“Nuestro principal objetivo es la educación en Honduras. Nuestro reto más importante es mantener lo que ya está funcionando. Apoyamos a más de 13.000 estudiantes para que puedan incorporarse a la sociedad como personas preparadas. Uno de los puntos importantes es que trabajamos con el voluntariado y que son los propios hondureños los que se están preparando para resolver sus problemas. Es decir, pedimos a las personas a las que ayudamos que después colaboren con otros niños”. Así explica Eloísa Muela, natural de Santa Cruz de Mudela y misionera en Honduras, a Lanza el proyecto en el que está inmerso de la mano de la ONG ACOES (Asociación, Colaboración y Esfuerzo), en colaboración con la ONG SOLMAN (Solidaridad Manchega) y la Diputación Provincial de Ciudad Real.
ACOES, a través de los diferentes proyectos educativos que desarrolla en Honduras, trata de fomentar la solidaridad, trabajando para la educación y para el desarrollo integral de las personas en los sectores de población más desfavorecidos, pero Eloísa Muela trabaja específicamente para el proyecto ‘Sinergias’ que, según la propia misionera, intenta acompañar a todos los niños y jóvenes con discapacidad o problemas de aprendizaje gracias a un programa de educación inclusiva de calidad en escuelas y centros infantiles
Arquitecta de profesión, abandonó su carrera profesional para irse a Honduras como cooperante y acabar como misionera. Eloísa Muela llegó al país sudamericano hace siete años con una beca de dos meses de la Diputación de Ciudad Real, gestionada por SOLMAN, “sin saber muy bien lo que iba a vivir y, mucho menos, sin saber que esto me podría cambiar la vida”. Cuando se le acabó la beca vio que no me podía volverse a España: “Había algo que me sujetaba allí. Era ver a los niños con tantas dificultades que querían salir adelante y tantos jóvenes que querían colaborar y no sabían cómo hacerlo, que me tenía que quedar”. Tanto le ha emocionado la experiencia que se siente segura de que su vida está en Honduras, “porque la mejor manera para trabajar por un mundo más justo es estar con la gente más empobrecida para poder acompañarles realmente”.
En cuanto a las personas que atienden desde su proyecto, Muela comenta que residen en núcleos a unos 40 minutos de la capital de Honduras, Tegucigalpa, a través de carreteras que no están pavimentadas y que apenas llega el agua potable y la electricidad y no existen las redes de saneamiento. “La situación es muy complicada, todos los niños que atendemos desde los 6-7 años ya están cuidando a sus hermanos pequeños o trabajando recogiendo plásticos o lavando ropa ajena. Por ello, intentamos que no se queden anclados y puedan formarse y educarse, para que poco a poco vayan saliendo hacia la luz”.
Otra de las ‘claves’ que se ponen desde ACOES y desde el proyecto ‘Sinergias’ es la alimentación, pues muchos de estos niños, de no acudir a las escuelas de la ONG, no tendrían los nutrientes ni los alimentos necesarios para pasar el día, mientras que al asistir reciben dos comidas diarias.
Actualmente, el 60% de la población de Honduras vive en la pobreza y estudiar es una tarea difícil para los jóvenes. “Cuando una persona estudia y come su vida cambia y queremos prepararlos bien para que sus vidas mejoren”, comenta Muela, que transmite “positividad” de estos programas, que sacan a bastante población de la pobreza “y avanza”.
Con lo que se queda Muela en estos más de siete años como misionera es “con la energía y con las ganas de salir adelante con la gente que tengo al lado. Esa generosidad del pueblo hondureño, de tirar para adelante, pero siempre de la mano del prójimo, es con lo que me quedo, porque te hace ver que entre todos es posible”.
De momento, Eloísa Muela, que en el momento de la entrevista se encontraba en España, junto al padre Álvaro Ramos, recorriendo el país para contar la labor de ACOES, no tiene fecha de regreso a Santa Cruz de Mudela, pues considera que su vida está en Honduras.
Pobreza extrema en Honduras
Honduras es uno de los países más vulnerables de América latina, azotado por tormentas y huracanes. El 80% de la población vive con menos de dos dólares al día y esta pobreza es claramente visible en los barrios que rodean a sus ciudades.
Tegucigalpa sirve de muestra como una de las ciudades más caóticas del continente. Desde la pista de su aeropuerto ya se observan multitud de pequeños barrios que cuelgan de las montañas que rodean la ciudad.
Enjambres de pequeños habitáculos de chapa y madera, en muchos casos sin agua ni luz, vulnerables a las tormentas.
Niños y ancianos son los más expuestos a la pobreza en Honduras. Uno de cada tres jóvenes hondureños es analfabeto, unido en muchos casos a una deficiente alimentación.
Acudir cada día a la escuela es a veces un sueño inalcanzable. Las familias no pueden pagar los 40 euros de matrícula, con una natalidad de cinco hijos y familias desestructuradas. Por ello, para revertir, en medida de lo posible, esta situación, ACOES trabaja para mejorar la calidad de vida de los hondureños, especialmente de los niños y adolescentes.