Feliciano Ramírez Alcobendas, un joven de Puebla de Don Rodrigo que formó parte del Ejército Popular de la Segunda República durante la Guerra Civil, volvía del campo de concentración de Cerro Muriano (Córdoba), en el que estuvo retenido al final de la guerra, cuando fue apresado poco antes de llegar a Puebla, en un camino cercano.
No pudieron darle el salvoconducto
Una de sus hermanas no pudo entregarle el salvoconducto que había conseguido para que lo dejaran libre, y del camino pasó al cuartel de la Guardia Civil de la localidad. Al día siguiente de su detención, en una fecha no determinada del año 1940, Feliciano y otros hombres del pueblo detenidos tras el fin de la guerra, fueron recogidos en un camión que se los llevó de allí. Nunca más se supo de ellos.
La familia de Feliciano, que tenía 27 años cuando desapareció, ni siquiera pudo despedirse y nadie les dio razón de su paradero. De nada sirvieron las indagaciones de sus hermanas en la cárcel de Almadén, la más próxima a Puebla de Don Rodrigo en ‘el año del hambre’: allí no había ingresado.
Su padre fue asesinado siete días después
Tiempo después supieron que Feliciano fue ejecutado el 2 de noviembre de 1940 en lo que se conoce como el camino de Corral Sancho, próximo a Almadén. Lo terrible de esta historia parecida a cientos de la cruenta dictadura militar que surgió de la guerra es que siete días después del asesinato del hijo –lo supieron después- Victorio Ramírez, el padre de Feliciano, un jornalero de 56 años, fue ejecutado por la Guardia Civil en el mismo Puebla de Don Rodrigo por ser considerado un enlace con la guerrilla de los montes de la zona. Lo mataron antes de que le diera tiempo “a ir a declarar” al cuartel, la excusa con la que fue arrestado.
La tumba sin nombre y sin memoria
Ochenta años después de esta historia que ha pasado de generación en generación en la familia Ramírez Alcobendas, diseminada ahora en Burgos, Ciudad Real y Puebla de Don Rodrigo, la Asociación para la Reuperación de la Memoria Histórica cree haber encontrado en el cementerio de Almadén, patio quinto de adultos (fila quinta, sepultura 28) la tumba sin nombre y sin memoria de Feliciano, que exhumarán este lunes 3 de agosto.
El cuerpo de Victorio, el padre, se da por perdido. La asociación lo buscó en la exhumación de la partida de los maquis conocidos como ‘los cinco de Mogares’, desenterrada en 2011 en el cementerio de Puebla.
Este lunes empieza la exhumación
Con el hijo esperan tener más suerte. Las sobrinas que contactaron con la asociación y que viven en Ciudad Real, Burgos y Puebla de Don Rodrigo “están expectantes”, dicen desde la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que se quejan del supuesto retraso con el que el Ayuntamiento de Almadén ha respondido a su solicitud de permiso para exhumar.
“El permiso nos acaba de llegar hace media hora y lo solicitamos el 5 de junio”, alegan [del viernes 31 de julio]. Por el contrario la alcaldesa de Almadén, la socialista Carmen Montes, asegura que nunca ha puesto pegas a este proyecto, solo que dadas las restricciones de exhumaciones en los meses de verano han esperado a tener la autorización de Sanidad que les ha llegado esta semana, “queríamos que todo fuera legal”, ha confirmado a Lanzadigital.com.
Llegar hasta la tumba no ha sido fácil
Llegar hasta la tumba de Feliciano no ha sido fácil, “el cementerio de Almadén es caótico y su libro de enterramientos peor”, dice Antonio Marco González, de la ARMH, que tienen la certeza de que la tumba que van abrir el lunes es la correcta.
La asociación cuenta con un equipo técnico del que forman parte un arqueólogo y una antropóloga portuguesa para certificar que el cuerpo de la sepultura 28 es el de un hombre de la edad y características del represaliado, hasta que las pruebas de ADN lo confirmen.
“Abrazó bien la causa roja del marxismo”
Sobre Feliciano Ramírez el Cuerpo de Inspección de Prisioneros de guerra remitió un oficio en el que destaca que “perteneció a la Casa del Pueblo, no ha sido directivo, pero abrazó bien la causa roja del marxismo. Durante el Movimiento siguió la misma forma y se pasó el Partido Comunista, sin que tampoco fuera directivo. Se fue voluntario al Ejército rojo invitando a otros varios vecinos para que se fueran con él”. Esta información, recopilada en la investigación de la ARMH, la firma el alcalde de Puebla de Don Rodrigo a 25 de marzo de 1940, seis meses antes de su asesinato.
La represión franquista en Puebla de Don Rodrigo
El ‘proyecto de intervención’ sobre la exhumación de Almadén de la Asociación de la Memoria Histórica recoge que Puebla de Don Rodrigo –según los diferentes testimonios recabados- se mantuvo fiel a la Segunda República hasta el final de la guerra, como toda Ciudad Real.
La guerra en la localidad no fue un periodo violento donde hubiera represalias mortales sobre el clero, los propietarios locales o los militantes de la derecha. Muchos de los jóvenes del pueblo fueron movilizados por el Ejército Popular de la República y unos cuantos, los más politizados, fueron voluntarios al frente del Centro. Podemos hacer una aproximación al “terror rojo” según la Causa General de la Población (1939-1941).