Fernanda Núñez una mujer extrovertida, a la que según dice le encanta charlar con la gente mayor, y Prudencio Largo, más tímido, emocionaron este jueves en la Diputación a los asistentes al pleno de las personas con discapacidad, contando algo tan sencillo como que están casados y son felices.
No tendría tanto mérito si Fernanda y su marido no fueran personas con discapacidad intelectual, y que durante buena parte de su vida, han vivido bajo los cuidados y la protección de sus respectivas familias. Eso cambió cuando hace ya más de cinco años la hermana mayor de Fernanda falleció, su padre tuvo que ingresar en una residencia, y ella y otro hermano con discapacidad empezaron a asistir con regularidad al centro ocupacional Virgen de Peñarroya de La Solana.
De las primeras inquilinas en las viviendas de apoyo
Fernanda fue de las primeras usuarias de las viviendas con apoyo (hay monitores hasta determinadas horas) vinculadas a ese centro solanero, allí conoció a Pruden, que hasta entonces solo había vivido con su madre, y en 2016 decidieron casarse. El bombazo personal ha sido que años después son capaces de vivir en un piso de alquiler, sin ningún tipo de supervisión o protección, “como cualquier vecino”, y ocuparse de las labores domésticas, una aspiración que comparten las mayoría de las personas que residen en viviendas tuteladas o centros para personas con discapacidad intelectual de la provincia, y que estos «chicos», Pruden y Fernanda, han conseguido con esfuerzo personal.
«Nos llevamos bien con los vecinos»
“Estamos muy felices, llevamos una vida muy normalizada y nos llevamos bien con los vecinos, ellos están en su piso y nosotros en el nuestro, cuando nos vemos por la escalera nos saludamos, estamos integrados y no tenemos problemas con nadie. Nos ha costado un poquito pero con ayuda del centro hemos conseguido independizarnos”, cuenta Fernanda, sin dejar de sonreír, mientras su marido asiente.
Emi Intillaque, directora del centro ocupacional de La Solana, da fe del esfuerzo de este matrimonio por ser una pareja más, salir a hacer la compra o a pasear, algo tan cotidiano para mucha gente, que para ellos es un logro vital. “Por las mañanas van al centro comarcal, pero después se van a su casa”, cuenta.
El testimonio de esta pareja ha sido uno de los dieciséis que se han escuchado en el pleno social que acoge la Diputación de Ciudad Real para dar visibilidad a las personas con capacidades diferentes. Una oportunidad anual, celebrada con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapadidad, para ser escuchados en espacios donde se toman decisiones y reivindicar las mismas oportunidades que el resto de ciudadanos.