Lo que no se comunica no existe, dice un principio básico del márketing informativo. Y si no está en la agenda política desaparece del mapa. Eso es lo que pasa con las mujeres rurales, esas mujeres que viven en los pueblos más pequeños, a cuyas puertas se pararon los avances en materia de igualdad y que han sido descuidadas incluso por el movimiento feminista.
Es el caso de Castilla-La Mancha, con un territorio rural del 85%, una alta tasa de ruralización femenina (16%) y un 49% de moradoras en el agro. Hace unos meses, un grupo de activistas puso el foco en esta realidad y empezó a organizarse para “hacer visible lo invisible” a través del movimiento Feministas de Pueblo.
Llevan en marcha el tiempo que ha recorrido el nuevo año, desde que sus seis valientes fundadoras, con la almagreña Cristina Cancho al frente, presentaran el proyecto el 31 de enero en Almagro, con un vídeo promocional, a ritmo del grupo ‘Los Lobos’ y su ‘Vientos del pueblo me llevan, vientos del pueblo me arrastran’, que ha tenido mucho eco en las redes.

También llevaron la voz de la mujer rural en la cadena humana que tuvo lugar el 8 de febrero, así como participarán en distintas acciones convocadas para conmemorara el 8M de 2020.
Se trata de “llevar la agenda feminista a los pueblos”, a través de entidades y organismos locales “que trabajan las políticas de igualdad”, y con la intención de “no ser percibidas como una amenaza”, explica Cancho.
El nombre “es un declaración de intenciones”, para la presidenta de la nueva entidad, a la hora de contribuir a erradicar unas de las desigualdades más arraigadas y, por tanto, más naturalizadas y culturizadas.
En su estrategia, también reforzarán la dimensión colectiva, dando cobertura “a mujeres que puedan encontrarse solas respecto a su vivencias” y para que participen en actividades.
Tejerán una red para implementar una labor de pedagogía del feminismo y así hacer visibles los problemas reales. Y lo harán (lo están haciendo) en un escenario donde las mujeres han huido masivamente del medio en las edades más reproductivas, y donde es evidente la masculinización.
Tenderán puentes en un marco en el que en la actualidad “no hay forma de llegar a las mujeres”, en el que las víctimas de violencia de género no tienen cerca recursos dónde denunciar sus casos, o dónde la precariedad laboral “hace que se refugien más en sus casas”.
“¿Cómo se puede aplicar una orden de alejamiento en un pueblo pequeño?”, se pregunta Cancho, a la vez que invita a reflexionar sobre el gran arraigo del rol de cuidadoras que tienen las mujeres, que, en muchos casos ya separadas, acuden al hospital a cuidar de su exmarido maltratador. Allí, “la violencia de baja intensidad está normalizada y la presión social es hostil a los cambios” porque “las desigualdades son más evidentes y los estereotipos están mucho más marcados, tanto para mujeres como para hombres”.
Son como los grupos de autoconciencia “para hacer visible lo más soterrado y trabajar los cambios dentro de la agenda feminista”, un trabajo pendiente que contribuirá a que las mujeres rurales sean “suficientemente contempladas como sujeto político”.
A pocas horas de la celebración del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, siguen con su despliegue de presentaciones, esta semana en los pequeños guadalajareños de Tortuera, Yebes y Alcoroche, Manzanares (4) y Villarrubia de los Ojos (10).
Cancho anima a “interconectarse” en este proyecto feminista, y que las mujeres rurales “miren a su alrededor, cerca de donde vivan o trabajen, y que se junten con dos mujeres más de esa localidad, y juntas las tres, planeen luchar por los objetivos”.
Apela, igualmente, a la “sororidad, responsabilidad y generosidad”, porque “si nos sentimos como hermanas”, cada una “según su propia capacidad y motivación”, lograremos juntas retos colectivos”.

Organización
En cuanto a la organización, Feministas de Pueblo de Castilla-La Mancha tiene un consejo de representación, compuesto por los cargos directivos, así como contempla socias fundadoras, de número y de honor.
Cancho destaca el documento que están divulgando para que todas las personas se acerquen a la asociación y se puedan conformar agrupaciones municipales que actuarán de manera autónoma: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfMuY0Mfuc5yFAFRkuUht4cSYqVhqqt746XQampaT-js5s49Q/viewform
También pueden contactar con la entidad a través del correo clm@feministasdepueblo.org o a través de las redes sociales.
“Cuando seamos un número de personas interesadas importante convocaremos la primera asamblea para ratificar el reglamento”, recuerda Cancho.
Sueño Colectivo
Construir una asociación feminista de pueblo con estas características en Castilla-La Mancha «es una oportunidad para cumplir un sueño colectivo».
Así lo manifiestan Feministas de Pueblo de Castilla-La Mancha en su planificación de intenciones.
Las activistas impulsoras de la entidad se declaran en un punto en el que han elegido centrarse para «priorizar nuestras miradas en lo que acontece en nuestros núcleos vivenciales, en nuestras vecinas de los pueblos de la región”, tras “haber viajado a las grandes ciudades, participado en los acontecimientos destacados por la prensa, y colaborado en distintas acciones y propuestas”.
Los objetivos que persigue Feministas de Pueblo de Castilla-La Mancha son:
«La reivindicación de nuestra existencia dentro del feminismo, entendida desde su individual y particular vivencia, pero construida colectivamente para actuar en nuestros pueblos». De esta manera, «contribuiremos a romper con los estereotipos y erradicar las desigualdades en Castilla-La Mancha».
También persiguen profundizar y poner en valor la teoría feminista a la hora de propiciar cambios positivos en la sociedad actual, además de visibilizar las problemáticas y los estudios sobre las mujeres rurales o de ámbito rural.
Su impulso pasará, igualmente, por «conocer y reflexionar sobre la situación de discriminación y las dificultades concretas que vivimos en nuestros pueblos, sobre todo los más alejados», tanto «para denunciar los obstáculos con los que nos encontramos, en todas las áreas, como para proponer alternativas acordes a las necesidades detectadas».

Están dispuestas a ofrecer información cercana y difundir su programa y objetivos y así «sensibilizar al conjunto de la población y en especial a las mujeres, para que se sumen al movimiento feminista».
También proporcionarán formación feminista y contribuirán a la eliminación de la violencia de género en el mundo rural, además de visibilizar el trabajo femenino y las condiciones en las que se ejerce.
Otro objetivo es propiciar, a través de diferentes mecanismos, cambios en la legislación regional, provincial o local que conduzcan a la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres en el territorio.
Por último, fomentarán la creación de espacios y experiencias culturales y de ocio con perspectiva feminista, promoverán sinergias entre el movimiento feminista y el ecologista (ecofeminismo) e impulsarán una red de mujeres de ámbito regional «estableciendo sistemas de apoyo con otras asociaciones u organizaciones con fines similares».
Revisar el concepto de ‘mujer rural’
Al margen de los criterios objetivos (densidad poblacional, dispersión, economía…) que definen la geografía humana, Feministas de Pueblo propone revisar el concepto de ‘mujer rural’ versus ‘mujer urbana’ “a la luz de las características de las sociedades contemporáneas y de las nuevas relaciones sociales”.
Para la entidad, hay condiciones que “influyen negativamente en la posición social de las mujeres rurales”, es decir, “en las relaciones de poder entre varones y mujeres, y por tanto, en la desigualdad de género en el medio rural”.
Encuentran en los pueblos:
Elevada presencia de mujeres rurales de avanzada edad, solas, que sufren las deficiencias propias del medio rural en mayor medida que los hombres de su entorno.
Emigración de mujeres jóvenes, pérdida de recursos humanos.
Mujeres que trabajan en profesiones feminizadas: magisterio, hostelería, administración, peluquería, o estética.
Mayor porcentaje de mujeres rurales con empleo a tiempo parcial, que además compatibilizan con el trabajo doméstico y de cuidados (no remunerado), al que, en ocasiones, se añade el trabajo que realizan en el campo (frecuentemente no remunerado) y que está considerado como ayuda familiar.
La pobreza tiene rostro de mujer: tienen empleos parciales y temporales. Además, 38 de cada 100 mujeres no se encuentran activas laboralmente en edad activa.
Las pensiones de las mujeres mayores de 65 años son muy bajas (658-734 euros), frente a las de los hombres (656-1.025 euros).
Las mujeres renuncian al empleo remunerado a tiempo completo por atender los cuidados familiares en un 27,3% de los casos, frente al 3,4% de los varones.
En el sector agrícola, la tasa de temporalidad de las mujeres (74,2%) es más elevada que la de los hombres (58,6%), según la EPA
Las mujeres rurales encuentran menos oportunidades laborales en su medio e identifican dificultades para acceder a los servicios de apoyo y a las tecnologías de la comunicación TIC.
La identidad urbana está mejor valorada.

Dificultades
Además, explican que “la no percepción de las desigualdades entre varones y mujeres” provoca que “la población las normalice, al igual que las prácticas que las mantienen”.
En conjunto, se enfrentan a dificultades como la masculinización de la población, mayores dificultades para acceder al empleo, una red de recursos con menos servicios, escasa presencia en puestos de responsabilidad y toma de decisiones, sobrecarga del trabajo doméstico y de cuidados, escasez de medios de transporte, dificultad para acceder a los servicios públicos, discriminación de género, y dificultad de acceder a ayudas y subvenciones a partir de cierta edad.