Once jóvenes de Guadalmez, cuatro chicas y siete chicos, han sido los encargados de construir este fin de semana el arco más alto que se recuerda en la historia de la “pingá del arco de los quintos” de Guadalmez, una fiesta tradicional que se remonta muchas décadas atrás y que se celebra la madrugada del Domingo de Resurrección.
En esta ocasión, las lluvias que cayeron la noche del sábado en la comarca, durante la construcción de los arcos, no impidieron que unas 400 personas participaran de una fiesta en la que los quintos del año construyen un arco de troncos y flores que se “pinga” de madrugada para celebrar la mayoría de edad de los jóvenes que los construyen.

Desde el Ayuntamiento de Guadalmez explican a este digital que, pese a las dificultades provocadas por la lluvia, hubo un gran ambiente de equipo entre los jóvenes “que impulsó el trabajo duro para construirlo, pingarlo y luego tirarlo, cumpliendo la misión que tenían encomendada para estos días”, destacando que, pese a la lluvia la participación de la gente ha sido prácticamente la misma que otros años.
En este sentido, las mismas fuentes reconocen el trabajo realizado por los jóvenes y el empeño mostrado en sacar adelante su arco, pese a las dificultades que han tenido”. “Ha sido un gustazo –dicen- ver a la gente joven empeñada en sacar su arco adelante”, dicen.

Una de las tradiciones más populares
La “pingá del arco de los quintos” es una de las fiestas más populares de Guadalmez que consiste en la construcción de un arco con troncos, forrado de hiniesta y adornado con limones y naranjas, flores y adornos. Incluye una pequeña leyenda en la que se refleja el nombre de la quinta y el de sus integrantes.
El arco se “pinga” la madrugada del Domingo de Resurrección y, por la mañana, tras la misa la quinta siguiente, conocidos como “entrantes”, tira el arco que precede al que ellos realizarán el año siguiente.