Los cerealistas de la provincia tienen la oportunidad de conocer, en cada campaña, las características agronómicas de algunas de las variedades que siembran y su influencia en la producción. Se trata de los ensayos de producción y caracterización de variedades que desarrolla periódicamente el Departamento de Experimentación de El Chaparrillo, cuyo responsable, José Antonio Calero, explica que el año pasado analizaron cebadas, avenas y triticales de secano en la provincia y también maíz (y girasol en Cuenca) en parcelas de regadío. De esta manera, hace unos meses se centraron en este herbáceo en el entorno del Vicario y esta primavera, con la nueva campaña, lo harán en la aldea malagonera de Piedralá.
J. Y.
Ciudad Real
Calero señala que se trata de los trabajos organizados dentro de la dinámica de la red de experimentación del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Iriaf) en las provincias de Cuenca, Guadalajara, Toledo y Ciudad Real, en base a la aplicación de criterios científicos para seguir su comportamiento en campo y, después, sacar unas conclusiones que publican en un boletín informativo cada seis meses.
Se trata de una información difícil de traducir pues obedece a unos parámetros estadísticos que valoran la influencia de las distintas variables en las producciones obtenidas.
Según Calero, comparan variedades comerciales y otras más recientes -de uno a traes años- “para ver las características agronómicas y su vinculación a la producción final”.
En concreto, realizan los ensayos en parcelas de agricultores colaboradores de cereales (de invierno y verano) como la cebada, la avena, el triticale -también colza-, y variedades de maíz y girasol, además de otras acciones centradas en las técnicas de cultivo.
En el caso del maíz, cuyos estudios han protagonizado -junto al girasol- el último boletín, seguirán siendo objeto de los estudios del equipo de Calero. Así, si el año pasado trabajaron en campos en el entorno del pantano El Vicario, en la campaña que viene “instalaremos los ensayos en cerca de Porzuna y en la aldea Piedralá.
El científico explica que de esta manera comprueban “la diferencia de comportamiento de las variedades en condiciones homogéneas”, es decir, cuál produce más con menor índice de humedad.
Por ejemplo, el maíz conocido como de ciclo 600 “es el mejor para la zona”, a raíz de los datos de rendimiento que han obtenido en los últimos seguimientos, equivalentes a los kilos por hectárea alcanzados con un grado del 14% de humedad.
Calero señala que algunas de sus comparativas forman parte de la actividad del Grupo de Evaluación de Nuevas Variedades de Cultivos Extensivos (Genvce) ensaya con las últimas variedades registradas para evaluar su comportamiento en diferentes regiones de España y en distintas condiciones de cultivo, y para que los agricultores conozcan sus características.
En las zonas regables
De su lado, Esaú Martínez, director del Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo de Ciudad Real, destaca el valor de los agricultores colaboradores que acogen en sus parcelas los cultivos experimentales de los investigadores y están ubicadas en las zonas regables de los pantanos Torre de Abraham, Vicario o Peñarroya.
Estas comparativas científicas sirven, a su juicio, para poder planificar las campañas cerealísticas y para conocer, por parte de los productores, una evolución más certera del desarrollo vegetativo de la planta, de su crecimiento y su rendimiento.