La historia cuenta que Internet nació en 1981 cuando el Departamento de Defensa de los Estados Unidos decidió usar el protocolo TCP/IP, que marca el conjunto de reglas que rigen un sistema de comunicación, en su red Arpaned. A principios de los 70 esta red, ligada a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA) e impulsada por el ingeniero francés Michel Elie desde California, integraba a 50 universidades y centros de investigación desperdigados por toda Norte América. Era la Guerra Fría y el objetivo de esta red fue mantener las comunicaciones en caso de conflicto armado.
En la llegada de Internet a la provincia poco tuvo que ver el Ministerio de Defensa del Gobierno de España, aunque sí la universidad. Cinco años después del nacimiento de Arpa Internet -que con el paso de los años perdió la primera parte del nombre-, la recién creada Escuela Universitaria de Informática de Ciudad Real -hoy Escuela Superior de Informática- fue clave en la aplicación de esta nueva tecnología que vino a revolucionar la forma de vida de los ciudadanos del mundo. Pascual Julián, José Antonio Fernández del Moral, Juan Pablo Rozas, Julio Moraga y Carlos Villarrubia fueron protagonistas del cambio. “Puede que la gente piense que Internet es una cosa que ha existido siempre, pero lo cierto es que tuvo su origen no hace mucho tiempo”, dicen.
El Centro de Cálculo y el proyecto ‘Iris’
Todo comenzó en 1985 a raíz de la creación de la Universidad de Castilla-La Mancha. “Yo era director del Centro de Cálculo en las correspondientes sedes de Ciudad Real, Albacete, Toledo, Cuenca y Almadén”, cuenta Pascual Julián, que en la actualidad es profesor titular de la escuela. El Centro de Cálculo era el encargado de automatizar toda la gestión administrativa de la universidad, desde las matrículas a las finanzas, “en una época en la que había escasez de medios materiales y humanos”. Pero su labor no quedó reducida al procesamiento de información y a guardar bases de datos, sino que tuvo que resolver uno de los mayores retos que afrontó la joven UCLM nada más arrancar: la necesidad de interconectar los diferentes campus. Es la “prehistoria” de Internet en la provincia.
‘Iris’ fue el nombre de la misión. Desde la parte de atrás del edificio de la calle Paloma que hoy en día es la Delegación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Palacio de Medrano, Pascual Julián dirigió la instalación de las máquinas, unas Data General de la serie Eclipse, y después la interconexión de todas mediante vía telefónica conmutada para transportar datos entre sedes con una tecnología muy similar a la que utilizaban las sucursales bancarias. Lo más relevante fue la última parte del proyecto, que permitió enlazar esta pequeña red universitaria con la red pública española. “Nosotros no fuimos los primeros, pero tampoco los últimos. Posiblemente a mediados de los 80, cuando comenzamos el proyecto, ninguna universidad estaba realmente interconectada”, afirma el profesor.
La red pública de datos española era Iberpac y estaba operada por Telefónica, que en aquellos años dominaba en el país. Julián explica que utilizaba unos sistemas “que no tienen nada que ver con los de ahora”, pues los servicios de Internet de la época eran muy rudimentarios. El protocolo de red era el X.25 con conmutación de paquetes y el protocolo de correo electrónico era el X.400. Pascual explica que los usuarios no podían acceder a bases de datos ni navegar, sino que “podían conectarse a otro ordenador mediante un terminal remoto, transferir ficheros a través de FTP y enviar correos electrónicos”. La web tampoco existía todavía.
La Escuela de Informática y el salto al TCP/IP
Del Centro de Cálculo, la red saltó a la Escuela Superior de Informática, donde hubo una apuesta decidida a partir de 1989. José Antonio Fernández del Moral, que es técnico desde el principio de la escuela, explica que “el director, José Flores, hizo lo que ningún centro: nombrar a un subdirector técnico encargado de unirse a un nuevo proyecto que estaba en su nacimiento, Internet”. “Era una escuela nueva y querían innovar”, explica. A eso responde el nombramiento de Carlos Villarrubia, que venía de la empresa privada, que conocía la realidad de otras universidades y que, a su juicio, “fue una persona esencial en la entrada de la Escuela Superior de Informática en la era de Internet”.
Lo primero que hizo Carlos Villarrubia, como responsable de diseñar una red para toda la UCLM fue contratar a un programador, el mismo Fernández del Moral, al que encargó la instalación tanto de máquinas como de cables. Entró con lo que había: un equipo Data General donado por el Centro de Cálculo para poder instalar un nuevo sistema operativo, un UNIX System V (es el origen de todos los que no son Windows, como Linux), que venía con el protocolo TCP/IP. El sistema era innovador todavía en España, pero no en Estados Unidos, donde seis años antes el Departamento de Defensa lo había institucionalizado como la base de la red Arpa Internet.
A este respecto, los expertos explican la batalla que hubo por el dominio de unos sistemas de red y otros a nivel internacional, pues en los comienzos había un montón de redes incompatibles. Por ejemplo, Francia, Italia o Alemania tenían las suyas con sus propias reglas. En Estados unidos la mayoría de las redes eran privadas y seguían protocolos TCP/IP, mientras que en Europa predominaban las públicas con protocolos X.25. “Esencialmente eran tecnologías similares, aunque el TCP/IP era más flexible y ligera, necesita menos recursos computacionales, y está asociada a la creación de nuevos servicios”, explica el ingeniero y profesor jubilado Juan Pablo Rozas.
Pese a que la mayoría de España e incluso la propia Telefónica a través de Iberpac, que era el principal distribuidor de red, apostaban por el X.25, Carlos Villarrubia puso sus cartas en la opción americana y resultó ganador. Entre las razones principales que le llevaron a realizar el cambio de tecnología a partir de 1991 fue que la TCP/IP era “mundial, permitía la interconexión de todas las redes”. “Iba a ser el futuro. Aquí está el verdadero origen de Internet”, añade José Antonio Fernández del Moral. Por eso, reitera Juan Pablo Rozas que “la escuela de informática de Ciudad Real fue pionera a la hora de establecer el acceso a Internet como lo conocemos hoy en día”.
Como punta de lanza, destaca Julián, “la Universidad de Castilla-La Mancha se dio a conocer por la aplicación de esta tecnología, que luego se implantó en el resto de universidades”. El campus de Ciudad Real fue un auténtico “conejillo de indias”, de hecho, en plena construcción, las canalizaciones incluyeron la instalación de fibra óptica cuando todavía apenas estaba implantada en España. Como anécdota recuerdan que cuando el rector de entonces, Luis Arroyo, hablaba de lo que le había costado a la universidad tener internet en todos los centros, la gente se sorprendía de que había sido muy barato. Y él decía: “aquí lo hemos hecho entre Epi, Blas y 4 más” (a uno de los programadores lo llamaban Epi). “José Flores y Carlos Villarrubia fueron unos auténticos visionarios”, insisten.
‘El cabezón’ de Sun
Desde Canadá vino el primer “espacio de trabajo” de la Escuela Superior de Informática, un ordenador Sun. José Antonio Fernández del Moral enseña la computadora que le sustituyó en 1992, otra Sun, a la que llamaban ‘El cabezón’, que tenía su propio entorno gráfico en Java. “Llegaron 20 cajas de manuales, que ocuparon toda una pared”, explica. Los colocaron en la primera planta del edificio de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos (ITA), la ubicación inicial que tuvo Informática.
De forma paralela, el equipo técnico cableó todo el edificio, ya que la principal ventaja de estos equipos era que podían conectarse a ellos con diferentes dispositivos a través de Internet, por supuesto por cable, pues el wifi no existía. Además, compraron unos modem de 2.400 bits por segundo, nada que ver con los actuales de 10 gigabits. Juan Pablo Rozas, que llegó en el 92 como profesor titular a la escuela, señala que “pese a la velocidad, los ordenadores no iban muy lentos porque tenían poco uso y solo utilizaban texto”. Eran enlaces sencillos, sin gráficos, que no pesaban.
El envío y la recepción de correos electrónicos era la principal utilidad de estas máquinas. Juan Pablo Rozas se acuerda de enseñarlo en 1996 a un compañero, que para probar propuso enviar un mensaje a Italia. “A la media hora había un correo de vuelta. Tenía los ojos como platos: anda, si me ha contestado ya”, cuenta. El profesor insiste en que en la actualidad, cuando no existen horas del día sin mensajes instantáneos en ordenadores, móviles y tabletas, “no nos llama la atención, pero hace unos años era fascinante”.
Entre las curiosidades de estos años destaca los efectos de la “tarifa nocturna”, la más barata de telefonía, en las redes de la escuela. Fernández del Moral explica que el servicio lo utilizaban sobre todo profesores de informática, que enviaban a la estación central sus correos electrónicos y ésta los acumulaba durante el día. Por la noche, cuando entraba la tarifa, “todos los correos acumulados se enviaban y otros entraban”. Eso sí, al principio solo se podían conectar al nodo equipos que tuvieran el mismo sistema operativo. La empresa proveedora que dio servicio de interconexión mundial a la UCLM fue Goya Servicios Telemáticos, desde Madrid.
Los correos de Juan Ignacio Cirac
Aunque discretas, las posibilidades del ‘primer Internet’ fueron trascendentales para la historia de la ciencia, también para la que tuvo su origen en Ciudad Real. Juan Pablo Rozas cuenta que gracias al trabajo de la Escuela de Informática “Juan Ignacio Cirac, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2006, pudo coordinar un trabajo de investigación con el físico austriaco Peter Zoller y publicar un artículo en 1995 que ha sido fundamental para la computación cuántica”.
A principios de los 90, Juan Pablo Rozas recuerda las visitas que realizaba Cirac a la Escuela Superior de Informática cuando era aún un joven profesor de física que recién había acabado su doctorado y daba sus primeras clases en la UCLM. Acudía “muchas tardes” para conectarse a la red en un centro que hacía las veces de “ventana al exterior”, de enlace entre España y Austria. Sus ordenadores fueron los que permitieron la conexión con otras universidades, “no solo de España, sino del mundo”, todo “un lujo” para la época. “La facilidad de comunicación ha sido un soporte necesario y útil para el desarrollo de otras ciencias”, insiste Rozas.
Del MS-DOS en texto y sin navegador al mundo virtual
Entonces empezó el tiempo del MS-DOS, el popular sistema operativo para ordenadores personales, sobre el que se cargaba el Windows 3.1 de Microsoft como entorno gráfico y luego la TCP/IP para estar en la red. La aparición del Internet Explorer como navegador o de Google como buscador fue a lo largo de los 90, pero en aquellos tiempos todavía no estaba extendido su uso. Fernández del Moral recuerda que cuando empezaron a aparecer los navegadores, las únicas que tenían páginas webs pertenecían a “empresas del sector relacionadas con la informática o universidades”. Además, “eran estáticas, no dinámicas, no tenían ni videos, ni música, ni te permitían hacer hiperenlaces a otras páginas”.
Con respecto a los buscadores, uno de los más antiguos fue el Gopher (ardilla en inglés), que se basaba en el hipertexto, y también estaba AltaVista. Fue un tiempo de éxitos y de fracasos. Microsoft sucumbió en su intento de hacer un Internet exclusivo para suscriptores, pero Google triunfó al mejorar otros buscadores como Yahoo!. “Eliminó la publicidad y arrasó”, destaca Fernández del Moral. Entre tanto todos los profesores empezaban a tener cuentas de correo en sus ordenadores personales y los alumnos de los últimos cursos hacían prácticas de UNIX.
El mundo de Internet ha cambiado tan rápido que José Antonio Fernández del Moral considera que la sociedad ha pasado de revolución en revolución. El programador explica que empezaron “con el MS-DOS en modo texto, luego llegaron los entornos gráficos, después sistemas distribuidos y ahora virtualización”. “Cada 5 años me he tenido que resetear, pues la tecnología ha pasado a un nivel totalmente diferente”, añade. La consecuencia de todo esto ha sido la continua y obligada actualización de equipos, con la consiguiente inversión.
“El problema no era que los equipos fuesen malos o que se rompiesen, sino que los sistemas operativos quedaban obsoletos”, comenta Fernández del Moral, que indica que eran los nuevos soportes los que obligaban a abandonar las arquitecturas anteriores. Con la añoranza del que ha visto el crecer de un proyecto, el programador de la Escuela Superior de Informática llega a decir que “los que hemos vivido esta revolución vemos ahora Internet como algo soso, ya no es tan experimental y tan bonito”.
El futuro de Internet
¿Cuál es el futuro de Internet? Juan Pablo Rozas dice que “Internet es un auténtico monstruo con varias cabezas, alguna mala y alguna buena”. Hoy en día “nadie podría pasar sin Internet, sin utilizar los recursos de las redes sociales, tenemos la Administración a pie de tecla y cualquier tipo de servicios a nuestro alcance”, pero en la Escuela de Informática destacan que, en medio de la vorágine de páginas webs y aplicaciones, “los pequeños elementos de procesamiento, de adquisición de datos o de actuación, también se están conectado a Internet”.
Si antes Internet utilizaba la red telefónica, ahora es al revés. De utilizarlo investigadores, estudiantes universitarios y profesores, ahora toda la población lo utiliza. Y resulta paradójico que, a la par que Internet ha evolucionado, los informáticos detectan que han disminuido sus posibilidades de experimentación en una actualidad donde, ante la marabunta de datos, intereses económicos y publicidad, “la seguridad es prioritaria”.
Solo hay que recordar que, hace unos años, para registrar un dominio solo hacía falta hacer una llamada de teléfono y al día siguiente funcionaba. Por cierto, advierten, “el primer dominio que registró la UCLM fue ucma.es, para enviar correos”. “En la actualidad te tienen que autorizar, tienes que pagar tasas y hay pleitos en los tribunales por la propiedad de dominios, muchos de los que salen a subasta. Todo está controlado por cuatro empresas y comercializado como resultado del acceso del público en general”, lamentan los profesores. Por eso, sobre hacia a dónde va, todos dicen sin tapujos que no tienen “ni idea”. El devenir es demasiado incierto.
