Este 20 de mayo, el diario Lanza, ahora en formato on-line y como semanario en papel, cumple su 75 aniversario desde que José Gutiérrez Ortega, a la sazón jefe provincial del Movimiento, decidiera ponerlo en marcha en 1943 con el impulso económico de la Diputación Provincial en los difíciles años de la posguerra. Para mí, Lanza, donde tuve la enorme suerte de escribir desde el año 1976 como colaborador y desde 1983 hasta 1989 como integrante de la plantilla, fue una auténtica Escuela de Periodismo. Y así lo he hecho saber en todos los foros en los que he tenido ocasión, especialmente en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, donde cursé mis estudios de licenciatura y doctorado.
Y es que un periódico de provincias que se precie, y Lanza lo es, ofrece a cualquier periodista la oportunidad de escribir en las diferentes secciones y aprender el noble oficio con el trabajo diario. Así, durante los años que formé parte de su plantilla, publiqué crónicas deportivas, taurinas, culturales de las más diversas índoles, cubrí procesiones, escabrosos sucesos, seguí a las autoridades locales, provinciales, regionales, nacionales e internacionales, viví el día a día de la política y la información laboral y empresarial, crónicas viajeras y hasta necrológicas, además de iniciar la información de tribunales, hasta entonces inexistente en la provincia, y dar mis primeros pasos en la información agroalimentaria.
Pero nadie nace enseñado. Y, aún cuando uno sale de la Facultad de Ciencias de la Información con unas enormes ganas de comerse el mundo, la realidad es que el periodismo, el serio, el de verdad, no el de los cientos de miles de analfaburros que campan a sus anchas por las redes sociales, solo se aprende con la práctica diaria, con las ganas de investigar y descubrir la verdad para exponerla a los lectores, con los consejos de los viejos del lugar que, aunque estén en las antípodas de tu forma de pensar, son el alma de una empresa periodística. Como de bien nacido es ser agradecido, no tengo más remedio que recordar aquí a los tres directores con los que trabajé: Carlos San Martín, con quien ejercí como colaborador; Jesús Zuloaga, un periodista serio y de raza como ha demostrado con sus crónicas sobre terrorismo en ABC y La Razón; y José Antonio Casado, a quien busqué más de un dolor de cabeza por ser, como siempre fui, incómodo con el poder.
Mil gracias también a Cecilio López Pastor, Emilio Arjona, Dulce Néstor Ramírez Morales, Alfonso Arcos, Pedro Peral, María Peral y Manuel López Camarena, de quienes aprendí mucho y bueno. Y a la enorme red de corresponsales y colaboradores, con quienes también aprendí día a día, tanto en la captación de noticias como en la edición de las mismas, una tarea ímproba e ingrata, pero necesaria para crecer en el oficio. Eterno agradecimiento también para la parte técnica del periódico: administración, linotipistas, montadores, empleados de la rotativa…Y a mis compañeros más actuales que, como Laura Espinar, actual directora, han vivido conmigo una etapa apasionante. Manolo Valero, José María Izquierdo, Raúl Gratacós, Mar Gómez Torrijos…
Tuve la enorme suerte de vivir acontecimientos de los que permiten hacer PERIODISMO con mayúsculas. Aquí vivimos, con una enorme presión política, los intentos de los Gobiernos de Felipe González de poner un campo de tiro en Cabañeros, mejor parque nacional de ecosistema mediterráneo del mundo, primero; y en Anchuras, uno de los parajes más bellos de la provincia, después. Aquí cubrimos las algaradas del mundo abertzale frente a la prisión de Herrera de la Mancha donde purgaban sus culpas una pléyade de sicópatas y asesinos que realizaban carnicerías en nombre de ETA; el megajuicio por malos tratos contra el director y varios funcionarios de Herrera de la Mancha por extralimitarse con torturas en el trato con presos especialmente peligrosos y la información agroalimentaria, siempre en boga y, en ocasiones, en pie de guerra contra el Gobierno de turno.
Lanza es para mí mucho más que las cinco letras que le definen o esa lanza de Don Quijote que jamás pudo embotar su pluma. Es una escuela de periodismo, un lugar de convivencia, un trabajo al que dediqué muchas de las mejores horas de mi vida. Un trabajo que me permitió crecer y catapultarme a Madrid donde, entre otras cosas, tuve la oportunidad de dirigir EFEAGRO, la iniciativa periodística con la que siempre había soñado.
Felicidades, Lanza.
*Executive Director en World Olive Oil Exhibition. Redactor de Lanza entre 1983 y 1986