Manuel T.R., juzgado por intentar matar a otro joven a navajazos en una riña en los carnavales de Socuéllamos de 2022, se declara inocente, no reconoce como suya la navaja con la que supuestamente apuñaló a José María T.G., y su abogado cuestiona que se haya seguido una correcta cadena de custodia en la recuperación del arma.
La fiscalía por su parte no tiene dudas de la autoría ni de la gravedad de la pelea. “Tuvo suerte de que el centro de salud estuviera a doscientos metros del lugar de la riña”, ha dicho en el juicio el fiscal del caso, en referencia al perjudicado, que recibió tres puñaladas que le afectaron al hígado y al pulmón, de las que se ha recuperado por la asistencia médica inmediata.
Penas de 7 o 10 años de cárcel
La fiscalía considera a Manuel T.R. culpable de intento de homicidio y pide siete años de cárcel y 18.492 euros de indemnización para el perjudicado. La acusación particular también acusa de intento de homicidio, pero solicita diez años por “el grado de gravedad del caso”, además de una indemnización de 55.500 euros.
Eduardo García de León, el abogado defensor, aboga por la libre absolución o alternativamente una condena por lesiones, en la que apliquen las atenuantes de embriaguez del acusado en ese momento, y su adicción a las drogas -ha aportado un parte de tratamiento en la UCA de Alcázar-.
La defensa dice que «no hay pruebas»
La defensa parte de que “no hay prueba”, “se supone que ocho personas presenciaron la riña y nadie vio ni la navaja ni la sangre”, ha alegado el letrado. Parece que ni siquiera el afectado, en el fragor de la riña, se dio cuenta de que lo habían apuñalado, hasta que sus amigos lo acompañaron al centro de salud, a doscientos metros del pub de la pelea.
Para las acusaciones sin embargo no hay duda, la víctima mantiene la misma versión verosímil desde la denuncia inicial, dicen, corroborada por varios testigos. Además en el mango de la navaja recuperada en el lugar de la bronca (se la entregó un amigo de la víctima a la policía local y los agentes a la Guardia Civil) se encontraron restos de sangre con el ADN del acusado y de la víctima, aunque no huellas.

Visto para sentencia este miércoles
El caso, que se ha juzgado en dos sesiones ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Ciudad Real, ha quedado visto para sentencia este miércoles.
El perjudicado, José María T.G., un joven de Socuéllamos, y el presunto agresor, Manuel T.R., de Tomelloso, coincidieron a las cuatro de la mañana del 27 febrero de 2022, fiesta de carnaval ese año, en el pub Rivera 13 de Socuéllamos. La víctima dice que saludó al acusado al entrar, porque lo confundió con otra persona. Manuel reaccionó de forma violenta y se enzarzaron delante de muchas personas, si bien según su testimonio y el de los testigos que han ido al juicio, la pelea solo era entre los dos.
El enfrentamiento siguió luego en el exterior del pub cuando el dueño abrió las puertas. Los contendientes cayeron al suelo, y en un determinado momento se supone que el acusado sacó la navaja con la que agredió a la víctima, mientras sus amigos decían “hijosdeputa, lleváis navaja”, en alusión al grupo que iba con el presunto agresor.
El acusado dice que hubo una riña tumultuaria
El acusado, que declaró el martes al inicio del juicio, cuenta que fueron los otros -el perjudicado y sus amigos- los que se dirigieron a él supuestamente con insultos racistas y habla de una riña tumultuaria, que la fiscalía no considera probada.
La investigación de la Guardia Civil para localizar y detener al investigado partió de las imágenes grabadas en el interior del pub donde empezó la riña, en ellas el fiscal destaca “la reacción desmedida” del acusado, cuando Manuel José María entró en el bar.
José María T.G. llegó malherido al centro de salud de localidad con ayuda de otra persona y de allí lo derivaron al hospital. Se recuperó en lo físico más de dos meses después, con tratamiento médico-quirúrgico consistente en laparotomía exploradora, drenaje torácico y abdominal, cura y sutura de heridas, fisioterapia respiratoria, tratamiento farmacológico y control por cirugía y psicólogo. Tardó en sanar sesenta y siete días, seis de ellos de perjuicio grave, cincuenta y cuatro días de perjuicio moderado y siete de perjuicio básico.
Como secuelas le han quedado cicatrices y un “estrés postraumático leve, en grado mínimo”.