Enrique Lubián está de vuelta. Mejor dicho está a punto de ganar la copa de campeón de un partido de fútbol muy particular. El que le ha supuesto la lucha contra la letal enfermedad del cáncer que le diagnosticaron en 2014.
El proceso ha sido positivo y todavía falta rematar a puerta con acierto, ya recuperado y con las revisiones anuales.
Todo empezó cuando este alcazareño de 81 años sufrió un mareo que él pensó que era por un decaimiento puntual en su estado de salud. Quizás porque pesaba casi 100 kilos. Pero no, resultó que el desmayo se debió a un derrame cerebral, al parecer vinculado a un cáncer de estómago.
Lubián relata esta vivencia a lanzadigital de manera inteligible y con tranquilidad, y como testimonio lo ha presentado en el I Congreso de Personas con Cáncer y Familiares, que acoge Ciudad Real hasta esta tarde.
Desde el principio lo tuvo claro, él y también sus allegados: “tras cortar el estómago en la operación y durante el periodo de quimioterapia me decían tú puedes, tú eres un luchador, y luchadores somos todos”.
Todo ha ido a su favor: un diagnostico a tiempo y unas terapias idóneas, que ha convertido en protagonistas de su símil futbolístico.
“Tengo que dar las gracias porque conmigo todo sucedió bien», recuerda, y evoca cuando empezó a jugar un partido de fútbol y, sin saberlo,»me marcaron un gol». Si dar tregua, enseguida tiró de banquillo, y «con los médicos, los cirujanos, los auxiliares, los celadores hicimos una estrategia y empatamos el partido», en un enfrentamiento «que ahora voy ganando».
«Todavía me queda un poco, pero lo estamos atacando bien», agrega, para imaginar el término de su paradoja de manera exitosa: «creo que voy a ganar la copa y estoy muy satisfecho».
Las consecuencias mentales y emocionales del proceso las tiene claras: «priorizas otras sensaciones, frente a absurdeces y cosas mínimas que no tienen valor y que antes te enfadaban». Y de la misma manera le ha ayudado no sólo a ordenar su mente, sino también «al mantenimiento de mis cosas, con las que antes era un desastre».
Voluntario de la AECC
El cultivo de las relaciones de amistad y su dedicación a la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) como voluntario son otras consecuencias positivas que la traido la enfermedad.
«Contribuyo a recaudar dinero para la investigación», dentro de un nuevo esquema y de «ver otro mundo diferente que antes te creías que lo veías y no era así».
Tras más de un lustro sumido en el proces ode recuperación siempre con positividad, ahora «veo que puedo serle útil a la sociedad, con mi tarea en la AECC», un grano de arena que no cae en baldío, y como empuje a que los cánceres «puedan ser enfermedades crónicas» y acaben «con las connotaciones que actualmente tienen».
El congreso está siendo muy exitoso, con lleno de participantes desde que se abrió el viernes. Registrará más de un millar de personas de toda la región -enfermos, familiares, cuidadores y voluntarios-, y más de un centenar de profesionales sanitarios.