Guadalmez, fiel a sus tradiciones, asistió este Domingo de Resurrección a la ‘pingá’ del Arco de los Quintos, una de sus fiestas más populares y entrañables. Siguiendo el guión marcado por la tradición, la Quinta de 2001, los chicos y chicas nacidos ese año, se afanaron durante toda la jornada sabatina en construir un arco de madera, forrado de hiniesta, y adornado con naranjas y limones, y junto a la pancarta que recoge el nombre de la Quinta y el de sus miembros, se colocó una camiseta y un ramo de flores blancas, en recuerdo de uno de sus quintos.
Sobre las 02:00 de la mañana del domingo, el Arco fue trasladado desde el Camino de la Barca hasta la Plaza de Guadalmez y, una vez allí, izado con cuerdas entre las voces de ánimo y los aplausos del numeroso público asistente. El momento de mayor expectación, junto con la ‘pingá’ del Arco, fue el momento en el que dos de los quintos tuvieron que trepar por el Arco, hasta la zona donde se sitúan las banderas que lo adornan para liberar las cuerdas con las que fue izado.
Al mediodía, y tras finalizada la Misa de Resurrección, los ‘Entrantes’, los jóvenes de la próxima Quinta de 2002, procedieron a echar abajo el Arco de su Quinta precedente y, para ello, treparon por el Arco para poder atar las cuerdas con las que, todos juntos, tirando de ellas, consiguieron dar con el Arco de 2019 en el suelo, un proceso que se demoró, dada la robustez del Arco de este año. Retiradas las banderas, los Entrantes pegaron fuego a la pancarta de la Quinta del 2001, dando comienzo su reinado, en el que tendrán que demostrar su pericia para construir el Arco del próximo año. Numeroso fue el público que asistió también a la función de los Entrantes, que llenó la plaza y parte de la calle Medinaceli.