Carlos Monteagudo / Fernán Caballero
A las siete de la tarde sonaba el tercer cohete que anunciaba la salida de los dos morlacos de sus respectivos cajones y el comienzo, un año más, del tradicional encierro al estilo “fernanduco”, declarado de Interés Turístico Regional, por las céntricas calles de la localidad de Fernán Caballero.
Cerca de 2.500 personas, entre vecinos de la localidad, y de localidades cercanas, se acercaron ayer por la tarde a Fernán Caballero para ver correr a los astados de la ganadería local Victor y Marín, Muñequito con el número 38 y Veterano con el número 28, por las calles de la localidad. Algunos habitantes indicaban que “había mucha gente para ser martes”.
El encierro comenzó ágil con unos toros descansados que hicieron las delicias de los corredores, provocando algún roce con los pitones mientras los recortadores practicaban sus quiebros con ellos y con otros mozos los citaban desde las talanqueras. A partir de las siete y media los toros “se fueron viniendo abajo”, quedándose estancados en la calle provocando alguna carrera y susto que otro, pero sin más importancia. Muñequito se colocó en un extremo del recorrido y Veterano en otro, recibiendo toda la atención del público que se agolpaba en los bares, balcones y azoteas de las calles del recorrido.
Según avanzaba la tarde, las caras de aburrimiento empezaban a aparecer en los balcones y los corredores comenzaron por coger confianza acercándose “de más” al toro.
Sobre las 20.15 horas, salió el tradicional carro, una de las excepcionalidades del encierro de la localidad. Un carro de labranza, metálico, de alrededor de unos 500 kilos, de un solo eje, que transporta a la cuadrilla de avivadores y es empujado por dos o tres mozos.
Al poco de salir el carro, un toro embistió contra este, provocando que un joven que empujaba el carro cayera al suelo y fuera arrollado por una rueda, casi a la altura del cuello, provocando el pánico en los espectadores. Por suerte la rueda no pasó por su cuello y se evitó la desgracia. El mozo finalmente se levantó por su propio pie con la ayuda de los corredores y fue trasladado de urgencia al Hospital General Universitario de Ciudad Real, donde fuentes del SESCAM informan de la fractura de varias costillas.
Sin más daños que lamentar, el encierro finalizó sobre las 21:00 horas, trasladando a los morlacos al recinto cerrado conocido como “La Tórtola” donde el director de lidia, en este caso el extorero, Anibal Ruiz, acabó con la vida de los toros según marca la ley vigente.