Francisco J. Otero
Ciudad Real
La primera entrega de este reportaje se centró en el interés de la CIA por los yacimientos mineros en la provincia. El otro foco de interés de la inteligencia norteamericana son los alemanes residentes en Ciudad Real. Antes de seguir, un par de puntualizaciones acerca del documento en el que se aborda esta cuestión: no va dirigido a la CIA, sino a su antecesora, la OSS, porque se elabora en octubre de 1946, un año antes de la creación de la CIA; y se desclasifican en virtud de la “Ley de publicidad de crímenes de guerra nazis”, pero no hay ningún indicio, más bien al contrario, de que lo que contiene esté relacionado con criminales de de guerra. El documento es una lista de alemanes residentes en España, concretamente en la zona centro. Son nombres que alguien copia del fichero del Alto Estado Mayor central del Ejército Español (AEM), es decir de la agencia de inteligencia española, para pasárselo a la Office of Strategic Services (OSS). Hablamos, probablemente, de un “agente doble”.
En el documento, guardado en la caja 303, que se desclasificó en 2007, aparecen siete nombres de alemanes que viven en la provincia. Junto a sus nombres, desde cuándo viven en Ciudad Real, la dirección y a qué se dedican. Hay que señalar que parte de los datos son incorrectos.
Andreas Goerlich, Antonio Eickelmann Shulte, Concepción Schamnn Ghirino, Joham August Schmann, Eduardo Hochstein, Teresa Hochstein y Johana Pirker conforman el grupo de “interés” para las inteligencias española y americana. Vamos a ir descubriendo a alguno de ellos. Otros quedarán, por el momento, entre las brumas que dibuja el tiempo hasta que alguien pueda dar cuenta de ellos.
Andreas Goerlich
Del que más datos tenemos, sin duda, es de Andreas Goerlich, médico en Calzada de Calatrava. Dejemos hablar a su nieto, el tercero de los Andrés Goerlich, residente en Valencia, que publicará para la revista de Semana Santa de Calzada, un reseña biográfica de su abuelo: “Mi bisabuelo, Franz Joseph Goerlich, llegó a Valencia en 1882 como cónsul del imperio Austro-Húngaro. La familia proviene de los Sudetes. En Valencia se casó y cuando concluyó su comisión, renunció al puesto y se quedó en la ciudad. Abrió el Bazar Viena y se dedicaba a comerciar con barcos que llegaban cargados de naranjas al puerto de Trieste y regresaban a Valencia con cristal de Bohemia. Tuvo siete hijos, uno de ellos, Francisco Javier, fue uno de los arquitectos más importantes de la Valencia del siglo XX , responsable de gran parte de su ‘paisaje’ urbanístico. Otro fue mi padre, Andrés, que estudió medicina en Valencia y fue a Calzada, en 1917 para un servicio médico que iba a durar seis meses. Además, fue médico en las obras de construcción del embalse de Fresneda. El caso es que se enamoró de la hija del farmacéutico, Adela Valencia, se casó y allí se quedó hasta que murió en 1973”.
Según el Alto Estado Mayor, Goerlich llegó a Calzada el 3 de abril de 1944, el primero de los errores que contienen los datos. Andrés Goerlich tuvo tres hijos: Andrés, Agustín y Adela. El primero estudio Derecho y regresó a Valencia. El segundo fue muchos años corresponsal de Lanza. A Adela se la puede ver en alguna foto de este diario como madrina del Calzada en la inauguración del campo de fútbol de la localidad. Andrés Goerlich Lledó, el nieto, tiene un bufete de abogados en la Ciudad del Turia, además de presidir la Fundación Goerlich dedicada a su tío-abuelo, el arquitecto, y de disputarle, el pasado verano, el número dos de la candidatura de Ciudadanos a Toni Cantó, dice que su abuelo “era un hombre de convicciones liberales, preocupado por las condiciones en las que vivían algunos de sus vecinos. Por cuestiones históricas, sin hacer nada, fue austro-húngaro, checo y alemán. En 1957 se nacionalizó español, entre otras cosas para tener acceso a una pensión, me parece”.
Los Goerlich son, en estos momentos, grandes dinamizadores culturales de Valencia. Andrés es cónsul honorario de Hungría. Pero una parte de su corazón sigue en Calzada, donde tienen casa a la que tratan de ir “una vez al mes. Tenemos también una finca, El Alacranejo, en la carretera de Calzada a Santa Cruz de Mudela”.
Residentes en Puertollano aparecen dos nombres, probablemente marido y mujer: Johan August Schann y Concepción Schann Chirino, que vivían, según el Alto Estado Mayor, en la Huerta de Melendo. Él desde el 11 de abril de 1944, ella desde el 1 de mayo del mismo año. “Sabía de la existencia de alemanes en Puertollano en la postguerra”, dice el historiador Luis Pizarro, “por una modista, que me comentó que cosían para sus mujeres. Este documento da prueba de ello”. “¿Qué es lo que hacían en Puertollano?”, se pregunta, “pues lo más probable es que llegaran para ayudar en el montaje de la Empresa Nacional Calvo Sotelo”, que se fundó en 1942, con el objetivo, como ya se dijo, de obtener petróleo de las pizarras bituminosas. Johan August Schmann era técnico-mecánico, así que la hipótesis de que llegara para lo que apunta Pizarro es más que pausible.
Valdepeñas
En Valdepeñas encontramos dos nombres, que serán cuatro. El primero es el de Antonio Eickelmann Shulte. Tenemos muy pocos datos. Según el Alto Estado Mayor llegó a Valdepeñas el 17 de marzo de 1942, pero, visto lo visto, no es muy fiable. Vivía en la calle Seis de junio, 26 y era “industrial-mecánico”. Efectivamente, Eickelmann tuvo un taller mecánico. En Lanza hay varios anuncios suyos, el último del 31 de julio de 1956. El “garaje” estaba en la calle Seis de junio, 24. Y su teléfono era el 106. Los otros dos nombres “valdepeñeros” son los de Teresa y Eduardo Hochstein.
Este último aparece en la lista como “sacerdote-profesor”, residente en el colegio Nuestra Señora del Prado de Ciudad Real desde el 21 de febrero de 1942. El dato es, más que probablemente, falso. Su nieto, Luis González Hochstein, nos aclara que Teresa y Eduardo eran sus abuelos, que su abuelo participó en la I Guerra Mundial y que llegó a España a Bilbao, a Las Arenas, que trabajó como mecánico y que tuvo un taller en Valdepeñas. Fue socio de Eickelman. Su nieto quiere aclarar que “por supuesto no hay ninguna relación con los nazis”. En los archivos del colegio no figura Eduardo Hochstein, aunque por aquellos años “vivó aquí el padre Peter, del 41 al 43, que era alemán. Desde luego, no hay ningún marianista con ese nombre en nuestros registros”, explica el actual director del centro, Gregorio Pérez. Como se apuntaba más arriba, la documentación se desclasifica gracias a la Ley de Publicidad de los Crímenes de Guerra Nazis, pero en ningún caso hay una relación directa entre los nombres que aparecen en la lista y el partido de Hitler. Las OSS recolectaban toda la información posible para analizarla posteriormente. Lo que demuestra la lista es que el Alto Estado Mayor mantenía un archivo con los residentes alemanes, con bastantes errores, por cierto y que esa lista, junto con otras, fueron pasadas a la OSS para acabar en un archivo de la CIA.
Hay un último nombre, el de Johana Pirker. De ella apenas sabemos nada. Los apuntes del Alto Estado Mayor nos dicen que vivió en Ciudad Real, en la calle Torrecilla, número 1, desde el 9 de marzo de 1942, dedicada a sus labores. Eso es todo. Luis González Hochstein apunta que, efectivamente, vivía en esa calle, pero en Valdepeñas, donde la frecuentó su familia.
La base de datos ahora digitalizada por la CIA y disponible para todo el que quiera consultarla (https://www.cia.gov/library/readingroom/) es enorme. En ella se esconde, seguro, muchas historias, aunque, ciertamente, muchas otras no han sido desclasificadas. Algunas de esas historias, pocas, ciertamente, tienen que ver con nuestra provincia.
Kieckebusch: un espía de verdad
Los alemanes que han ido apareciendo en nuestro reportaje son nada más que alemanes que vivían en Ciudad Real a los que, de alguna manera, “vigilaba” el Alto Estado Mayor. No son espías. Lo que no quiere decir que no haya habido espías en La Mancha. El más conocido es Eberhard Kickebusch, nacido el 2 de febrero de 1896 en Guesen (Alemania). La OSS lo clasificaba como un agente A y I-B. Compró, en 1959, una finca, El Doctor. Este es la información que proporcionaba al respecto la agencia Cifra: ” Ha sido bien visto por los agricultores de esta localidad de Manzanares que un súbdito alemán, Eberhard Kieckebusch, haya pasado a engrosar el censo agricultor de esta villa, al adquirir por la cantidad de 6.500.000 de pesetas una hermosa finca de este término municipal. Esta finca, es conocida como 'El Doctor'. Se encuentra ubicada entre las localidades manchegas de Daimiel, Bolaños y Manzanares”.
Su nombre aparece en The factual list of nazis protected by Spain, de Eliah Meyer. Eberhard Kieckebusch falleció el 24 de abril de 1992.
El Mundo publicó hace un par de años un reportaje en el que se explicaba que la finca está destinada a servir de centro de entrenamiento para los aspirantes a agentes del CNI, el Centro Nacional de Inteligencia.