Representantes de quince festivales de la provincia compartieron experiencias e inquietudes durante la celebración de la vigésimo primera edición del ChooRock de Corral de Calatrava. Alrededor de sesenta personas participaron el sábado en el primer Encuentro Provincial de Festivales de Rock de Ciudad Real.
Los festivales de música alternativa en España suman por cientos. Muchos hablan de la “burbuja” festivalera, de consecuencias nefastas para los pequeños festivales del interior. Cada fin de semana coinciden festivales de varios días en los que suben al escenario las principales bandas de rock, punk, mestizaje, electrónica, indie y hip hop.
Este pasado fin de semana coincidieron el Iboga Tavernes de la Valldigna, Cabo de Plata en Barbate y Low Festival de Benidorm, entre muchos otros. El próximo, los carteles se repetirán en otros lugares de España. La oferta es clara: playa y decenas de conciertos para movilizar a miles de personas. Así es difícil competir.
La Mancha reivindica la música en directo
Muy diferentes son los festivales que proliferan en verano en la provincia, como el Choorock. “Son festivales pequeños, de gran talla humana, con presupuestos casi insignificantes y que se desarrollan gracias a la labor altruista de vecinos de los pueblos”, destacaron los integrantes de la asociación La Karraca de Corral de Calatrava durante la mesa redonda organizada sobre el tema.
En mitad de La Mancha, asociaciones y diferentes colectivos lidian con las administraciones públicas para sacar adelante festivales de rock muy dignos, con un par de grupos cabezas de cartel y bastantes grupos locales, que aportan “notoriedad” a los pueblos” y también “dinamismo económico” al tejido comercial.
Con veintiún ediciones detrás, el Choorock es el festival más longevo, aunque detrás han venido muchos. En la actualidad está el Brujas Festival de Daimiel, con trece ediciones; el Estayike Rock de Piedrabuena, con doce, o el Olmo Rock de Poblete, con cinco. Algunos tienen detrás hasta causas benéficas, como el Paco Rock.
Cachés desorbitados
Uno de los principales problemas que sufren son los altos cachés de los grupos. Luifer, del Choorock, destacó que “en primer lugar los grandes festivales contratan de un año para otro a las bandas, por lo que nos dejan poco margen de maniobra”. El segundo gran problema es la subida de los cachés. José Carlos, del Brujas Festival de Daimiel, lo dijo claro: “los grupos prefieren cobrar más y tocar ante miles de personas”.
Cachés de 30.000, 40.000 y hasta 100.000 euros, piden este verano algunas de las bandas más reconocidas del país; cifras impensables para los festivales pequeños. Aunque, los organizadores también coincidieron en resaltar la sensibilidad de algunos grupos con las zonas rurales. Un ejemplo fue este sábado Berri Txarrak, en Corral.
La autogestión es difícil y en la mayoría de los casos hay perdidas, aunque sin tener en cuenta el aporte económico y cultural en los pueblos. En muchos casos, la mayoría de los comercios locales patrocinan el festival, como ocurre con el Estayike de Piedrabuena, donde la organización además realiza actividades durante todo el año para conseguir fondos. La aportación económica de los ayuntamientos, junto a las entradas y los beneficios de la barra aseguran su subsistencia, destacó Laura, del Olmo Rock.
Competencia dentro de la misma provincia
Los festivales grandes no solo se llevan a los grupos más conocidos. José Carlos del Brujas Festival subrayó que además “son festivales patrocinados por grandes empresas, que mueven mucho dinero y mucha publicidad, contra los que no podemos competir”. Aunque la forma de ver el concierto es bien diferente: “parece que nos gusta pagar más de 100 euros y luego ver en una pantalla el concierto por lo lejos que estás del escenario”, dijo Paco.
Y luego está el nuevo interés de los ayuntamientos por traer conciertos de rock, que aplauden, pero que entran también en competencia con los festivales organizados por asociaciones. Este mismo fin de semana el Choorock coincidió con el Sol Rock de La Solana y el Reggae Fest organizado en Ciudad Real.
Futuro para los festivales, pero con cambios
Futuro para los festivales de rock de la provincia existe, a juzgar por las ganas puestas por las asociaciones, aunque habrá cambios. Este mismo año, la organización del Brujas Festival ha decidido hacer un parón para “reorganizarse”, aunque prometen volver. Por su parte, el Estayike Rock ha cambiado julio por noviembre, para evitar la excesiva competencia del verano.
A la pregunta lanzada en la mesa redonda en la que participaron diferentes componentes de los festivales respondieron que “los festivales de rock no están en peligro de extinción”. Carlos, del Estayike de Piedrabuena, coincidió en que viven un tiempo “complicado”, pero insistió en que es fundamental el apoyo del público, “porque es la única forma de mantener viva la cultura en los pueblos” de La Mancha.
Grupos locales, músicas y medios
Entre otros temas, los participantes en el encuentro también hablaron de la presencia de grupos locales en los festivales, que aseguran con cachés mínimos más horas de música en cada festival, y de la presencia de bandas femeninas, todavía bastante baja. Las asociaciones coincidieron que falta “oferta” de grupos femeninos, pero aseguraron que “existen y habrá que buscarlos”.
Durante el encuentro además hubo una mesa redonda sobre el papel que juegan los medios de comunicación especializados, dirigido por Ángel García, de Emisión Alternativa-Onda Almagro, y en el que participó La Mancha Rock, uno de los portales web más seguidos del ámbito estatal.
Todo fue antes de comenzar las actuaciones de Berri Txarrak, Sexy Zebras, Radiocrimen, Chiki Lora, Cheb Rubën y River Crow en el auditorio de Corral de Calatrava. Más de 800 personas disfrutaron de más de ocho horas de música en directo.