Mañana de hondas emociones en el Teatro Municipal de Almagro. Allí se han congregado varias decenas de familiares y descendientes de ‘los 27 de Almagro’, un grupo de represaliados del Franquismo que fueron fusilados en esta localidad entre mayo de 1939 y junio de 1940, tras acabar la Guerra Civil.
Han recibido los restos de sus allegados, tras ser identificados por un equipo de antropología forense de la Universidad Complutense de Madrid, en colaboración con Mapas de Memoria de la Universidad Nacional a Distancia (UNED), ante los que han mostrado alegría y alivio.
El intenso acto ha estado salpicado de dolor, pero también de reparación satisfactoria para quienes han padecido el duelo de más de 80 años, que este sábado han conseguido cerrar con el entierro aplazado.
Llegados desde distintos pueblos de la provincia y desde Barcelona, Sevilla, Jaén y Madrid, han reivindicado con los borbotones de la emoción justicia, dignidad, libertad y democracia, todavía conmovidos por la recuperación de una memoria que creían perdida.
“Debería haber sido unos años antes”, han coincidido en señalar hijas, hijos, sobrinas y nietas ante la prologonada ausencia de “un lugar para llevarles flores”. Julia y Recuerdo Golderos, hijas de Roque Golderos son ejemplo de la memoria herida: “mi madre siempre decía que no podíamos llevar flores a nuestro padre porque no sabíamos dónde estaba”, se han quejado.
Sentados en las butacas y los palcos del bello recinto decimonónico, han llorado pero también han mostrado sonrisas cómplices a las imágenes plasmadas en las cajas funerarias de sus antepasados. Tampoco han faltado sus particulares ofrendas de banderas republicanas y conjuntos florales mientras sonaban las letras evocadoras de Mercedes Sosa (‘Como la cigarra’ y ‘Todo cambia’) y Antonio Machado (‘Caminante no hay camino’).
Uno de los casos más presentes es el de Gertrudis, hija de Miguel Velasco, médico de Moral de Calatrava, que con 96 años y en silla de ruedas ha viajado desde la residencia de Las Rozas (Madrid) donde está internada para recepcionar las exequias de su progenitor. “Gertrudis tenía 12 años y lleva esperando 80 años este momento”, por lo que este 4 de junio “quien ha venido a Almagro ha sido esa muchacha de 12 años para a recibir los restos de su padre en un entierro hecho mucho tiempo después”, ha señalado Jorge Moreno, director de Mapas de la Memoria.
La fosa de Almagro llegó a guardar 70 víctimas, 42 de ellas enterradas en la parte católica del cementerio, mientras que las otras 28 acabaron soterradas en un hueco de tapiales de cal de nueve metros de largo por cinco de ancho en una zona más aislada del camposanto.
Tras la exhumación de uno de los cuerpos, los otro 27 han sido objeto de estudios y rigurosos contrastes forenses, hasta la recuperación de “21 de los 27, y de ellos, quince identificaciones y subiendo porque hay muestras para seguir dando nombre a los cuerpos”.
“Es un éxito”, ha celebrado Moreno, para a continuación destacar la complejidad de estos procesos identificativos. Por ello, el acto de entrega de los restos “de 27 asesinados a sus familiares para que los entierren dignamente es único”. A su juicio, “debería ser el más importante de la provincia en defensa de los derechos humanos y la democracia”.
Tras el encuentro, los presentes, acompañados por el alcalde almagreño, Daniel Reina y la subdelegada del Gobierno, Ángeles Herreros, junto a otras autoriades, han portado las cajas funerarias en procesión por la calle hasta el cementerio encajero, donde han guardado un minuto de silencio.
“Lo hemos conseguido uniendo el trabajo forense de la Complutense con nuestra labor, consistente en buscar a los familiares”, el fleco más dificultoso, según el investigador, que han resuelto en parte gracias a los anuncios en medios de comunicación, programas radiofónicos, publicación de fotografías o el simple boca a boca en los pueblos de los represaliados.
Julia: “mi padre me conoció por un ventanillo”
La pérdida de Julia Golderos López, de 82 años, residente de Miguelturra pero originaria de Valenzuela de Calatrava, está basada en el recuerdo más íntimo de su familia. Cuando fusilaron a su padre, Roque Golderos Cañizares, el 10 de mayo de 1940, tenía cuatro meses. Había nacido en diciembre de 1939 en la cárcel de Daimiel, donde sus progenitores estaban presos, “me bautizaron en la Iglesia de Santa María”, su padre por “haber cantado unas chirigotas en carnaval”, y su madre “porque fue a ver a un cohermano, y perdió una carta que le entregó”. El día del fusilamiento “dijeron a mi madre que lo sacaban a dar un paseo, había un ventanillo en la galería y por ahí me asomó y me conoció”, narra mientras no deja de lamentar la desaparición de su madre hace 32 años, quien cada año, el día de los Santos, no dejaba de comentar “que no podíamos llevar flores a nuestro padre”. Creían que estaba consumido bajo la tierra anónima porque “les dijeron que estaba en una fosa común con más cuerpos donde habían echado cal viva para quemarlos”.
Ahora, los restos de Roque Golderos serán enterrados dignamente en el cementerio de Miguelturra.
Recuerdo: “lo mataron sin ningún juicio”
Recuerdo Golderos López, de 84 años, hermana mayor de Julia, también destaca el fusilamiento “sin ningún juicio” porque “un vecino le tenía envidia”.
Ahora “a la postre, se juntará con mi madre y con sus padres”, comenta junto a su hija, Justa Rodrigo.
“Me crié con mi abuela, Josefina López, que era como mi segunda madre, y siempre tenía esa pena”, ha señalado Rodrigo emocionada. Fue un sentimiento triste que la nieta compartió en silencio porque “vivía con el miedo, no hablaba mucho de eso, no expresaba lo que sentía, y nunca lo superó”. Por ello, este sábado el acto de reparación ha sido sanador, “una reparación emocionante” porque “era algo que ella deseaba tanto y no lo pudo hacer”.
Gloria: “llegó un camión y se lo llevaron”
La almagreña Gloria Barrios González, de 92 años, sobrina de José Barrios Córdoba, ha condenado firmemente estas represalias tan duras en las familias, “sobre todo porque ya no había guerra”.
La historia de su familiar fusilado, militante de la CNT y combatiente en el bando republicano, es tan doméstica como dura: “lo mandaron hacer guardia en el Ayuntamiento, y después se fue a su casa, a casa de mi abuela”. Momentos después, “llegó un camión, llamaron, abrió mi abuela y preguntaron por su hijo, que estaba durmiendo, lo sacaron, lo montaron, y esa noche lo llevaron al cementerio junto a otras ocho personas y lo fusilaron”. Era octubre de 1939.
Barrios también ha deplorado la tardanza de la recuperación, “que tenía que haber sido en vida de mi abuela, siempre con la pena, o de mis padres, para que hubieran visto dónde estaba”. Ahora José Barrios recibirá sepultura junto los suyos.
Montse: “decían a mi abuela que no temiera porque no tenía delitos de sangre”
Montse Juárez López, nieta de Alejandro López Garrido, otro de ‘los 27’ fusilados de Almagro, ha llegado desde Barcelona junto a otra sus hermanos y el recuerdo custodiado de la memoria intachable de su abuela y su madre.
Su abuelo fue represaliado por ser sindicalista y por “luchar por la libertad”, tal y como transmitieron ambas a los descendientes, tras superar los silencios impuestos por el miedo en la casa de Pozuelo de Calatrava, de donde proceden.
Madre e hija descansan juntas en Barcelona, donde ahora serán depositados los restos de Alejandro “para que estén todos juntos”.
Allí cerrarán la memoria herida que comenzó con el encarcelamiento en Almagro de Alejandro, a quien su mujer llevaba comida tras recorrer andando la distancia desde la casa pozoleña. “Para calmarla le decían que no le iba pasar nada a su marido porque no tenía delitos de sangre”, aunque un día, tras sentir de manera premonitoria en el cuerpo “un fuerte temblor” durante el camino, al llegar le comunicaron la terrible noticia.
Es la historia que su abuela les contaba en los años que vivió con ellos porque su madre era hija única, y es la historia revivida por los nietos y bisnietos de Alejandro, que ahora tomará sepultura tranquila y agasajada en Barcelona.
“Si vivieren mi madre y mi abuela estarían muy orgullosas, como lo estoy yo”, señala Montse tras mostrar su agradecimiento a los investigadores.
Cerrar el ciclo
También han intervenido el alcalde almagreño, Daniel Reina, quien ha valorado los resultados de las investigaciones para “cerrar el ciclo vicioso” que supuso la Guerra Civil española entre hermanos y familias de los dos bandos. “Hay que romperlo para no repetirlo” porque solo “trae muerte y destrucción”, y para ello es importante, a su juicio, “que las nuevas generaciones conozcan estas consencuencias”. No es el caso de Tusia, que “participó en la Primera y Segunda guerras mundiales, en Afganistán, en Siria y ahora ha invadido Ucrania, olvidando las masacres, el dolor y la destrucción”.
David Triguero, vicepresidente de la Diputación de Ciudad Real, ha incidido en los resultados positivos para las familias presentes de los represaliados, “una respuesta necesaria” que ha venido de la mano de las administraciones. Triguero ha pedido perdón “por el tiempo pasado” para la reparación, aunque todavía queda trabajo para resarcir la memoria en paz de los 4.000 cuerpos hallados en la provincia tras la cruenta guerra “que fue un horror y en la que se cometieron barbaridades”.
La Junta y el Ministerio de Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática también han tenido voz en el acto para celebrar la “justicia, la verdad y la reparación”, y para destacar las acciones para homenajear a los represaliados del Franquismo como el Consejo Asesor de Memoria Democrática regional, que contempla un plan de exhumación. A nivel nacional, han aplaudido estos proyectos que enfatizan el “nivel de calidad democrática de un país”.
También han intervenido investigadores de la UNED y del equipo de antropología de la Complutense, que han explicado los detalles de los trabajos en campo y en los laboratorios, donde han encontrado elementos de los asesinados como calzado, lapiceros, trozos de prendas textiles, un mechero, incluso semillas.
Los botones de la dignidad
Los botones son elementos especiales para los investigadores porque en el marco de la recuperación de la memoria representan el vínculo de las familias con sus encarcelados. Más allá de la metáfora, al parecer, las madres, hijas, sobrinas o esposas en tiempos oscuros llevaban a sus hombres botones para sus camisas, signo de dignidad, y por ello, esta mañana, los familiares de los ’27 de Almagro’ han recibido pequeñas cajas con este elemento, símil de los lazos indestructibles de la sangre.
