El investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), Christian Gortázar, explica que el verano coincide con “más actividad al aire libre” que es “donde hay menos riesgo de transmisión” a lo que añade que “los meses de junio y julio de 2020 marcaron el mínimo de incidencia de COVID-19 en España. Y en ese tiempo, Castilla-La Mancha siempre se mantuvo por debajo de los 70 nuevos positivos diarios. Ahora, en junio de 2021, estamos en niveles entre 47 y 250 nuevos casos diarios: es decir, aunque vamos mejor que hace unos meses, no estamos al nivel de junio de 2020”.
Gortázar recuerda como “a partir de agosto de 2020 aumentaron los casos. Y ya sabemos lo que pasó en otoño”. Y a la pregunta de si puede haber una nueva ola en otoño de 2021 responde que “en principio, no es esperable, al menos no como las hemos conocido en el último año. En este 2021 la vacunación marcará la diferencia: ya estamos en cerca de un tercio de las personas con la pauta de vacunación completa, incluyendo a todos los mayores de 60 años que son los de más riesgo”.
A pesar de ello Gortázar opina que “conviene no confiarnos del todo” puesto que “la variante Delta, descrita por primera vez en la India, es más transmisible y podría causar una clínica más severa. Delta ya domina en algunos países europeos, como Reino Unido, pero también Portugal. Y en esos dos países están subiendo los casos hasta el punto de que el Reino Unido acaba de retrasar un mes su vuelta a la normalidad”. El investigador de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) considera que “no hay que alarmarse, porque las vacunas funcionan también frente a estas variantes, pero conviene observar la evolución de la pandemia”.
En cualquier caso, confía en que “lleguemos al otoño con una alta proporción de personas vacunadas con la pauta completa. Y ojalá sea además con una amplia distribución de vacunas en países en desarrollo, que es la mejor forma de limitar la continua aparición de nuevas variantes preocupantes”. Asimismo, a Gortázar le gustaría pensar que los responsables van a actuar “de forma sensata en relación con la vigilancia epidemiológica, la secuenciación y la atención a posibles reservorios. En cuanto a las medidas de prevención, confío en que se vayan eliminando las mascarillas al aire libre, pero informando al mismo tiempo sobre el riesgo de los aerosoles en espacios cerrados, especialmente para personas de riesgo”.
Posible retirada de las mascarillas
Respecto a la posible retirada de las mascarillas, cuyo uso dejaría de ser obligatorio, Gortázar apunta que Israel, que es el país como mayor proporción de personas vacunadas “acaba de eliminar el uso de mascarillas por completo de manera obligatoria” mientras que “otros países europeos han relajado mucho el uso de mascarillas o lo están relajando mucho al aire libre”. Desde su punto de vista, “es importante distinguir esas dos situaciones: las mascarillas al aire libre, salvo situaciones muy excepcionales de mucha aglomeración de gente, no tienen ningún sentido puesto que el virus se transmite fundamentalmente por aerosoles, que al aire libre se van a difundir muchísimo y no van a ser peligrosos. Por su parte, en espacios interiores es importante mantener el cuidado en tanto en cuanto no tengamos una alta proporción de vacunados”.
Para Gortázar, después del verano, una vez que España ya tenga una alta proporción de personas vacunadas, “sería recomendable que quien quiera usar las mascarillas, las use donde y cuando quiera y también que las personas de especial riesgo, por la razón que sea, las lleven de forma voluntaria, sobre todo en interiores”.
En relación a la vacunación infantil, el también catedrático del Área de Sanidad Animal de la Universidad de Castilla-La Mancha recuerda como los Centros Para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) “recomiendan vacunar a todo aquel que tenga doce o más años, circunstancia que ayuda a aumentar la proporción de población inmunizada. Y cuanto mayor sea esa población, será mejor para todos. Por su parte, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) ya ha aprobado al menos una vacuna para jóvenes de entre 12 y 15 años, por lo que parece sensato ampliar la población a vacunar. Pero esa ampliación se debería hacer de forma secuencial, es decir, primero habría que tener absolutamente protegidos con dos dosis a todos los mayores de 60 años, luego habría que pensar en los mayores de 50 años y, quizá, a partir de ahí, se podría tender un poco la mano y abrir las posibilidades de vacunación hasta llegar al máximo posible. Y si ese máximo incluye a niños a partir de 12 años pues sería fantástico”.