poso, “una desconfianza ante el consumidor, que puede traer cola, y que es mucho más grave que el cese de actividad de forma temporal”.
En un año “todo tiene que ser un recuerdo que nos haya hecho aprender muchas cosas”. “No hay duda de que antes de nuestros negocios está la salud”, pero salvados del virus, el chef confía en la vuelta a la normalidad. “Los ciudarrealeños son cercanos, de calle, de bares, y esto no puede cambiar nuestras costumbres”, apostilla.