La controvertida estrategia marcada por la ONU y sus expertos para luchar contra el cambio climático, en la que aconsejan reducir el consumo de carne por el impacto que tiene la actividad ganadera en el medio ambiente, ha sido contestada por los ganaderos, que se muestran como los primeros defensores de la sostenibilidad medioambiental.
Desde la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos, UPA de Castilla-La Mancha, Julio Corrochano, uno de sus técnicos, incide en los valores y beneficios que lleva implícita la ganadería extensiva y las explotaciones de corte familiar.
“Estamos en desacuerdo con ese tipo de manifestaciones porque la ganadería familiar apuesta por el mantenimiento del medio ambiente y fija población en el ámbito rural”, asegura.
Incluso la actividad más intensiva e industrial, como las llamadas ‘macrogranjas’ “tampoco tienen porqué ser perjudiciales”, puntualiza este portavoz, que lamenta estas noticias porque “afectan a la ganadería en su conjunto”.
También precisa que a nivel nutritivo la carne, sobre todo el vacuno, forma parte de la dieta mediterránea, que es saludable, por lo que, a su juicio, las informaciones que “demonizan” un ámbito profesional “son llamativas”.
Corrochano recuerda además que la ganadería es una actividad económica con gran protagonismo en la propia especie humana y su desarrollo, pues “cuando dejamos de ser cazadores y recolectores se crearon la agricultura y la ganadería”, prácticas inmemoriales, claves para la subsistencia del mundo.
Igualmente, la ganadería es un elemento que promueve a evitar incendios son sus aprovechamientos.
“Ni pies ni cabeza”
De la misma manera, Rafael Díaz, un portavoz de cooperativa quesera “Río Cañamares” de la localidad de Villahermosa, asegura que este tipo de “movimientos (en referencia a la recomendación de la ONU) no tienen ni pies ni cabeza”, ya que se muestran en contra de una actividad que hace que las familias no se vayan a zonas más industriales, en un momento en que la lucha contra la despoblación centra la agenda de los políticos.
“Es contradictorio”, señala, a la vez que destaca la existencia de la actividad ganadera, tanto de ovino, vacuno o porcino, “siempre”. Igualmente, valora la promoción de empleo fijo, más que en la agricultura, ya que en este caso dependiendo del cultivo el trabajo puede ser eventual o, incluso, su titular puede vivir fuera del lugar de la explotación agrícola.
Gestión de los recursos de la tierra
Pilar Ramírez, otea joven ganadera de Tomelloso, de 30 años, apunta que no son acertados este tipo de mensajes. “Creo que el problema no son los animales, sino los humanos y la gestión de lo recursos de la tierra”.
Cambiar nuestros hábitos alimenticios con la reducción del consumo de carne para limitar el impacto del cambio climático “no es la solución” por razones tan evidentes como el entorno “limpio” que hay en zonas ganaderas como Asturias, frente “a la contaminación de Madrid”.
Ramírez lamenta que se “alarme a la gente y se preocupe” a la opinión pública, porque cuestiona la reputación de una actividad tan importante como la ganadería, y de alguna manera la hace principal responsable de los gases de efecto invernadero.