Para comenzar, diremos que ‘Don Gil de las calzas verdes’ es una comedia de intriga y enredo escrita por el fraile mercedario Tirso de Molina, quizá mucho más exitoso entre los papeles literarios, que en las penitencias del confesionario. Fray Gabriel Téllez ha pasado a los anales de la historia de la literatura como creador dramático del personaje de don Juan, pero es el conjunto de su obra lo que le sitúa al lado de los nombres más importantes de la comedia del Siglo de Oro en verso, como Lope de Vega o Calderón de la Barca ¡Ahí es nada! Igualmente cultivador de la prosa, con obras narrativas, misceláneas e historias, y de poesía lírica, su fama y renombre se deben a la fecunda labor que realizó para la escena barroca.
Nace fray Gabriel Téllez en Madrid en 1579, donde cursa estudios de Humanidades e ingresa en 1600 en el convento de la Merced, para ser ordenado un año más tarde en Guadalajara. En la Orden de la Merced, ocupa cargos de responsabilidad junto a labores pastorales, educativas y teológicas. Y entre 1604 y 1610 coincide en Toledo con Lope de Vega, a quien consideraría su maestro, y en 1610 ya es conocido como dramaturgo, comenzando a firmar sus obras con seudónimo a partir de 1615. Se estima que compuso unas 400 obras para los escenarios (en ‘Cigarrales de Toledo’ habla de 300), cultivando todos los géneros, aunque sólo conservamos un centenar de ellas.
El autor
Continuador de la fórmula dramática lopesca, que defenderá en ‘Cigarrales de Toledo’, su obra presenta unas características propias, unos rasgos personales más acusados. La calidad de su teatro se basa en una aguda capacidad de observación de la realidad política y humana, el tratamiento irónico y, en ocasiones, satírico que imprime a su creación, y una sólida formación intelectual y teológica. Crea una variada galería de caracteres individuales, y sobresale de manera especial en la caracterización de los personajes, con gran acierto psicológico.
Es muy de notar que Tirso de Molina tiende a manifestar objetivamente la realidad que observa, plasmándola a través de unos caracteres, considerando el teatro como representación de la vida, donde todo acaece. El teatro es pues, un fiel reflejo de la realidad, en donde todo puede encontrarse. Véase si no esta especie de proclama suya de los valores y beneficios que el teatro aporta:
“¿Qué fiesta o juego se halla/ que no le ofrezcan los versos?/ En la comedia, los ojos/¿no se deleitan y ven/ mil cosas que hacen que estén/ olvidados sus enojos?/ La música ¿no recrea/ el oído, y el discreto/ no gusta allí del concepto/ y la traza que desea?/ Para el alegre, ¿no hay risa?/ Para el triste, ¿no hay tristeza?/ Para el agudo, ¿agudeza?/ el necio, ¿no se avisa?/ El ignorante, ¿no sabe?/ ¿No hay guerra para el valiente, / consejos para el prudente, / y autoridad para el grave?/ Moros hay si quieres moros;/ si apetecen tus deseos/ torneos, te hacen torneos;/ si toros, correrán toros./ ¿Quieres ver los epítetos/ que de la comedia he hallado?/ De la vida es un traslado,/ sustento de los discretos,/ dama del entendimiento,/ de los sentidos banquete,/ de los gustos ramillete,/ esfera del pensamiento,/ olvido de los agravios,/ manjar de diversos precios,/ que mata de hambre a los necios/y satisface a los sabios”.
La obra
Las comedias de intriga o de enredo destacan por la configuración estructural, pues con una magistral técnica para enredar y desenredar situaciones y tramas dentro de una acción dinámica, no provocan pérdida de interés en la acción, y consiguen una rápida y eficaz creación de ambiente y de tipos. ‘Don Gil de las calzas verdes” es una comedia urbana con escenarios y personajes cotidianos, perfectamente construida. Dotada de gran astucia e ingenio, con un brillante enfoque cómico de protagonistas, situaciones y lenguaje.
‘Don Gil de las calzas verdes’ fue estrenada en Toledo, capital imperial otrora, y capital regional en nuestros días. A partir de ahí, las reminiscencias y las relaciones con Toledo no pueden ser menos que entrañables e inevitables. Igualmente sabemos que la obra fue estrenada en el ‘Mesón de la Fruta” toledano en julio de 1615 (hoy Teatro de Rojas), y que fue la compañía de Pedro de Valdés la encargada de ponerla en escena.
Fue publicada por primera vez en 1635, en la ‘Quarta parte de las comedias del Maestro Tirso de Molina’, editadas por Francisco Lucas de Ávila, casualmente sobrino del propio Tirso. Y diremos un par de características de esta obra que consideramos parte de nuestra tierra. En primer lugar, la obra es considerada una de las más logradas del teatro barroco español, tanto por la calidad de su trama, como por la perfección y solución de su enredo. Es, además, un destacado ejemplo de uno de los recursos más habituales de la comedia nueva creada por Lope de Vega: “el de la doncella disfrazada de varón”.
En nuestra historia, una Doña Juana despechada se traslada a Madrid disfrazada de hombre, para dar encuentro a Don Martín, quien, tras haberle prometido matrimonio, ha huido a la corte bajo la falsa identidad de don Gil de Albornoz. Pero Doña Juana, con su disfraz de calzas verdes, se hace pasar por el propio Don Gil, y el enredo se complica ‘ad infinitum’ cuando intenta cortejar a Doña Inés, prometida del supuesto señor de Albornoz.
La función
La compañía ‘Ensamble Bufo’, de Madrid, con texto de Tirso de Molina, adaptación de Alberto Gálvez y dirección de Hugo Nieto, puso en escena en el Corral una divertidísima comedia en la que no faltó ni un detalle para el deleite del respetable. Hasta las condiciones meteorológicas se habían confabulado para que estos noventa minutos fuesen los más agradables que hemos pasado en el Corral en la presente edición. Según su director Hugo Nieto, “convención, ritmo, códigos, enredos, amores, celos y teatro son los ingredientes con los que, cuatro siglos después, reestrenamos esta comedia. Un proyecto que empezó a germinarse en la primera edición de Ensayando un Clásico del Festival de Almagro que tenía como temática ‘La mujer en Tirso de Molina’, y vio la luz en el mismo lugar que la vio nacer: el Mesón de la fruta, hoy Teatro Rojas de Toledo”.
Un ‘Ensamble’ de seis actores con espíritu ‘Bufo’, que se enmascaran en los personajes principales, satirizando y alimentando esta sucesión alocada de apariencias y embelecos que es ‘Don Gil de las calzas verdes’. “Un coro que juega con una dramaturgia que agiliza versos, escenas y clarifica la intrincada trama. Todo ello en un espacio y con un vestuario que empasta la tradición con el presente, a ritmo de comedia, sin más pretensión que la de divertir al público”. Hoy “don Juan” es mujer, se llama Juana, va con calzas y a lo loco, como pudimos comprobar en el Corral de Comedias el día 24.
La obra representada en el Corral ha sido exitosa en la elección de la música y las afinadas voces, y la inclusión de los gracejos, especialmente en el personaje de Caramanchel. Magnífico reparto integrado (en orden de aparición) por Sara Moraleda (Doña Juana), Natalia Erice (Doña Clara/Quintana), María Besant (Doña Inés), Jorge Muñoz (Caramanchel), Samuel Viyuela (Don Juan/Don Pedro) y Rafa Maza (Don Martín).