Con muchas pruebas que inducen a creer que el crimen de Ana Belén Ledesma y su hija Ana María fue un acto vengativo (las pilló en el baño, desarmadas e indefensas), la abogada de Manolo Yébenes, el autor del doble crimen de Daimiel, se lo ha jugado todo en su alegato final ante el jurado en justificar que fue tal el “derroche” y abuso económico de las mujeres, que agravó una presunta patología mental previa de Manolo –que los forenses no consideran probada-, para pedir la libre absolución.
En caso de ser condenado la letrada Marisol Ortega pide una condena por homicidio (menos castigado por la ley) y ha llegado a inquerir al jurado, como avanzó el lunes, que soliciten el indulto para este hombre, al que ha vuelto a describir como un ser desvalido, medio retrasado, y víctima de maltrato por parte de su mujer Ana Belén.
La defensa argumenta que si planeó matarlas, lo podría haber hecho por la noche, cuando dormían, y cuestiona que hubiera ensañamiento: las mujeres recibieron quince y nueve puñaladas, pero murieron de una forma rápida, por la brutalidad del ataque, “Manolo no agravó voluntariamente su sufrimiento”.
Condena ejemplar contra la violencia machista
Para las acusaciones no hay defensa para Manolo Yébenes. El fiscal de Violencia sobre la Mujer de Ciudad Real Jesús Gil ha pedido se le condene como autor de dos delitos de asesinato con alevosía y ensañamiento, el de su mujer y su hijastra, de 46 y 18 años cuando las mató, y que se pronuncien con “un veredicto ejemplarizante” contra la violencia de género.
Un caso tipo de violencia machista
Para el fiscal el doble crimen de Daimiel es un caso paradigmático de violencia machista, un hombre que se siente estafado económica y afectivamente por una mujer, y resuelve el problema matando no sólo a la madre sino a la hija, que vivió con ellos los tres años que duró el matrimonio.
50 años, 25 por cada crimen
El fiscal se ha sumado en la última sesión del juicio a la calificación final de las acusaciones particulares y pide 25 años por cada una de las dos muertes, 50 en total para Yébenes como autor de dos asesinatos con alevosía: el ataque fue “súbito y repentino”, sin que las mujeres pudieran defenderse.
Justifican el ensañamiento en el caso de la hija por las quince puñaladas, cuatro de ellas por la espalda, cuando ya estaba en el suelo, y en el de la madre por el hecho de que tuvo que ver cómo mataba a su hija. En ambos casos consideran que concurre agravante de parentesco.
No gastaron tanto dinero ni estaba arruinado
Mariano López, el abogado que representa a una de las otras dos hijas de Ana Belén ha tratado de desmontar en su informe final que Manolo tuviera los 300.000 euros de patrimonio que según su familia se gastó con ella, y le ha pedido al tribunal que se fije en los extractos bancarios del acusado en la primavera de 2014, cuando la conoció: algo más de 120.000 euros.
Cuando conoció a Ana Belén, en marzo de 2014 (ella trabajaba en un bar) Manolo pintaba con su hermano y cobraba por su trabajo y sus rentas unos 2.400 euros al mes, un sueldo holgado para vivir bien. En 2015 Isidro, que nunca aprobó la nueva vida de su hermano, que se fue de vacaciones y lo dejó tirado con una obra empezada, le dijo que no volviera más a trabajar con él.
A partir de ahí el matrimonio de Ana Belén y Manolo toma una decisión financiera errónea, se quedan con un pub para poder trabajar los dos que tienen que cerrar a los seis meses y se agravan los problemas económicos que complican la relación conyugal. A primeros de 2017, un mes y medio antes del crimen (el 13 de febrero), Manolo se supone que se da cuenta de su ruina económica (solo había deudas en sus cuentas), e instigado por su hermano le pide el divorcio a Ana Belén y que se vaya de la casa.
El abogado de la acusación insiste en que no era tan grave la situación –seguía teniendo propiedades, el piso y un local comercial- como para que la ruina económica le anulara su raciocinio. Y precisamente la mañana que las acuchilló ellas iban a dejarlo (ya se habían buscado piso).
“No tengo nada más que tristeza”
En la quinta y última sesión del juicio, que se reanudará el próximo lunes para darle el objeto del veredicto al jurado, el tribunal ha vuelto a escuchar a Manolo Yébenes. Con voz más clara que el lunes ha explicado que está arrepentido, que no tiene ganas de nada y siente mucha tristeza.
El jurado, formado por siete hombres y dos mujeres, empezará a deliberar para emitir un veredicto en este caso a partir del lunes.