Todos los puertollanenses la conocen como la Chimenea Cuadrá, dicen que porque había otra redonda en los alrededores, pero lo que sí está claro es que a través de esta emblemática Chimenea Cuadrá se accede a una gran ventana panorámica de toda la ciudad de Puertollano, allá desde el Cerro de Santa Ana, una de las sierras que forman el puerto de la ciudad.
Subir hasta la Chimenea Cuadrá también requiere de una intensa actividad física, de hecho hay que ir recorriendo toda la loma del Cerro de Santa Ana hasta llegar a su cumbre. El deterioro de esta torre tras el paso del tiempo es perceptible, pero no deja de ser uno de los monumentos emblemáticos de Puertollano que, junto a su compañero, el Monumento al Minero, se encuentran en la zona más alta de esta sierra puertollanense. Unir naturaleza, ejercicio físico y pasado histórico hace atractiva esta ruta por las alturas de la ciudad de Puertollano para poder disfrutar de unas grandes vistas que alcanzan hasta divisar la imagen del pasado minero de la zona.
Tras este arduo paseo montaña arriba, accediendo a través de la calle Pozo y tras cruzar la conocida como Variante del Minero, se llega hasta nuestra primera parada donde se puede contemplar los vestigios de la antigua chimenea redonda que, según explican los estudiosos de la historia de Puertollano, se trataba de una chimenea que daba salida a la antigua Fundición Nuestra Señora de Gracia, en pleno siglo XIX, que estaba ubicada en la zona del actual Auditorio Pedro Almodóvar y que, a través de varios túneles por el Cerro de Santa Ana hacían las galerías de condensación de dicha fundición. Dos túneles por debajo de la montaña que llegaban en su última salida hasta la chimenea redonda de la que se conservan algunos restos que atestiguan su presencia en la zona.
De esta fundición no permanece ningún vestigio más, dado que la puerta de la misma fue eliminada en la década de 1980, estaba en pleno Paseo San Gregorio. De hecho, el actual muro en el que se encuentran las pinturas de Okuda San Miguel es también parte de esta misma fundición, explican los historiadores de la zona como Raúl Daimiel.
Estas pequeñas piedras, formando una circunferencia, muestran el pasado de esta chimenea redonda, pero previamente también se puede contemplar una curiosa formación rocosa de cuarcita a la que conocen con el nombre de “dominó o acordeón” dada su peculiar imagen. Se trata de varias losas de piedra, apoyadas unas contras otras, desde la que también se domina una importante visión de la ciudad de Puertollano desde las alturas y en las que aún existe algún resto de pinturas rupestres, poco perfiladas ya. En esta misma formación rocosa se encuentra una especie de puerta que da a la zona de umbría de la Sierra y donde se dice existió un antiguo poblado de la Edad de Bronce, antiguos habitantes de esta zona natural montañosa.
Tras pasar la chimenea redonda el camino de estos senderistas siguen adelante para llegar hasta una losa de piedra en la que el conocido habitante de Puertollano, Guerrero, pernoctaba y pasaba sus días. Una figura que los ciudadanos de Puertollano conocen bien por su forma de vestir, con una túnica blanca larga y la imagen del mismo repartiendo estampitas a los niños que, asustados ante la presencia de Guerrero, corrían hacia otro lugar. Guerrero encontraba en esta zona del Cerro de Santa Ana su particular remanso de paz, alejado del ruido de la ciudad, donde aseguran tomaba sus baños de sol.
Desde ahí, el recorrido sigue adentrándose por “los escurrideros”, unas formaciones rocosas de cuarcita inclinadas que hace una especie de tobogán, hacia otra zona de la sierra. En este punto un manantial, presumiblemente de agua agria, aflora en un barranco que recuerda la riqueza en hierro de los alrededores de Puertollano y que convergen en la emblemática Fuente Agria, en pleno Paseo de San Gregorio, y punto neurálgico de este agua de características ferruginosas que muchos puertollanenses siguen aún tomando a diario.
La Chimenea Cuadrá
En este Cerro de Santa Ana, cuyo nombre llega a través de la Ermita que en pleno siglo XV se alzaba sobre el mismo y de la que no existe ningún dato o fotografía histórica, pero de la que sí conocemos que contaba con tres naves y que Santa Ana fue la primera patrona de Puertollano, dando paso después a la Virgen de Gracia, es donde se erige la conocida como Chimenea Cuadrá.
Coronando este Cerro de Santa Ana se encuentra la Chimenea Cuadrá, se trata de los restos de una antigua torre telegráfica óptica de Mathé, dado que en la comarca se pueden localizar otras de similares características. En concreto es la torre nº 26 de la Línea de Andalucía, que enlazaba Cádiz y Madrid, y que solo estuvo en uso durante diez años, tras dar paso al código Morse, mucho más efectivo que las señales lumínicas que se realizaban desde la Chimenea Cuadrá hacia otras torres y que cuando las inclemencias meteorológicas lo impedían resultaba casi imposible la comunicación.
Así, este telégrafo óptico, del que formaba parte este monumento, podía ser visto a gran distancia configurando señales por medio de un mecanismo operado por una o más personas. Las torres, colocadas así en cadena, transmitían una a otra el mensaje en un tiempo mucho más breve de lo que podía ser por cualquier otro medio. Así, de los 59 puestos telegráficos se siguen conservando -aunque en estado ruinoso- 16 de ellas, en Aranjuez, tres en la provincia de Ciudad Real –incluyendo la de Puertollano-, cinco en Córdoba, cinco en Sevilla y dos en Cádiz.
La Chimenea Cuadrá cuenta con tres plantas –ahora se conserva la intermedia-, por lo que bajo tierra podría estar tapada otra zona de la misma, en la parte más alta se situaban los instrumentos para enviar los mensajes. Al llegar a la Chimenea Cuadrá se puede comprobar que la puerta de entrada a la misma se encuentra a gran altura, por lo que se considera que sería para evitar el acceso a la misma de cualquier persona y habría que colocar una escalera de madera para poder acceder a su interior.
Además, los historiadores de Puertollano argumentan que esta Chimenea Cuadrá podría tener un pasado más antiguo y ser una torre defensiva, previamente, por el lugar alto en el que se encuentra situada y desde el que se divisa todo el valle del Ojailén o, posteriormente, un lugar donde se ubicó un cañón de defensa aérea en la Guerra Civil, aunque no hay datos que corroboren estas teorías.
En cualquier caso, también podría haber sido una antigua fortificación porque en los alrededores se pueden encontrar dos lienzos de muralla que podrían quedar como punto de vigilancia controlando la zona. Se trata de diferentes teorías que no están contrastadas porque aún no se ha realizado una prospección a nivel de suelo en esta zona del Cerro de Santa Ana.
Así pues, siguiendo el camino hacia la hondonada se localiza una piedra oscura de grandes dimensiones, rica en hierro por su color y a mano izquierda el conocido como “Puente Natural” que debe su nombre a unas formaciones rocosas que han cogido esta forma y por las que se puede pasar por debajo a modo de puente. Pasar por un pasadizo entre una formación rocosa natural, en la que se puede contemplar una pared vertical de cuarcita y algunas pinturas rupestres a derecha e izquierda. Los lugares mágicos donde nuestros antepasados eligieron para realizar estas pinturas rupestres también siguen siéndolo hoy día para los visitantes de estos lugares. El Puente Natural es conocido por aquellos senderistas que discurren por este Cerro de Santa Ana y que encuentran en el mismo muchos interrogantes sobre su formación o sobre las piedras que en lo alto del puente se encuentran.
Cerca del Puente Natural también se puede visitar “El dolmen”, cuyo nombre se debe a la forma del mismo y donde también se han localizado algunas pinturas rupestres con trazos esquemáticos.
Tras realizar este recorrido por los encantos del Cerro de Santa Ana es hora de comenzar a bajar para regresar a la ciudad de Puertollano y reponer fuerzas con algunas de sus famosas tapas en cualquier establecimiento hostelero de Puertollano.