El estado de alarma se ha cebado con las mascotas más mayores que padecían alguna enfermedad crónica. “Han fallecido muchos animales que por sus enfermedades tenían que acudir casi a diario a las clínicas veterinarias y por el miedo a salir durante la pandemia no han podido recibir toda la atención que necesitaban”, explica Ruiz-Castañeda, que apunta que también se han dado algunos casos de recoger a mascotas cuyos dueños han fallecido por covid-19 y cuya familia no podía hacerse cargo de ellos.
Reconoce Ruiz-Castañeda que ha sido una época en la que han pasado mucho miedo. “Cuando ibas a una clínica veterinaria a recoger algún animal fallecido, pues toda la gente llevaba su mascarilla, pero en los domicilios no; ha sido una situación complicada para todos”, subraya la veterinaria, que agradece la ayuda que han recibido, como del Ayuntamiento de Torralba, porque tuvieron dificultades para conseguir el material de protección imprescindible para poder realizar su trabajo.
Como servicio esencial durante el estado de alarma, nunca ha cesado su actividad y han tenido que adaptarse a los requisitos de los distintos momentos y fases. Durante el confinamiento más duro no se permitía el acceso a sus instalaciones para presenciar la cremación de la mascota y ahora, desde la Fase 2, atendiendo al espacio disponible para mantener la distancia de seguridad en su sala habilitada para tal efecto, permite el acceso de dos personas.
En ocasiones, relatan Marga y Jesús, han asistido hasta seis personas para asistir la incineración de la mascota, y “la verdad es que se vive como un drama, un verdadero duelo, porque cuando se quiere a un animal es como uno más de la familia y se pasa muy mal”.
Como recuerdan desde el Crematorio de Mascotas Anubis, la ley obliga a la incineración de los animales fallecidos: “enterrar está prohibido”. En sus instalaciones se ofrecen incineraciones individuales, en las que el dueño puede recibir las cenizas de su mascota en una urna, e incineraciones colectivas, en las que se procede a la cremación de varios animales, cuyas cenizas se guardan hasta que una vez al año son recogidas por un gestor autorizado de residuos.
Relatan que cada dueño conserva las cenizas de diferente manera. Algunos tienen a su mascota muy presente y colocan la urna en un lugar privilegiado de sus hogares, otros la guardan e incluso otros la entierra, algo permitido tras la incineración y su conservación en una urna biodegradable.
Por último el Crematorio de Mascotas Anubis agradece la cada vez mayor confianza de sus clientes hacia sus servicios, así como la mayor concienciación de la ciudadanía en la obligación de incinerar.